Elvis Costello, Josh Ritter, Oneohtrix Point Never
Tres discos, tres rese?as, tres calificaciones
EL DISCO DE LA SEMANA: Elvis Costello - Unfaithful music & soundtrack ¨¢lbum
A mediados de los a?os ochenta, entrevist¨¦ al grupo Van Halen, la formaci¨®n original. En un momento, el cantante David Lee Roth me mir¨® fijamente y me solt¨®: "Ya entiendo el porqu¨¦ de que Elvis Costello guste tanto a los cr¨ªticos de rock: todos llev¨¢is gafas". Carcajada general.
Supongo que David pretend¨ªa decir que Elvis se parec¨ªa mucho al perfil de cualquier periodista musical: un tipo feo con pretensiones de erudito, experto en el uso b¨¦lico de las palabras, con curiosidad por muchas m¨²sicas. En sus primeros 10 a?os, Costello public¨® una docena de elep¨¦s donde se atrevi¨® con el soul, el country y lo que ahora llam¨¢bamos Americana. De insolente espadach¨ªn de la new wave hab¨ªa saltado a tocar con ilustres jazzmen o con la banda de Elvis Presley. Produjo a The Specials y The Pogues, sac¨® discos incordiantes bajo seud¨®nimo. Era el artista de los chicos listos: ninguna casualidad que, en E.T., Spielberg colocara un p¨®ster suyo en la habitaci¨®n de los chavales que acogen al alien¨ªgena.
Ver¨ªamos luego otras prodigiosas acrobacias costellianas. El bocazas que, en 1979, hab¨ªa sido objeto de reprobaci¨®n universal en Estados Unidos por unas frases racistas lanzadas en medio de una bronca alcoh¨®lica, con el tiempo ascender¨ªa a la categor¨ªa de perejil de todas las salsas, presente en actos de pajarita y movidas institucionales. Colabor¨® con Burt Bacharach, Allen Toussaint o ?Paul McCartney! Trabaj¨® con m¨²sicos de formaci¨®n cl¨¢sica, sali¨® en series de televisi¨®n, present¨® su propio programa¡
Artista: Elvis Costello
Disco: Unfaithful music & soundtrack ¨¢lbum
Sello: Universal.
Calificaci¨®n: 8 sobre 10.
Ahora se publica una antolog¨ªa, un doble CD que te¨®ricamente sirve de banda sonora para su reciente autobiograf¨ªa, Unfaithful music & disappearing ink. Costello siempre ha rentabilizado su cat¨¢logo discogr¨¢fico, con reediciones que doblaban la duraci¨®n de los elep¨¦s originales. Aqu¨ª se ha permitido putaditas como cambiar las versiones can¨®nicas de algunos ¨¦xitos por directos o maquetas y, lo siento, eso baja la puntuaci¨®n.
Otro asunto es que nadie se va a resistir a comparar la m¨²sica de sus inicios, que parec¨ªan borbotones imparables de ira, con la que factura el Elvis Costello respetable de los ¨²ltimos tiempos. Lo que ahora hace nunca es menos que "interesante" (temible palabra), pero suele acercarse a los ejercicios de estilo, al "miren qu¨¦ listo soy".
Lo es, desde luego, pero uno tiene la sospecha de que, en muchos casos, las enrevesadas letras han determinado la estructura mel¨®dica de las canciones. Costello puede ser un narrador tan opaco como Donald Fagen, pero aqu¨ª no encuentras los complementos vitam¨ªnicos de Steely Dan. Hagan la prueba con Cinco minutos con vos, procedente del disco con The Roots (2013). ?Una historia sobre la represi¨®n durante la dictadura argentina? ?La guerra de las Malvinas vista desde Buenos Aires? ?Fantas¨ªas de un gringo con un libro de frases para turistas?
?l sabe d¨®nde est¨¢ su granero: vean su actuaci¨®n en Glastonbury 2013 y comprobar¨¢n que el repertorio pertenece mayormente a los primeros tiempos. Cierto: entr¨® a matar, cancionero de batalla, tras un famoso pinchazo en Glastonbury 2005 que le hizo amenazar con no volver a tocar jam¨¢s en Inglaterra.
Con todo, sigue siendo un fiable proveedor de ¡°m¨²sica de calidad¡± (otro peligroso sintagma). Y aqu¨ª demuestra tambi¨¦n que tiene madera de monologuista: el final del segundo disco es un medley de tres an¨¦cdotas no incluidas en el libro. D¨¦jenme decirles que el jod¨ªo sabe manejar el tono y el ritmo. Como era previsible. Diego A. Manrique
Josh Ritter - Sermon on the rocks
A Josh Ritter le rompieron el coraz¨®n en la antesala a The beast in its tracks. Producto de ese terremoto emocional, el caldo de cultivo del que iba a ser el s¨¦ptimo disco en su cuenta, se transformaba irremediablemente en una oda al desaliento. Unas canciones que reflejaban el inevitable y comprensible estado de animo; aquella sesi¨®n funcionaba como terapia, y al m¨²sico de Idaho le brot¨® la inspiraci¨®n. No era una novedad trat¨¢ndose de ¨¦l, Josh Ritter llevaba m¨¢s de una d¨¦cada entregando una serie de discos colosales, desde 2003 con Hello starling, posteriormente aterrizaron con un talante parecido The animal years, The historical conquests of Josh Ritter o So runs the world away (quiz¨¢s su disco m¨¢s equilibrado y el que mejores cr¨ªticas recibi¨® hasta la publicaci¨®n de The beast in its tracks).
Artista: Oneohtrix Point Never
Disco: Sermon on the rocks
Sello: Popstock!
