G¨¦neros period¨ªsticos: la entrevista (II)
El que ha de lucirse es el entrevistado, no el entrevistador. Ni di¨¢logo ni pugilato
Yo clasifico la entrevista como subg¨¦nero dentro del contenedor que llamamos reportaje, porque es el reportaje a una persona, una visita a la realidad constituida por el contexto de vida del sujeto, su formaci¨®n, intereses y lo que se tercie. Pero si me dicen que la entrevista es un g¨¦nero per se, no lo discutir¨ªa porque los g¨¦neros son tan solo la superposici¨®n de un mapa, siempre te¨®rico, sobre la materialidad del trabajo period¨ªstico, aquello que nos permite saber qu¨¦ buscamos y, as¨ª, operar mejor.
La entrevista no es un di¨¢logo, sino un educado interrogatorio que no debe parecerlo
Una entrevista a alguien prominente, en lo que podr¨ªamos llamar gran formato, probablemente p¨¢gina entera, deber¨ªa ser tanto como la indagaci¨®n de un problema, conflicto o situaci¨®n, el esbozo de un perfil. El personaje sabe ciertas cosas que comunica, pero la forma de hacerlo, la jerarquizaci¨®n de sus preferencias, sus h¨¢bitos, cuando se imbriquen en esos contextos, forman parte esencial de la pesquisa; y digo pesquisa porque no es un di¨¢logo, sino un educado interrogatorio que no debe parecerlo; no se trata de dos potencias ret¨¢ndose a ver qui¨¦n es m¨¢s listo, como ocurre m¨¢s de lo necesario, sino el encuentro entre un investigador y el objeto de esa investigaci¨®n.
Probablemente hay tantos te¨®ricos de la entrevista como entrevistadores contumaces, y yo no soy una excepci¨®n. Por eso desgranar¨¦ cuatro ideas sobre lo que creo que conviene y no conviene hacer. La pr¨¢ctica totalidad de mis entrevistas lo han sido a personajes de la pol¨ªtica internacional, muchos de ellos de lengua no espa?ola, por lo que se han desarrollado en ingl¨¦s y en alguna ocasi¨®n en franc¨¦s, lo que nos da ya una primera ventaja: no transcribimos sino que hacemos una versi¨®n de lo que nos dijeron, con la seguridad de que todo va a quedar m¨¢s claro, pero ateni¨¦ndonos a la veracidad de que hemos entendido.
Es primordial entender que m¨¢s que preguntas formulamos est¨ªmulos para obtener respuestas
El entrevistador se ha preparado, ha estudiado al personaje, ha hablado con gente que le conoce, por lo com¨²n periodistas del pa¨ªs de que se trate, y llega con un plan, una lista de preguntas que considera vital formular. Pero lo primero es presentar cartas credenciales. El entrevistado, casi siempre un jefe de Estado o distinguido mandatario, puede pensar que menudo tost¨®n le aguarda, 45 o m¨¢s minutos de conversaci¨®n con alguien a quien no volver¨¢ a ver en su vida, y que regresar¨¢ a su pa¨ªs tan aleve de conocimientos como cuando lleg¨®. Pero ese primer momento deber¨ªa dejar claro que no va a perder el tiempo, que uno ha hecho los deberes, como cuando le pregunt¨¦ a Simon Peres cu¨¢l era el ¨²ltimo libro ¡ªen franc¨¦s¡ª que ten¨ªa en la mesilla de noche o a Rajiv Gandhi si guardaba todav¨ªa el osito de peluche (Biswas) al que de ni?o dorm¨ªa abrazado en el exclusivo internado de las estribaciones del Himalaya. Es como una ganz¨²a para abrir una caja de caudales, pero que no necesariamente debe publicarse como tal, aunque habr¨¢ entrevistadores que sostendr¨¢n que es mejor no revelar qu¨¦ sabemos para pillar desprevenido al estadista. Establecidas, entonces, las reglas y dimensiones del campo de juego, llegamos a la ilaci¨®n de las preguntas.
No tenemos que publicar las preguntas tal como las formulamos, sino como mejor se adapten a las respuestas
Empezar de una u otra manera implica un orden de cuestiones diferente. Y en nuestro plan de acci¨®n debe haber siempre varios recorridos posibles, con l¨®gicas narrativas tambi¨¦n distintas, de forma que las respuestas indicar¨¢n cu¨¢l de esas trayectorias es la m¨¢s adecuada. A¨²n m¨¢s, si de las respuestas no se deduce alterar el recorrido para repreguntar o reinventar tout court el interrogatorio, es probable que la entrevista vaya a ser menos interesante de lo que hab¨ªamos barruntado. Y es primordial entender que m¨¢s que preguntas formulamos est¨ªmulos para obtener respuestas. Tengamos presente que el sujeto contesta lo que quiere y cuando quiere, lo que implica que a la pregunta X podr¨¢ contestar en parte cuando esta se formule, pero que la continuaci¨®n puede aparecer en cualquier momento posterior del encuentro. Y eso significa que en los 45 minutos de grabaci¨®n ¡ªsiempre hay que grabar como precauci¨®n¡ª est¨¢n ocultas no ya una sino varias entrevistas relativamente distintas entre s¨ª, que el periodista deber¨¢ descubrir, como espele¨®logo en la cueva, y pienso que se deduce de lo anterior que no tenemos tampoco que publicar las preguntas tal como las formulamos, sino como mejor se adapten a las respuestas que hemos recompuesto de ese bloque sonoro que es la grabaci¨®n. Son funcionales, lo m¨¢s cortas posible, sin los ¡°piensa usted¡± y otros latiguillos manifiestamente prescindibles. El que ha de lucirse es el entrevistado, no el entrevistador. Ni di¨¢logo, ni pugilato: acolchado interrogatorio.
La entrevista es, pues, un viaje, como las road-movie del cine norteamericano, en la que por el camino ocurren tantas cosas que pueden hacer aconsejable plantearnos otra meta e incluso que el recorrido es la verdadera meta de nuestro trabajo. Por ello, las entrevistas no se acaban, sino que las acabamos, dejando para el final aquellos temas m¨¢s espinosos que formulados antes de tiempo podr¨ªan gafar toda la operaci¨®n. A eso le llamo yo abrochar el texto con alguna clase de prospectiva, de lo pr¨®ximo e inmediato, planes, sucesos, futuros planteamientos.
Y hasta aqu¨ª tan solo un primer acercamiento al subg¨¦nero entrevista, dejando para el cap¨ªtulo siguiente formatos ¡ªtem¨¢tica, de escenario, y virtual¡ª su utilidad, enfoque y tanto m¨¢s cuanto se me haya quedado por el camino en este itinerario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.