Otra generaci¨®n perdida
Ambientada en Inglaterra en la II Guerra Mundial, 'Una chica en invierno' es una obra de altura sobre el desarraigo. Philip Larkin presupone la inteligencia del lector
S¨ª, Una chica en invierno es una obra maestra. La primera de su autor y la que faltaba por traducir al espa?ol. Philip Larkin (1922-1985) la escribi¨® cuando apenas ten¨ªa 22 a?os, por eso sorprenden la personalidad propia de su estilo como narrador, su contenci¨®n y, en cierto sentido, el pesimismo c¨®smico. Las caracter¨ªsticas del gran poeta que Larkin llegar¨ªa a ser unos a?os despu¨¦s.
Una chica en invierno tiene l¨ªmites precisos: un d¨ªa de invierno durante la II?Guerra Mundial en el que Katherine Lind, extranjera, bibliotecaria en una ciudad inglesa de provincias, est¨¢ a punto de quedar con el que pudo haber sido su gran amor en la adolescencia. Katherine rememora, en unas horas hurtadas al trabajo, un verano de iniciaci¨®n antes de la guerra. Parad¨®jicamente, el despertar (muy al gusto del antirromanticismo de Larkin) comenzar¨¢ en lo anodino de la vuelta al trabajo en el tedioso invierno ingl¨¦s.
La elecci¨®n de la protagonista es uno de los aciertos de la novela. Larkin no insiste en la procedencia de Katherine, quiz¨¢ refugiada alemana, probablemente jud¨ªa, aunque deja algunas pistas. Su extranjer¨ªa le permite mantenerse fuera del c¨ªrculo de la alienaci¨®n que rodea al resto de personajes, j¨®venes en un mundo abortado que recuerda a Los esclavos de la soledad, de Patrick Hamilton. A la vez, su apatridia refuerza otro de los temas de Larkin: la desaparici¨®n del pasado. O mejor dicho, c¨®mo el pasado deja de pertenecernos mientras el presente no es m¨¢s que la repetici¨®n de unas rutinas demoledoras en las que buscamos, sin resultado, que surja lo excepcional. Katherine es una gran analista de sus emociones, por ejemplo de ese primer amor. Una solitaria en potencia. Y aunque la voz del personaje nunca es exactamente la del narrador (Larkin se debate entre la permeabilidad del estilo indirecto libre y observaciones n¨ªtidas que superan al personaje), la sinton¨ªa es evidente. El otro protagonista de Una chica de invierno (Thomas Hardy de fondo) es el entorno. Destaca la maestr¨ªa de Larkin para construir con escenas y cuadros. Con ¡°correlatos objetivos¡±: im¨¢genes que se cargan con la emoci¨®n de la trama. Un viaje en barca a Oxford. Una visita al dentista. Una fuente helada. El peque?o mundo de una biblioteca (el propio Larkin ser¨ªa bibliotecario a?os despu¨¦s).
No son im¨¢genes decorativas. Exprimen la tensi¨®n entre la atadura cotidiana y el desarraigo sentimental. Y hay algo m¨¢s: una capacidad maestra de retratar el dolor sin que ocupe el centro de la escena. Dejando protagonismo a la s¨®rdida ciudad de provincias en una especie de ¡°pastoral urbana¡± de un mundo que pasa de lo agr¨ªcola a lo industrial y de lo industrial a lo mojigato, Larkin alivia del protagonismo de su dolor a los personajes. Un m¨¦todo aprendido de Brueghel.
Larkin nunca da m¨¢s informaci¨®n de la necesaria para que se sostenga el edificio de la narraci¨®n. Presupone la inteligencia del lector y no lo abruma con insistencias. Pero debajo de ese pacto que permite tratar con distancia las cosas penosas se cuela un pesimismo demoledor. Asimismo, la ¡°sordina¡± de su estilo esconde una ambici¨®n literaria de altura que convierte esta novela en una duradera diatriba contra un mundo clausurado: el del romanticismo en su versi¨®n gaseosa y reprimida; el de la educaci¨®n brit¨¢nica; el del mundo del trabajo, esa ¡°amarga degradaci¨®n voluntaria¡±; el del machismo, y el de cualquier juventud sacrificada por unos ideales abstractos. Es dif¨ªcil no acordarse de un poema posterior de Larkin, ¡®Ventanas altas¡¯: ¡°Cuando veo una parejita e imagino?/ que ¨¦l se la folla y ella toma?/ p¨ªldoras o usa un diafragma, ?/ s¨¦ que es ¨¦se el para¨ªso?// que todo viejo so?¨® la vida entera¡±.
Pero no es la novela de un poeta. Sino, en cierto sentido, una novela contra la mala poes¨ªa de las emociones. Comienza lentamente, carg¨¢ndose de temporalidad, y termina con un golpe seco y duradero.
Una chica en invierno. Philip Larkin. Traducci¨®n de Marcelo Cohen. Editorial Impedimenta. Madrid, 2015. 304 p¨¢ginas. 22,95 euros.
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