Paridas cruciales
Pablo Zarracina, hilarante columnista-transe¨²nte de cotidianidades bilba¨ªnas y terr¨¢queas, entrega un libro de sus mejores piezas
Hablar de cualquier parida parece f¨¢cil, pero no lo es. Lo com¨²n es que lo hablado acabe siendo un latazo, un clich¨¦ horrendo o un galimat¨ªas atroz. Asimismo, una o dos veces cada siglo aparece un piernas capaz de hacer divertido cualquier tema: buganvillas, rock japon¨¦s, lacrosse o tetinas de biber¨®n. Julio Camba era as¨ª, sin duda. En una pluviosa isla vecina viven tambi¨¦n varios de esos: Guy Browning (un hombre que hace que las llaves de casa o el ascensor se tornen temas mondantes, explosivos e hist¨®ricos a la vez, como un cruce imposible entre Top Secret, el tratado de Versalles y ¡°You really got me¡±) o mi h¨¦roe, Charlie Brooker, un fulano que me hizo leer un libro entero sobre videojuegos. Llorando de risa.
Pablo Zarracina, mi columnista espa?ol favorito, es tan o m¨¢s bueno que esos ingleses paliduchos que acabo de nombrarles (y eso, para un angl¨®filo ultra como quien les escribe, es mucho decir). Tambi¨¦n es insuperable en un marco espa?ol y, si quitamos a Manuel Jabois, me atrever¨ªa a decir que nadie escribe mejores columnas que las suyas. Ingeniosas, m¨¢s r¨ªtmicas que un tam-tam bosquimano, concisas y espantosamente tronchantes. Ya dije que era jodido lo de escribir entretenido de cualquier tema, pero a¨²n lo es m¨¢s combinar trascendencia e intrascendencia como hace ¨¦l. Escribe sobre chorreces tal que si fuesen asuntos de vida-o-muerte a dirimir en duelos al alba, y escribe sobre temas cruciales como si fuesen torneos de piroflatulencia. Cada columna suya es como el ¡°Tutti frutti¡± de Little Richard: parece estar berreando sobre algo banal, tetas-y-culos y patatuses alcoh¨®licos y farolas de Bilbao, pero en sus manos el tema acumula toda la verdad del universo, como un jerogl¨ªfico inca. En Es muy raro todo esto leer¨¢n sobre papeo, los Burning, lonjas juveniles, terrazas en invierno, la biblioteca de Bidebarrieta, Yoko Ono y el ¡°Hot girl¡± de Sabrina. Al leer sobre todas estas cosas quiz¨¢s les suceda lo que a m¨ª: que estoy de acuerdo con ¨¦l en casi todo. En lo humano, lo bebible, lo divertido, lo rid¨ªculo y lo anti-solemne: pensamos igual. Y sepan que estar de acuerdo con un columnista favorito no es obligatorio ni vinculante, pero ayuda.
Jardiel Poncela dijo que explicar el humorismo era tan dif¨ªcil como clavar por el ala una mariposa utilizando para ello un poste de tel¨¦grafo. Exageraba, claro. Yo les puedo explicar el humorismo ahora mismo, con una sola frase de Es muy raro todo esto, sobre aquella vez en que un jefe indio uitoto del Amazonas fue recibido en el ayuntamiento de Bilbao, y Zarracina apunta: ¡°aquel jefe-cham¨¢n iba bastante en tanga¡±. Eso es el humorismo. Ah¨ª est¨¢: lo chocante, lo contradictorio, la litote y el tarar¨ª. Todo junto, bien memorable y listo para la carcajada inteligente del lector.
Yo tendr¨ªa ahora que afianzar mis cantos ¨¦picos al bilba¨ªno con algunas de sus frases, pero a m¨ª con este mozo me pasa una cosa: que empiezo a colocar post-its en cada p¨¢gina suya que me chifla, y al poco me doy cuenta de que estoy poniendo post-its en todas las p¨¢ginas (cancelando as¨ª el prop¨®sito original de la acci¨®n), y que el libro ya luce un espl¨¦ndido mohicano de post-its multicolor en el corte superior, como el cantante de The Exploited.
Al menos les dir¨¦ que cuando Zarracina escribe sobre tiendas esot¨¦ricas de Bilbao y dice que ¡°aquello es el caj¨®n de los trastos viejos de un z¨ªngaro clept¨®mano¡±, yo me r¨ªo y jaleo. Cuando habla de bares de otra ¨¦poca, y suelta: ¡°era un tiempo digno y atroz. El due?o del negocio era siempre el tipo que estaba tras la barra, acumulando billetes y un odio extenso contra la condici¨®n humana¡±. Yo me r¨ªo y jaleo. Cuando habla de su propio acento, y escupe: ¡°no resulta f¨¢cil asumir que lo que en nuestra cabeza suena correcto, ah¨ª fuera, en el mundo real, suena como una zarzuela¡±. Me r¨ªo y jaleo y tambi¨¦n empiezo a plantearme lo de dejar de escribir columnas, porque pa¡¯qu¨¦ leches.
Pero nunca lo hago. Porque Zarracina es precisamente ese tipo raro de autor que de tan bueno nos obliga a los dem¨¢s a escribir mucho mejor. Con m¨¢s farra y m¨¢s audacia y m¨¢s iron¨ªa c¨¢ustica y a¨²n m¨¢s glorioso autodefenestre. Resaca cr¨®nica (2008) era estupend¨ªsimo, pero Es muy raro todo esto es el puro despiporre. Palabra.
Es muy raro todo esto. Pablo Mart¨ªnez Zarracina. Pepitas de Calabaza. 160 p¨¢gs.
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