Almudena Grandes: ¡°Hemos perdido otra guerra, aunque incruenta¡±
Almudena Grandes retrata a las v¨ªctimas de la crisis en su nuevo libro, 'Los besos en el pan'
Almudena Grandes (Madrid, 1960) ama a los derrotados pero detesta a los d¨®ciles. Sus libros tambi¨¦n. Por Los besos en el pan (Tusquets), la nueva novela de la escritora, desfila un barrio de seres corrientes a quienes un buen d¨ªa se les cay¨® encima el siglo XXI y, ah¨ª siguen, bregando para sacud¨ªrselo.
Pregunta. ?Por qu¨¦ necesit¨® escribir este libro que le oblig¨® a hacer un par¨®n en los episodios sobre la guerra y la posguerra?
Respuesta. Proviene de la convicci¨®n que tuve a partir de un momento de que hemos perdido otra guerra. A esto lo llamamos crisis econ¨®mica pero ha sido una guerra de los poderes financieros y los especuladores contra las soberan¨ªas de las democracias. Pens¨¦ que esta realidad no era tan distinta de mis episodios, una situaci¨®n en la que los espa?oles intentan resistirse salvajemente a la represi¨®n y el empobrecimiento.
P. El t¨ªtulo se inspira en un h¨¢bito de hogar pobre. ?Fue una ni?a educada en besar el pan?
R. S¨ª, claro. Mi madre no me hac¨ªa besar el pan, pero mis t¨ªas abuelas, s¨ª. Era una costumbre no dram¨¢tica ni truculenta, era una especie de rito juguet¨®n. El pan se ca¨ªa al suelo y hab¨ªa que besarlo y ponerlo en la panera. No sab¨ªamos por qu¨¦ lo hac¨ªan, claro. Me gustaba que apareciera la memoria en el t¨ªtulo porque en la situaci¨®n moral de los espa?oles tiene que ver la p¨¦rdida de referencias. En los ¨²ltimos 20 a?os Espa?a se convirti¨® en un pa¨ªs de nuevos ricos horteras sin memoria y sin sensibilidad para lo que no girara alrededor de su riqueza y consumo. Si yo trajera a mi abuelo aqu¨ª y le dijera ¡®mira qu¨¦ crisis¡¯, se partir¨ªa de risa. Esto ser¨ªa un accidente para su generaci¨®n. La vida era una lucha para que tus hijos viviesen mejor que t¨², pero no implicaba falta de alegr¨ªa. Mi generaci¨®n es la ¨²ltima que bes¨® el pan, creo que los espa?oles que nunca han besado el pan, han perdido esas ense?anzas que les llevar¨ªan a tener menos miedo y reaccionar con m¨¢s contundencia frente a lo que est¨¢ pasando.
P. En Las tres bodas de Manolita abordaba la crudeza de la posguerra y ahora trata la primera gran crisis del siglo XXI, ?qu¨¦ ha encontrado en com¨²n?
R. Creo de verdad que hemos perdido otra guerra, aunque no se pueda comparar porque ha sido incruenta y con v¨ªctimas de otra ¨ªndole. La situaci¨®n de anonadamiento en que estamos viviendo no se diferencia mucho de lo que pas¨® tras la Guerra Civil. Cuando acab¨®, los espa?oles que llevaban todo el siglo XIX alternando gobiernos liberales y conservadores, cre¨ªan que esto ser¨ªa cosa de tres a?os y luego ya ver¨ªamos. Con la crisis es algo parecido. Hemos encajado esta situaci¨®n con m¨¢s docilidad de la que algunas gentes mostraron en la posguerra. No es verdad que no hayamos hecho nada, hemos hecho mucho, es una sociedad que se ha movilizado sin parar, aunque las conquistas sean peque?as, son valiosas. En Madrid se par¨® la privatizaci¨®n de la sanidad, se paraliz¨® la reforma de la ley del aborto, se han frenado desahucios y cierre de colegios, pero yo creo que la sociedad civil s¨ª tard¨® en organizarse.
P. ?Cu¨¢nto pesa el miedo en esa docilidad? En su novela afirma que ¡°los mayores no tienen tanto miedo¡±.
R. Yo creo que los mayores recordamos que la pobreza no era un estigma ni una infamia ni una humillaci¨®n. Era la realidad de la vida cotidiana. La gente que tiene entre 30 y 40 a?os es como un ni?o al que le han robado y no es capaz de hacer nada, ni chillar ni pelearse, porque no entienden lo que les ha pasado. Por eso los mayores tienen, tenemos, porque yo ya soy mayor, menos miedo. En el libro todos los abuelos son el faro de la familia. La resistencia se organiza a su alrededor. Son los que han sido pobres, los que han tenido pluriempleos, los que han estado familiarizados con una realidad parecida a esta.
"En estos tiempos sobrevivir con las manos es una proeza"
P. A pesar de los dramas personales, es un libro optimista.
R. Es un libro esperanzado, m¨¢s que optimista. Los personajes no tienen muchos motivos para ser optimistas. Algunos prosperan, otros no, pero los que se esfuerzan logran el premio de aguantar el golpe, de resistir. En estos tiempos sobrevivir con las propias manos es una proeza, as¨ª de triste ha llegado a ser nuestra vida.
P. La esperanza procede de las redes familiares y vecinales. Sin embargo, sus columnas son mucho m¨¢s desesperanzadas.
R. Cuando los extranjeros no entienden por qu¨¦ este pa¨ªs no se ha ido al carajo, es porque no cuentan con el poder¨ªo de las abuelas espa?olas. En este pa¨ªs funcionan las redes de solidaridad familiares. Seguramente a los economistas anglosajones les parecer¨¢ un atraso, pero a m¨ª me parece que todo lo que moleste a los economistas anglosajones es una cosa buena. Es un gusto vivir en un pa¨ªs donde tienes esa seguridad que viene del cari?o. La solidaridad ha cambiado much¨ªsimo. Las redes que funcionan son las familiares o las que proceden de la conciencia individual. Ya la solidaridad no es parte del entramado pol¨ªtico que aspira a construir un futuro mejor. Como narradora me conmueven much¨ªsimo los paracaidistas de la solidaridad pero como ciudadana me molesta que le estemos lavando la cara al Estado todo el rato. Cuando escribo una columna, la ternura me pesa menos. En la novela intento contar una historia de gente corriente. Cuando escribo columnas me ocupo de los padres de la patria, que me gustan mucho menos.
P. El libro est¨¢ repleto de h¨¦roes cotidianos. No hay malos.
R. Es que los malos de aqu¨ª no viven en el barrio. Los que tienen la culpa de todo est¨¢n en otro lado, tampoco les voy a lavar la cara. Esta historia es de v¨ªctimas de alguien que no est¨¢ cerca, que no pueden tocar. Esto es un gallinero, los lobos no est¨¢n aqu¨ª. He pretendido retratar al gallinero.
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