La voz de Yukio Mishima preludia su arte y su muerte
Un libro rescata la ¨²ltima entrevista al autor, en la que repasa las contradicciones de su vida. Se cumplen 45 a?os de su suicidio
Hubo un tiempo en que Yukio Mishima reneg¨® de s¨ª mismo, de sus sentimientos y de su concepci¨®n de la belleza y del amor. Y cuando dej¨® de hacerlo, se hizo grande. Su vida fue una b¨²squeda constante y en duelo con una raz¨®n que secuestraba sus emociones naturales. Cuando se liber¨® fue feliz. Su caza de lo absoluto y la pureza ten¨ªa su lado pol¨ªtico y de extremo nacionalismo belicista que lo llevaron a zigzaguear con la muerte. Hasta que se desliz¨® al suicidio por harakiri. Ten¨ªa 45 a?os. Y lo hizo hace 45 a?os, el 25 de noviembre de 1970. La misma edad de su admirado Oshio Heihachiro, quien se suicid¨® en 1837 al ver c¨®mo fracasaba su revuelta contra la opresi¨®n del sogunato Tokugawa, de los samur¨¢is de la Liga del Viento Divino.
Todo ese admirado ideario personal y art¨ªstico, tan pol¨¦mico en lo ideol¨®gico, vuelve, por primera vez en espa?ol, en el libro Las ¨²ltimas palabras de Mishima (Alianza), con pr¨®logo y traducci¨®n de Carlos Rubio. Son dos entrevistas hechas por sendos cr¨ªticos japoneses, Kobayashi Hideo, en 1963, y Furubayashi Takashi, pocos d¨ªas antes del suicidio y donde Mishima preludia varias veces su desenlace.
Ambos cr¨ªticos conducen al narrador, ensayista, poeta y dramaturgo por territorios conocidos para introducirlo en sus zonas desconocidas y lograr que su vida y su obra cobren una nueva forma.
Llegu¨¦ a odiar el Romanticismo. Un odio que me acerc¨® al clasicismo. Fue cuando escrib¨ª El rumor del oleaje¡
Al trazar un arco de su biograf¨ªa, el escritor reconoce: ¡°Mentir¨ªa si dijera que la derrota [de Jap¨®n en la II Guerra Mundial] no me estremeci¨® o que no recib¨ª la posguerra con un sentimiento de liberaci¨®n. Tambi¨¦n yo sent¨ª en determinado momento que estaba totalmente perdido. Llegu¨¦ a odiar el Romanticismo. Un odio que me acerc¨® al clasicismo. Fue cuando escrib¨ª El rumor del oleaje¡ Sin embargo, por mucho que sufriera, no consegu¨ª negarme completamente a m¨ª mismo. Adem¨¢s, no ten¨ªa inter¨¦s alguno por eso que llaman pol¨ªtica. Como estaba ciego a asuntos pol¨ªticos, no entend¨ªa las corrientes pol¨ªticas de la posguerra. Si me pon¨ªa a articular puntos de vista pol¨ªticos, me hac¨ªa tal l¨ªo que me daba de verdad verg¨¹enza. As¨ª pues, y a modo de escapatoria, tom¨¦ la decisi¨®n de encarnar el papel de int¨¦rprete de la supremac¨ªa del arte¡±.
Tres etapas marcaron ese tr¨¢nsito de Mishima: su panerotismo y la debilidad ante la seducci¨®n del cuerpo masculino como lo revel¨®, con 23 a?os, en Confesiones de una m¨¢scara, su primera novela (1948); la aceptaci¨®n del Romanticismo como su verdadera naturaleza humana, art¨ªstica, literaria y filos¨®fica reflejada, sin miedo, a partir de El rumor del oleaje, escrita con 31 a?os, y lo pol¨ªtico, ideol¨®gico y est¨¦tico fundido y consumado aquel mi¨¦rcoles de oto?o ante soldados japoneses.
¡°Ver¨¢ lo que hago¡±
Mishima muri¨® despu¨¦s de haber recompuesto su vida tras la derrota y humillaci¨®n de Jap¨®n en la Segunda Guerra Mundial, ver c¨®mo su divino emperador era bajado a la Tierra y su pa¨ªs empezaba a occidentalizarse.
