Nunca cambia nada
La novela 'Sin presente' de Lionel Tran tiene perplejidad existencial de alto vuelo, aunque sin emoci¨®n
La mayor ense?anza de Sin presente, la segunda novela de Lionel Tran, es que los lamentos de cada generaci¨®n se parecen mucho unos a otros. Cada generaci¨®n cree que es la m¨¢s maltratada de la historia y cree al mismo tiempo que ser¨¢ capaz de cambiar el mundo. Y ninguna de las dos cosas son nunca ciertas.
Lionel Tran naci¨® en 1971, en Francia, y cuenta en esta novela una historia que se parece bastante a su propia vida. En 1989, en plena era Mitterrand, un grupo de j¨®venes artistas buscan su identidad en el arte y en los m¨¢rgenes de las convenciones sociales. Son hijos de los h¨¦roes de Mayo del 68 y han vivido por lo tanto a la sombra de la revoluci¨®n frustrada. Saben de primera mano que debajo de los adoquines no hab¨ªa playas. Han recibido una educaci¨®n progresista y han habitado un mundo razonablemente pr¨®spero. Sin embargo, sus sue?os son menguados y se van volviendo nihilistas. Creen no s¨®lo que no haya futuro para ellos, como suele ser habitual en los j¨®venes de cualquier ¨¦poca, sino que ni siquiera hay presente. El t¨ªtulo, eficaz y algo despiadado, lo apunta desde el principio.
La novela es ¨¢spera y no tiene ni una sola concesi¨®n a las emociones. Y eso, que sin duda es una de sus virtudes, se convierte tambi¨¦n en su mayor debilidad. Lionel Tran se suma a esa tradici¨®n tan francesa del objetivismo, que desde Marguerite Duras a Claude Simon tiene muchos ¨¢ngulos diferentes. El autor mira y describe, enumera, reproduce di¨¢logos o titulares de prensa, pero nunca enjuicia ni glosa la realidad. Fotograf¨ªa los hechos ¡ªlos hechos que ¨¦l mismo ha seleccionado¡ª sin reflexionar sobre ellos. Algunos opinan que ¨¦sta es una forma de tratar al lector como a una persona adulta capaz de hacer su propia elaboraci¨®n literaria; yo, en cambio, creo que es casi siempre una forma de dejar el trabajo sin completar, pues lo que al lector le interesa ¡ªincluso al adulto¡ª es la mirada inquisitiva del autor. ¡°Cuando las releo, mis palabras est¨¢n vac¨ªas. Sin embargo, al teclearlas, ten¨ªa la impresi¨®n de que estaban llenas de vida¡±, dice el narrador de la novela, y cabe imaginar que es un sentimiento que Tran ha compartido alguna vez.
En Sin presente hay, en todo caso, una perplejidad existencial de alto vuelo: ¡°Quiz¨¢ no hayamos tenido la suerte de conocer la guerra, quiz¨¢ hubiera sido mejor nacer en una ¨¦poca m¨¢s dura, en la que tuvi¨¦ramos menos opciones, en la que nos hubi¨¦ramos visto obligados a luchar para sobrevivir [¡], en la que tener sue?os y aspiraciones estuviese reservado a los hijos de los arist¨®cratas¡±. Lionel Tran retrata un mundo en tonos sombr¨ªos: el arte como refugio, las drogas, la incomunicaci¨®n humana, el sexo inane, la amistad perdida, la violencia y el terrorismo como paisaje social. No hay historia, no hay trama: la novela est¨¢ compuesta por fogonazos de brutalidad que van relatando la educaci¨®n sentimental del protagonista desde los 18 a?os, cuando cree que el futuro es suyo, hasta los 30, cuando desolado se pregunta si ¡°esa idea de vivir fuera de la sociedad comercial, fuera del mundo del trabajo, esa idea de no servir para nada, de llevar una existencia puramente libre y gratuita, no era m¨¢s que una mentira, una ilusi¨®n¡±.
La moraleja de Sin presente es ¨¢cida y demoledora: ser joven es una tarea siempre atroz y condenada al fracaso.
Sin presente. Lionel Tran. Traducci¨®n de Laura Salas Rodr¨ªguez. Perif¨¦rica. C¨¢ceres, 2015. 152 p¨¢ginas. 16 euros
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