Cracker: ¡°No hay clase media musical, solo estrellas y gente en apuros¡±
La banda californiana salta del rock furioso al country m¨¢s apacible con historias de perdedores de la crisis. Su gira europea, con 11 conciertos en Espa?a, no se rinde al terror
Antes de coger el avi¨®n de Atlanta a Madrid para iniciar su gira europea, la banda californiana Cracker subi¨® a su p¨¢gina de Facebook una foto del toro de Osborne. Sus seguidores les preguntaban si iban a mantener los conciertos previstos tras los atentados de Par¨ªs, que han llevado a otros grupos a cancelar compromisos. La respuesta estaba en el castizo toro y sus "cojones gordos", expresi¨®n que pronuncian en espa?ol. "Si no tocamos, habr¨¢n ganado ellos. Deber¨ªamos imprimir ese lema en camisetas", afirma David Lowery (San Antonio, Texas, 1960), cantante y l¨ªder de la banda, de buen humor en la tarde del d¨ªa de su llegada pese al jet lag. "Nos dec¨ªan: ¡®Pero, t¨ªos, c¨®mo vais a tocar en Europa¡¡¯. Por supuesto que vamos a hacerlo, para que se jodan", abunda Johnny Hickman (Redlands, California, 1956), guitarrista principal y la otra mitad del n¨²cleo de Cracker, formaci¨®n de country-rock alternativo que en 25 a?os de carrera han completado un n¨²mero variable de m¨²sicos que entran, salen y a veces regresan. "La mejor defensa contra esos monstruos es seguir con tu vida. La otra salida es encerrarte en casa como en una c¨¢rcel. Y eso es justo lo que quieren".
El grupo proclama su predilecci¨®n por Espa?a. ?Eso dir¨¢n en todas partes? Quiz¨¢ sea as¨ª, pero lo cierto es que Espa?a acoge 11 de los 14 conciertos de esta gira (los otros tres, en Londres, Holanda y Z¨²rich). Y el p¨²blico tampoco se ha achantado: las entradas est¨¢n agotadas en Madrid o Vitoria y a punto de hacerlo en otras ciudades.
Muchas bandas norteamericanas se han movido entre el country y el rock en el ¨²ltimo medio siglo, pero pocas saltan de un g¨¦nero a otro con el desparpajo de Cracker. Lo prueba su ¨²ltimo ¨¢lbum, el ambicioso Berkeley to Bakersfield, en realidad dos discos enfrentados, todo rock el primero y todo country el segundo, lo urbano contrapuesto a lo rural. En la bah¨ªa de San Francisco, Berkeley es una ciudad de tradici¨®n contestataria desde que su campus fue cuna de la revoluci¨®n hippy. As¨ª que el disco Berkeley suena a rock furioso y garajero, con ramalazos del punk y letras sat¨ªricas o combativas. Un ejemplo: "Esperad vuestro turno, vuestra pobreza nos hace progresar. No os quej¨¦is, somos m¨¢s ricos y listos que vosotros", reza ¡®March of the Billionaires¡¯, que bien podr¨ªa ser un himno para los indignados. En el primer corte, la balada folk 'Torches and Pitchforks', el narrador promete combatir sin descanso "a vuestros matones y agobados, a vuestros guardias de seguridad".
Bakersfield, a cinco horas de coche y en el interior de California, es una ciudad vaquera, petrolera y ultraconservadora, capital del country ¡ªen particular del sonido twang¡ª en ese Estado. El disco Bakersfield es apacible. Se impone lo ac¨²stico, la ?steel guitar y las letras costumbristas. Piezas como ¡®Almond Grove¡¯ cuentan historias de perdedores, del yonqui al soldado muerto, o de esos tantos que han acabado durmiendo en un coche o una estaci¨®n de metro. Otra canci¨®n de tono melanc¨®lico, 'Tonight I Cross the Border', habla de la desesperaci¨®n de pasar la frontera desde el sur aunque sea de la mano de los traficantes de personas.
Como hilo com¨²n, un mosaico humano pegado a cada territorio con el trasfondo de la creciente desigualdad, que Lowery ve en niveles ¡°extremos¡± en EE UU. ¡°De Berkeley y Bakersfield nos interesaba esa oposici¨®n entre izquierda y derecha. Y nos ha sorprendido que nuestra posici¨®n cr¨ªtica es asumida por mucha gente de la derecha. Nos est¨¢n diciendo: ¡®S¨ª, estamos de acuerdo, est¨¢n pasando cosas extra?as¡¯. Este disco ha sido como un puente entre esas dos formas de ver las cosas. No era la intenci¨®n inicial, pero ha funcionado as¨ª¡±.
