Por qu¨¦ nos gusta tanto ¡®Ocho apellidos vascos¡¯ (una y otra vez)
La pel¨ªcula tambi¨¦n arrasa en la televisi¨®n porque resiste bien la segunda o tercera vista. Quiz¨¢s no pretend¨ªa ser s¨ªmbolo de nada pero su mensaje es necesario
Pero ?quedaba alguien que no hubiera visto Ocho apellidos vascos, la pel¨ªcula que pulveriz¨® todos los r¨¦cords del cine espa?ol con 9,5 millones de espectadores en 2014, que luego fue lo m¨¢s descargado legal o ilegalmente, que vendi¨® monta?as en DVD, que hab¨ªa pasado ya por Canal +? Pues s¨ª deb¨ªan haberse quedado muchos con las ganas, pero es lo de menos: esta simp¨¢tica comedia resiste bien una segunda o tercera vez. Solo as¨ª se explica que este mi¨¦rcoles su emisi¨®n simult¨¢nea por Telecinco y Cuatro sumara la estratosf¨¦rica cifra de ocho millones de espectadores, un 47,5% de la audiencia, el filme m¨¢s visto en 20 a?os. M¨¢s que fen¨®meno, una apisonadora.
Ser¨¢ que contaban con un espectador repetidor, porque Telecinco prolog¨® la emisi¨®n con un documental de m¨¢s de media hora en que contaban la mayor parte de su argumento y reproduc¨ªan sus mejores escenas, salvando apenas el final. M¨¢s apropiado el especial emitido despu¨¦s del filme, que analiz¨® esa mirada fresca, valiente y tronchante a eso que llaman el conflicto, que ha sido muy tr¨¢gico. Humor que nos une ri¨¦ndose de lo que nos separa.
Se ha dicho todo de la pel¨ªcula de Emilio Mart¨ªnez L¨¢zaro, de esas que gustan m¨¢s al p¨²blico que a la cr¨ªtica, que la recibi¨® con frialdad. Si no es genial, es divertid¨ªsima, lo mejor que puede decirse de una pel¨ªcula de humor. Rompi¨® moldes al llenar de s¨¢tira pol¨ªtica ¡ªdel nacionalismo peque?o y cerril, de la Espa?a rancia y casposa¡ª una trama muy amable de comedia rom¨¢ntica de esas con boda pintoresca y en las que el amor todo lo puede. Es verdad que en los a?os de plomo no habr¨ªa sido posible, pero sus guionistas llevaban tiempo haciendo algo muy parecido en la serie de ETB Vaya semanita. Claro, sin cr¨ªmenes cada pocos d¨ªas, en un clima de pacificaci¨®n, est¨¢bamos m¨¢s listos para mofarnos de todos los t¨®picos territoriales, desde los vascos fanfarrones, de extra?os flequillos y aficionados al c¨®ctel molotov hasta el andaluz pijo y costalero o la extreme?a con una estatuilla de Tejero en su mesilla de noche. Por supuesto que no somos as¨ª, pero algo queda que nos hace partirnos de risa ante la parodia.
El ¨¦xito en la televisi¨®n ha calentado motores para que el pr¨®ximo 20 de noviembre ¡ªvaya fecha la elegida¡ª llegue a las salas la secuela: Ocho apellidos catalanes, en la que los cuatro protagonistas se instalan en un lugar de Girona de esos con estelades en todos los balcones, y se suman a los catalan¨ªsimos Berto Romero y Rosa Mar¨ªa Sard¨¢. Lograr¨¢ otro taquillazo aunque el contexto pol¨ªtico catal¨¢n, ay, no sea hoy tan propicio a la risa como el vasco. Quiz¨¢s no pretendieran convertirse en s¨ªmbolo de nada, pero el mensaje de concordia que desprende la saga le hace mucha falta a este desquiciado pa¨ªs que contiene, mal que bien, varios pa¨ªses.
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