El diario de Alejandro Rossi

Ahora s¨¦ que en los mismos d¨ªas de 1994 en que trat¨¦ en Guadalajara (M¨¦xico) al gran escritor Alejandro Rossi, ¨¦l escribi¨® en su diario personal que acababa de ver con claridad un tema que en realidad le rondaba desde hac¨ªa a?os, un tema tan simple como complejo: el destino propio realizado por otro.

"Todo lo que Fulano se propone lo realiza, tarde o temprano, Zutano. Siempre se le adelanta. Mejor dicho: Zutano es el ejecutor de los proyectos. ?No es un tema, por cierto, de Henry James? Construir ese cuento es muy dif¨ªcil", escribe en su diario.

Hago memoria y me doy cuenta de que, al coincidir en el ascensor de un hotel del centro de Guadalajara, ¨¦l dio mucha importancia a algo muy banal que dije solo para vencer el miedo al otro que se produce cuando alguien entra en tu ascensor. Le dije: "Mira, llevamos la misma camisa".

Como s¨¦ que estuvo tiempo dando vueltas a esa frase, me pregunto si en alg¨²n momento no lleg¨® a planear que yo me convirtiera en el ejecutor de sus proyectos.

?Cu¨¢ntas veces la cr¨ªtica literaria ¡ªaun la mejor¡ª olvida la escritura y solo busca al autor! Alejandro Rossi

Indiscutiblemente su mejor libro fue Manual del distra¨ªdo, una obra maestra publicada en 1978 (con ediciones en nuestro pa¨ªs, todas descatalogadas), a medio camino entre el ensayo a la manera de Montaigne y el cuento. Destaca, por encima de todos, el texto inicial dedicado a Borges, que entiendo que es el mejor que se ha escrito nunca sobre este autor, lo que ya es decir, teniendo en cuenta la cantidad de ensayos que se han escrito sobre Borges. Pero es que el autor de Manual del distra¨ªdo ten¨ªa la virtud de saber decir sobre los m¨¢s diversos asuntos lo que no hab¨ªa dicho antes nadie. En La p¨¢gina perfecta, su ensayo sobre Borges, brilla con di¨¢fana claridad la inteligencia de Rossi (1932-2009), la misma que se hace visible en su diario personal, a¨²n no editado, pero del que se han publicado algunos fragmentos recientemente en Letras Libres.

En uno de esos fragmentos, Rossi percibe algo que hoy en d¨ªa se nota clamorosamente, por ejemplo, cuando los periodistas, salt¨¢ndose lo que de ficci¨®n pueda tener el libro que se publica, preguntan qu¨¦ hay de aut¨¦ntico en ¨¦l. Sostiene Rossi: "?Cu¨¢ntas veces la cr¨ªtica literaria ¡ªaun la mejor¡ª olvida la escritura y solo busca al autor! La biograf¨ªa, la reconstrucci¨®n de una grande o peque?a visi¨®n de mundo personal, como si se tratara de encontrar el sitio exacto desde el cual se hizo la fotograf¨ªa. ?Ser¨¢ que en el fondo no se cree en el mundo narrado? El autor ser¨ªa el ¨²nico personaje interesante. La convicci¨®n de que la literatura es confesi¨®n".

El Rossi que aparece en los diarios es un Rossi impresionante, al menos para los que tuvimos la suerte de conocerle, pues aparece un talento alt¨ªsimo, gravemente insatisfecho con lo que ha alcanzado, como cuando un 22 de octubre de 1995 la verdad desagradable asoma y escribe: "El relato aut¨¦ntico ser¨ªa aquel que narrara c¨®mo una gran inteligencia se licua en la pereza, el miedo y la angustia. Poco a poco se pierde, como esos bultos que desaparecen en el agua y al final solo se ven unas cuantas burbujas".