El empobrecimiento de la clase media ¡ªsu ¡°eliminaci¨®n¡±, corrigen¡ª tambi¨¦n se produce en la m¨²sica: ¡°Ya no hay clase media: hay grandes estrellas del pop y todos los dem¨¢s pasan apuros¡±, explica Lowery, matem¨¢tico, profesor universitario y activista, desde el blog The Trichordist, por los derechos de los artistas. Sostiene que, en contra de lo que parece, la era digital y la pirater¨ªa no han debilitado a las discogr¨¢ficas frente a los autores, sino que las han fortalecido. El mercado del disco est¨¢ ¡°como la Edad Media: dominado por grandes se?ores. Internet ha sido muy bueno para la creatividad, pero no para hacer dinero con ella¡±. Le alarma que un 1% de los artistas se lleve el 77% de los ingresos, ¡°y eso va a peor cada a?o¡±. Los m¨²sicos independientes pueden lograr cierta visibilidad y grabar discos de calidad. Pero no recogen ni las migajas del negocio.
Cracker sabe lo que es plantar cara a un gran sello. Cuando, en 2006, Virgin apur¨® su relaci¨®n con un ¨¢lbum de grandes ¨¦xitos (Get On with It) que no contaba con la aprobaci¨®n de la banda, esta grab¨® en paralelo su propia recopilaci¨®n, pero en nuevas versiones que sac¨® a la venta el mismo d¨ªa: se llama Greatest Hits Redux y contiene viejas joyas a las que sacan nuevo brillo como ¡®Euro-Trash Girl¡¯.
?Cu¨¢l es el futuro? Lowery y Hickman rechazan la idea del todo gratis y creen en los sistemas de suscripci¨®n como Spotify, pero plantean otra forma de retribuci¨®n que prime a las bandas m¨¢s modestas a costa de las triunfadoras. Pero eso, admiten, es dif¨ªcil de defender en un pa¨ªs hostil a las ideas de progresividad y redistribuci¨®n. ¡°No tengo una soluci¨®n que quepa en un tuit¡±, ironiza Lowery.
Berkeley to Bakersfield tuvo una larga gestaci¨®n, cinco a?os desde el anterior ¨¢lbum, lapso en el que Lowery y Hickman lanzaron proyectos en solitario sin dejar de colaborar. Ahora no tienen prisa por empezar su siguiente disco, lo que no ocurrir¨¢ antes del verano. Entretanto dan conciertos aqu¨ª y all¨¢, unos cien al a?o, y disfrutan recorriendo mundo, man¨ªa que les han llevado a lugares como Irak, donde tocaron en 2009 para las tropas de EE?UU. De ese a?o son las canciones de tema b¨¦lico (que no belicista) y tono apocal¨ªptico de Sunrise in the Land of Milk and Honey. ¡°Morir es f¨¢cil, es vivir lo que es duro¡±, dice una de sus letras.
El directo lo practican a destajo, pero prefieren lanzar pocos ¨¢lbumes y bien elaborados (llevan nueve de estudio desde 1992). Su versatilidad estil¨ªstica, resultado de influencias diversas, sobre todo americanas pero tambi¨¦n brit¨¢nicas (citan con reverencia a The Clash), la viven con naturalidad. ¡°Antes del punk y la nueva ola hab¨ªa muchas bandas como nosotros¡±, sostiene Lowery, ¡°aunque luego cada estilo tendiera a estrecharse¡±. Y en esta gira, entonces, ?m¨¢s Berkeley o m¨¢s Bakersfield? Ambos, promete la banda, y algunos de sus cl¨¢sicos. Cruzando ese puente entre dos planetas que distan cinco horas en coche.
Berkeley to Bakersfield est¨¢ editado por 429 Records.
Gira de Cracker: Vitoria (Helldorado), 28 de noviembre; Sevilla (Sala X), el 30; Madrid (El Sol), 1 de diciembre; Barcelona (Music Hall), d¨ªa 2; Zaragoza (Las Armas), 3; Murcia (12 & Medio Club), 4; Valencia (Loco Club), 5; Londres (UK Dingwalls), 7; Nijmegen, Holanda (Doornroosje), 9; Z¨²rich (Bogen), 11: y Bilbao (Fever Festival WOP) el d¨ªa 12. Ya celebrados: Vigo, Gij¨®n y Santander.
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