Buena novela, historia err¨®nea
En 'El camino de los difuntos', Fran?ois Sureau consigue crear un extra?o clima de desasosiego en torno a un refugiado vasco, ETA y los GAL
El camino de los difuntos es una novela de 40 p¨¢ginas exactas, lo que permite recomendarla sin mucho riesgo de disgustar: el lector encontrar¨¢ en ella un relato tenso y narrativamente vigoroso. Fran?ois Sureau consigue crear un extra?o clima de desasosiego que invita a pensar en todo momento que una bomba va a estallar entre las p¨¢ginas. Hay algo infectado en las palabras, algo en ese pasado que el narrador evoca desde el principio que se sabe podrido y que arrastra en la lectura.
Resulta de alg¨²n modo asombroso que el autor pueda apuntar tantos temas sugerentes en una novela de frasco tan peque?o, pero al mismo tiempo resulta decepcionante que s¨®lo tire ¡ªy tampoco mucho¡ª de uno de los hilos. Sureau habla de la mentalidad de la izquierda (francesa, pero quiz¨¢s europea) en los a?os ochenta, del car¨¢cter universal o relativo de los derechos humanos, de la arbitrariedad inevitable en la administraci¨®n de justicia o de los abusos de los p¨ªcaros en la adjudicaci¨®n del estatus de refugiado.
El camino de los difuntos plantea un dilema moral de fuste, sobre todo en estos tiempos de migraciones forzosas en todo el planeta y de conflictos pol¨ªticos, ¨¦tnicos, territoriales e identitarios que expulsan a miles de personas de sus hogares. Un juez franc¨¦s, petit bourgeois, de izquierdas, tiene que decidir sobre la renovaci¨®n del estatus de refugiado de un individuo que lleva muchos a?os en Francia en ese r¨¦gimen. El individuo asegura que si se le niega la renovaci¨®n tendr¨¢ que volver a su pa¨ªs y ser¨¢ tal vez asesinado. Los jueces, despu¨¦s de examinar todas las variables, toman su decisi¨®n. No quiero hacer un spoiler, aunque la intriga no es lo fundamental del libro.
Le¨ªda en Jap¨®n, en Somalia o en Nueva Zelanda, esta novela no tendr¨ªa quiz¨¢ ning¨²n reparo. El dilema est¨¢ irreprochablemente planteado y las fuerzas del destino act¨²an con su valor literario caracter¨ªstico. El problema es que los elementos del conflicto los tenemos bien sabidos en Espa?a: un refugiado vasco, ETA y los GAL. Y el uso que el autor hace del conflicto terrorista es cuando menos interesado y algo torcido. La elecci¨®n de un refugiado que mat¨® a Melit¨®n Manzanas (el autor lo inventa, pues nunca se supo el nombre de los asesinos; y de ese modo, haciendo historia-ficci¨®n con un suceso tan llamativo, enturbia cualquier simbolismo moral), que repudi¨® luego a la ETA posfranquista y que siente la amenaza de los GAL deja poco margen al rigor y prueba que Sureau acierta al dibujar al principio a su personaje: ¡°Segu¨ªamos siendo de izquierdas [¡], pero al mismo tiempo llev¨¢bamos aquellas rid¨ªculas chaquetas austriacas sin cuello [¡] que prestaban a los militantes de vacaciones un aire heideggeriano¡±. Es un debate antiguo: ?existen buenas novelas con historias equivocadas? Yo creo que s¨ª, y esta es una de ellas.
El camino de los difuntos. Fran?ois Sureau. Traducci¨®n de Laura Salas Rodr¨ªguez. Perif¨¦rica. C¨¢ceres, 2015. 56 p¨¢ginas. 11 euros
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