En la segunda entrevista, Mishima deja claro su desencanto a trav¨¦s de su Sociedad del Escudo: ¡°Le aseguro que no voy a dejarme atrapar f¨¢cilmente por las garras del enemigo. Y hablando de enemigos, enemigos lo que se dice enemigos, son el Gobierno, el Partido Liberal Dem¨®crata y todo el sistema pol¨ªtico de la posguerra. S¨ª, porque para m¨ª este partido, el Comunista y el Liberal Dem¨®crata son la misma cosa. S¨ª, son exactamente lo mismo: el s¨ªmbolo de la hipocres¨ªa. Jam¨¢s caer¨¦ en las garras de esa banda. Espere y ver¨¢ lo que hago. [¡] Tenga un poco de paciencia y observe los acontecimientos¡±.
Pocos d¨ªas despu¨¦s, lleg¨® la respuesta. ¡°As¨ª se present¨® ante el mundo como el hombre de acci¨®n que siempre quiso ser. Abandon¨® el escenario como un actor brillante con la m¨¢scara que muchos a?os atr¨¢s se hab¨ªa puesto y que ya era parte de su piel. Se hab¨ªa convertido en personaje literario y la ficci¨®n se hab¨ªa hecho realidad¡±, explica Rubio.
Contemplado desde Occidente, explica su traductor, ¡°el gesto de Mishima ¡ªsu suicidio ritual preanunciado con su galanteo con el trinomio muerte, erotismo y juventud¡ª puede parecer una postura atrozmente rom¨¢ntica, pero desde el punto de vista de la cultura nipona se inserta en una larga tradici¨®n de acciones tr¨¢gicas emprendidas por ¡®hombre de acci¨®n¡¯ que se redimen ante s¨ª mismos y ante la sociedad con el sacrificio sincero (?e in¨²til?) de sus vidas. El romanticismo de Mishima es f¨¢cil de rastrear en la fascinaci¨®n que de joven sent¨ªa por un autor como Raymond Radiguet, que muri¨® a los 20 a?os, o por otro autor de culto japon¨¦s, Izumi Kyoka del cual dijo el mismo Mishima que rivalizaba con E.?T. Hoffman en la pureza de su romanticismo¡±.
El diagrama belleza-erotismo-muerte es un concepto que exige que el segundo elemento, el erotismo, no pueda existir m¨¢s que en el ¨¢mbito de lo absoluto.
Sobre su obsesi¨®n, Mishima dice que ¡°el diagrama belleza-erotismo-muerte es un concepto que exige que el segundo elemento, el erotismo, no pueda existir m¨¢s que en el ¨¢mbito de lo absoluto. Por lo que respecta a Europa, el erotismo ¨²nicamente se halla en el mundo del catolicismo. El erotismo es el m¨¦todo de establecer contacto con la divinidad a trav¨¦s del pecado¡±.
El poeta Juan Antonio Gonz¨¢lez Iglesias explica que Yukio Mishima ¡°en su lenguaje y en su vida es uno de los amigos del cuerpo, algo valioso en un mundo, el de las letras, que suele hipertrofiar la mente. Su camino de adolescente fr¨¢gil a adulto fuerte dej¨® en ¨¦l un sello heroico que lo conduce a su extraordinario final¡±. Gonz¨¢lez Iglesias recuerda que el narrador, ensayista y dramaturgo japon¨¦s era un gran conversador y cita su ¡°c¨¦lebre debate con los estudiantes de Tokio, recogido en uno de sus mejores libros¡±.
Mishima es un oriental de fondo, pese a su occidentalizaci¨®n. ¡°Sus palabras nos vienen bien para ver Occidente desde la perspectiva de Oriente, pero no del Medio, que lo monopoliza todo, sino del Lejano. Fue un enamorado de nuestra cultura en general, y de la espa?ola en particular. De nuestro idioma dijo que le sonaba a cuentas de vidrio que chocan. Tal vez pensaba en la transparencia, pero sobre todo muestra la perspectiva de un oriental que nos ama¡±.
Un creador en exploraci¨®n constante de la belleza y sus extremos, un n¨¢ufrago de contradicciones que alcanz¨® parte de su felicidad al ir liberando sus cargas de prejuicios. Kobayashi lo describe en 1963: ¡°Ten¨ªa la impresi¨®n que dentro de ti hay algo terrible: tu talento. Tal exuberancia de talento se convierte en una especie de fuerza misteriosa, en algo diab¨®lico¡±.
Babelia
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