Cocini?os
La espontaneidad de los ni?os de 'MasterChef Junior' potencia situaciones incontrolables y divertidas
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La tercera temporada de MasterChef Junior comenz¨® con algunos cambios sutiles respecto a las anteriores, unos cambios que permiten conocer mejor los mecanismos internos de la televisi¨®n, esa f¨¢brica de entretenimiento y popularidad. Y el m¨¢s evidente de los mismos es el mayor papel que desarrollan los jurados.
Pepe Rodr¨ªguez, Jordi Cruz y Samantha Vallejo-N¨¢gera han evidenciado su profesionalidad en los fogones. La televisi¨®n les ha catapultado a la fama y la fama en una econom¨ªa de libre mercado es muy rentable: entran de lleno en el mundo de la publicidad. Pastas, aceites, sartenes o supermercados se los rifan, de ah¨ª que convenga el mantenerlos en el candelero. Programa de ¨¦xito-popularidad-anuncios-mejores expectativas para la nueva temporada, es un ciclo demasiado atractivo como para no cultivarlo.
Dicho lo cual, la espontaneidad de los ni?os ¡ªlos 16 elegidos oscilan entre los 8 y los 12 a?os¡ª potencia situaciones incontrolables y divertidas: desde un Hugo que se present¨® sobrado de autoestima para comportarse como un Woody Allen en la cocina, a un Pablo que derram¨® sus buenos 8 o 10 litros de leche por el set, confesando que en su casa es el recipiendario de las broncas por su torpeza o una Chloe que es una monta?a rusa sentimental. Hay tambi¨¦n quien explic¨® que su ambici¨®n es tener un canal de cocina o quien se mostr¨® decidida a ser modelo. Est¨¢ claro que las nuevas generaciones no quieren ser ni princesas ni futbolistas.
Y queda un tercer factor en favor del programa. En un pa¨ªs que en pleno siglo XXI no ha superado a¨²n el infame refr¨¢n "la mujer, la pata quebrada y en casa" que se traduce en algo m¨¢s de 600 asesinatos machistas en los ¨²ltimos 9 a?os y que se permite el gesto retr¨®grado de suprimir la asignatura Educaci¨®n para la ciudadan¨ªa, un concurso en el que ni?as y ni?os comparten las tareas de la cocina con absoluta normalidad es, probablemente, mucho m¨¢s eficaz para erradicar ese problema que tanta declaraci¨®n program¨¢tica?exige en v¨ªsperas de las elecciones.
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