Siempre nos quedar¨¢ Mahler
Andris Nelsons (Riga, Letonia, 1978) reconoce que le habr¨ªa encantado conocer a Mahler en persona. Imposible, al llevar muerto m¨¢s de un siglo, pero tambi¨¦n comprensible. Su m¨²sica parece tan actual y cercana que hasta los productores de la Warner quisieron contratar sus servicios como compositor f¨ªlmico tras el ¨¦xito de Morte a Venecia en 1971. A Nelsons le habr¨ªa gustado preguntarle por el famoso Adagietto de su Quinta sinfon¨ªa, cuyo tempo deber¨ªa ser m¨¢s r¨¢pido que en la famosa banda sonora utilizada por Visconti. El director let¨®n se decant¨® el pasado viernes por un tempo m¨¢s introspectivo y cercano a Leonard Bernstein que por el car¨¢cter adagietto (m¨¢s r¨¢pido que adagio) de un Bruno Walter, buen amigo del compositor. Fue una Quinta actual, impresionante y llena de contrastes. Tamizada por esas vivencias que, seg¨²n Bernstein, han convertido a Mahler en una especie de profeta de los horrores de nuestro tiempo. Tan presentes en un d¨ªa como hoy.
LUCERNE FESTIVAL ORCHESTRA.
Obras de Mozart y Mahler. Lucerne Festival Orchestra. Dir.: Andris Nelsons. Temporada XLVI de la Fundaci¨®n Iberm¨²sica. Auditorio Nacional, 13 de noviembre.
La Quinta de Mahler carece de programa, pero parece claro que su dise?o inicial se vio alterado por el encuentro con Alma Schindler en noviembre de 1901. Tras dos primeros movimientos f¨²nebres y vehementes, o un scherzo plagado de humor negro, aparece Alma y todo cambia con el amoroso Adagietto o la henchida felicidad del Allegro giocoso final. Un viaje desde el l¨²gubre Do sostenido menor al luminoso Re mayor que Nelsons salpic¨® de momentos inolvidables por cohesi¨®n, intensidad, suspensi¨®n y emotividad con ese estilo gestual calist¨¦nico tan caracter¨ªstico suyo. Su gesti¨®n de las transiciones de esta partitura (como los dos tr¨ªos del primer movimiento), el manejo de la tensi¨®n (en el segundo), las texturas (del Scherzo) y la coherencia con que resolvi¨® ese referido cambio afectivo de la tercera y ¨²ltima parte de la obra la convirtieron en una versi¨®n de absoluta referencia. Tampoco se qued¨® atr¨¢s la Sinfon¨ªa n? 36 ¡®Linz¡¯ de Mozart en la primera parte, un maridaje ideal con Mahler por haber sido su compositor favorito y fallecer invocando insistentemente su nombre, tal como recuerda Daniel Mu?oz en sus interesantes notas al programa.
Obviamente nada hubiera sido posible sin la impresionante Lucerne Festival Orchestra que regresaba a Iberm¨²sica tras aquella sensacional Novena de Mahler en octubre de 2010 con Claudio Abbado. El esp¨ªritu del director milan¨¦s sigue vivo en esta orquesta formada por solistas y amigos como prueba fehaciente de que su concepto del ¡°Zusammenmusizieren¡± le ha sobrevivido. Un ¡°ej¨¦rcito de generales¡±, que dir¨ªa Charles Burney, donde todos se escuchan y se apoyan entre s¨ª, pero donde reina la excelencia de los primeros atriles de grandes orquestas europeas junto a los integrantes de la Mahler Chamber Orchestra y prestigiosos grupos de c¨¢mara como los cuartetos de Leipzig o Hagen. Fue un lujo contar con el solo inicial de trompeta de Reinhold Friedrich, las intervenciones del trompista Alessio Allegrini en el Scherzo, esa cuerda comandada por el concertino Sebastian Breuninger con el m¨ªtico Wolfram Christ al frente de las violas o la presencia espa?ola del obo¨ªsta Lucas Mac¨ªas Navarro, el flautista Paco Varoch y los trompistas Jos¨¦ Miguel Asensi y Jos¨¦ Vicente Castell¨®. Pase lo que pase, siempre nos quedar¨¢ Mahler.
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