Calificaci¨®n: 7 sobre 10
En virtud de lo que hab¨ªa vivido Josh Ritter tras su ruptura, cogi¨® unas cuantas mudas, las meti¨® en un petate y se fue a Nueva Orleans con las aventuras de Mark Twain en mente. Euf¨®rico y desprejuiciado, de repente los tonos grises se tornan colores vivos, cambio de chip, de actitud. Hab¨ªa llorado todo lo que pudo y necesit¨®, dej¨® el dep¨®sito de la alegr¨ªa vac¨ªo, ahora el reto era llenarlo. Y para surtirlo de combustible vital, canciones nuevas con otra fachada. Con su sello y ese porte elegante, sonido americana en el mejor sentido de la palabra. No obstante, en Serm¨®n on the rocks el folk y el country pasan a un segundo plano, en esta ocasi¨®n cobra m¨¢s protagonismo el rock n?roll en su faceta m¨¢s gamberra.
Trina Shoemaker (colaboradora de Sheryl Crow o Dixie Chicks) conspira con Josh en la producci¨®n del disco, que es m¨¢s din¨¢mico y tiene m¨¢s ritmo. Birds of the meadow alerta, nos pone en fila de a uno, en Young moses plasma algo evidente, la m¨²sica irlandesa tambi¨¦n est¨¢ en su ADN, mientras que en Henrietta, Indiana pellizca la belleza de un medio tiempo magn¨ªfico. Ritter experimenta con su voz, las guitarras ara?an. Getting ready to get down contagia vitalidad y optimismo, ¨¦ste es el single que podr¨ªa servir de reclamo para que las masas sepan de su existencia. Para contrarrestar a tanta adrenalina, en Seeing? me around recobra el marchamo de anteriores obras, intimidad e intriga van cogidas de la mano. Home coming es su coartada espiritual, por The stone se pelear¨ªan en un cuadril¨¢tero Ryan Adams y M. Ward. Con la Biblia como testigo y los versos de sus escritores favoritos como pulm¨®n, ahora ya no hay excusas: Josh Ritter merece el reconocimiento que todav¨ªa se le resiste. Toni Castarnado
Oneohtrix Point Never - Garden of Delete
En cierta escena de la serie Girls que ya se ha convertido en m¨ªtica, el personaje de Lena Dunham se vende a s¨ª mismo afirmando que bien podr¨ªa ser la voz de su generaci¨®n¡ Pero ?no es "la voz de una generaci¨®n" un concepto caduco y anticuado? Internet ha multiplicado las voces del siglo XXI, les ha ofrecido un espacio que suena a pesadilla ultras¨®nica capaz de romperte los t¨ªmpanos. As¨ª las cosas, cuando las voces abundan, lo que hay que capturar es m¨¢s bien el pensamiento que fluye por debajo de ellas.
Artista: Oneohtrix Point Never
Disco: Garden of Delete
Sello: Warp
Calificaci¨®n: 8 sobre 10
Y eso es lo que siempre ha hecho Daniel Lopatin. Puede que, al principio, no le vi¨¦ramos las orejas al lobo: su presentaci¨®n en sociedad como mitad del d¨²o Games hac¨ªa imposible adivinar que acabar¨ªa siendo uno de los paladines del vaporwave. Fue este un g¨¦nero musical que, como el vapor, dur¨® poco en el aire y dej¨® tras de s¨ª una curiosa afici¨®n por construir canciones livianas, casi de muzak, a partir de samplers extra¨ªdos de casettes y cintas VHS de los ochenta. De hecho, Replica (Mexican Summer, 2011), uno de los discos que ayud¨® a situar a Lopatin en el panorama de la electr¨®nica actual ya bajo el alias de Oneohtrix Point Never, estaba construido a partir de sonidos de anuncios de televisi¨®n ochenteros desollados por un salvaje cut¡¯n¡¯paste.
Esta t¨¦cnica vuelve a hacer acto de presencia en Garden of Delete, por mucho que estos lodos ya no tengan nada que ver con los polvos del vaporwave. Aqu¨ª, Lopatin coge constantes vitales de g¨¦neros muy en boga y los ensambla en un fascinante monstruo de Frankenstein: de las variantes m¨¢s agresivas del metal toma diab¨®licos riffs de guitarras, del EDM hereda voces que suenan a virus digital y de la electr¨®nica inteligente de los noventa, de maestros como Aphex Twin o Autechre, asimila la capacidad para tratar el sonido como fractales mentales, como paisajes generados por un ordenador defectuoso.
Hay que tener en cuenta, adem¨¢s, que Garden of Delete se ha lanzado como una experiencia cross-media¡ Cuenta la leyenda que Lopatin se encontr¨® con Ezra, un alien humanoide que le entreg¨® un USB que conten¨ªa los archivos del disco. Ezra no solo es el protagonista del ¨¢lbum, sino tambi¨¦n el autor de un blog con posts de 1994 y el representante de un g¨¦nero, el hypergrunge, con bandas punteras como Kaoss Edge. Todo ficci¨®n, claro: una ficci¨®n que se expande en los primeros v¨ªdeos de temas extra¨ªdos del disco, en los que unos ni?os juegan a rol en vivo ataviados con trajes que llevan cosidos CD y Tamagotchis. Las referencias a los ochenta y los noventa copulan con una prof¨¦tica visi¨®n futurista tanto en lo est¨¦tico como en lo musical¡ Y el resultado es el pensamiento (disperso) de una generaci¨®n. La generaci¨®n del s¨ªndrome de atenci¨®n. La generaci¨®n de la ultra-violencia como arma para provocar emociones en las consciencias adormiladas y entumecidas. Ra¨¹l de Tena
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