Una influencia larga y sostenida
Desnudas, sensuales, intensas, trazadas con una pulcritud de l¨ªnea innegable, las mujeres del pintor han calado hondo en diferentes artistas de muy distintos estilos a lo largo de los siglos XIX y XX
S¨®lo con mirarlas queda claro lo dif¨ªcil que resulta sustraerse a su fascinaci¨®n. Desnudas, sensuales, intensas, trazadas con una pulcritud de l¨ªnea innegable, las mujeres de Ingres, odaliscas y ba?istas, de espaldas o volviendo apenas la cabeza desde?osa hacia el espectador, han inaugurado una forma de manufacturar el deseo en Occidente que ha calado hondo en diferentes artistas de muy distintos estilos a lo largo de los siglos XIX y XX. De Ingres parte, entre otras propuestas, la pintura orientalista que en Francia cultivar¨¢ G¨¦r?me, cuyos mercados de esclavas no s¨®lo se convierten en la excusa perfecta para exhibir bellas mujeres, sino que muestran la pasi¨®n por el dibujo que subraya cada l¨ªnea del pintor de Montauban y sus desnudos, mucho m¨¢s que meros ejercicios ret¨®ricos sobre el deseo en los ojos de quien mira. ?Qu¨¦ m¨¢s da que los harenes sean s¨®lo una fantas¨ªa m¨¢s entre las fantas¨ªas masculinas de nuestra cultura? Lo que realmente cuenta es la forma en la cual Ingres inaugura un sue?o reiterado m¨¢s tarde por los que siguieron los pasos de sus anatom¨ªas prodigiosas. Lo esencial es la escrupulosa precisi¨®n de contornos de Ingres, uno de los m¨¢s audaces dibujantes de historia de la pintura.
Otro estupendo dibujante como Degas, el propio Picasso, ten¨ªa a Ingres como referente constante
Tal vez por eso Degas, formado con artistas pr¨®ximos a Ingres, vivi¨® y pint¨® obsesionado por la lecci¨®n del maestro, de quien heredar¨ªa el inter¨¦s por el Renacimiento italiano. Es la precisi¨®n elegante de vol¨²menes exquisitos que regresa martilleante en los desnudos del impresionista franc¨¦s. De hecho, su formaci¨®n en el desnudo acad¨¦mico, considerado por esos a?os una de las disciplinas m¨¢s complejas y m¨¢s formativas, instruye la mano de Degas ¨Ctambi¨¦n un dibujante excepcional- en un trazo riguroso que muestran sus modelos de espaldas, a menudo sorprendidas por el pintor en los momentos ¨ªntimos, una escenograf¨ªa de cuerpos femeninos que vuelve a aparecer en las conocidas bailarinas.
No ser¨ªa el ¨²nico en mirar hacia Ingres. Otro estupendo dibujante, el propio Picasso, m¨¢s all¨¢ de las posibles relaciones en su periodo de vuelta al clasicismo, se tropieza con El ba?o turco en el Sal¨®n de Oto?o de 1905 y desde ese momento Ingres se convierte en referente constante para el malague?o. Viaja en varias ocasiones a Montauban y se dice incluso que en su estudio colgaba una reproducci¨®n de La gran Odalisca ¨Ctal vez inspiraci¨®n para sus series del pintor y la modelo. No es ning¨²n secreto la influencia que el conocido har¨¦n tiene en La se?oritas de Avigon de 1907, donde las mujeres y el eunuco de la obra un a?o anterior, acaban por convertir el teatro de la mirada de Ingres en otro escenario: el de un burdel donde los desnudos tradicionales se trastocan y se fulminan.
Quiz¨¢s es la propia precisi¨®n en el dibujo lo que llamar¨¢ la atenci¨®n de Dal¨ª
Quiz¨¢s es la propia precisi¨®n en el dibujo lo que llamar¨¢ la atenci¨®n de Dal¨ª. Si los retratos de Gala de espaldas -de 1945 y 1960- son un homenaje bastante literal a La ba?ista, la pintura temprana de la hermana Ana Mar¨ªa bebe de id¨¦nticas fuentes y los Pensamientos del Ingres ¨Cconvertido en una especie de presencia protectora al inicio de la carrera de Salvador Dal¨ª- son citas obligadas en la muestra de las galer¨ªas Dalmau.
Luego estar¨ªa la lectura un poco ir¨®nica de Man Ray y su foto de 1924: un cuerpo femenino con turbante, de espaldas, convertido en un instrumento musical. Y la revisi¨®n feminista de Sylvia Sleight, quien en los a?os 70 del XX convert¨ªa a las cuerpos an¨®nimos del har¨¦n neoclasicista en j¨®venes descarados, listos para seducirnos desde su identidad desvelada, parte de un juego de subversiones que Ingres volv¨ªa a protagonizar.
Babelia
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