El director de orquesta Nikolaus Harnoncourt anuncia su retirada
Se despide de los escenarios con una carta manuscrita por sus problemas de salud
Los asistentes al ciclo de conciertos del Concentus Musicus Wien el pasado s¨¢bado en la Musikverein de la capital austriaca se encontraron con una inesperada sorpresa dentro del programa de mano: el facs¨ªmil de una misiva redactada por Nikolaus Harnoncourt (Berl¨ªn, 1929) donde anunciaba su retirada. Un adi¨®s manuscrito para quien ha revelado el sonido de tantos manuscritos musicales del pasado; para un visionario que ha impulsado el movimiento historicista con instrumentos de ¨¦poca. Y, sobre todo, para alguien que ha revolucionado el sonido de las orquestas modernas desde el podio, un m¨²sico influyente como pocos.
La noticia se confirmaba ayer en su web oficial coincidiendo con la celebraci¨®n de su 86? cumplea?os. Harnoncourt, quien ha arrastrado importantes problemas f¨ªsicos durante los ¨²ltimos a?os, hab¨ªa restringido pr¨¢cticamente su actividad al Concentus Musicus de Viena, el legendario conjunto de m¨²sica antigua que fund¨® junto a su esposa Alice en 1953. Sus frecuentes cancelaciones coincid¨ªan con el anuncio de nuevos compromisos, lo que hac¨ªa presagiar una pronta recuperaci¨®n. Pero Harnoncourt no dirigir¨¢ Fidelio en el Theater an der Wien a mediados de enero pr¨®ximo, ni a la Filarm¨®nica de Viena en la Mozartwoche de Salzburgo, ni tampoco el esperado ciclo de las sinfon¨ªas de Beethoven que hab¨ªa programado con el Concentus Musicus en el Styriarte del pr¨®ximo verano.
De ancestros nobiliarios e infancia acomodada en Graz, donde creci¨® en el Palais Meran, Harnoncourt se form¨® musicalmente en Viena como violonchelista con Emanuel Brabec. Ingres¨® en la Orquesta Sinf¨®nica de la capital austriaca en 1952 a la vez que despuntaba su pasi¨®n historicista, que le llevar¨ªa a fundar el Concentus Musicus al a?o siguiente. El grupo, que cont¨® con su esposa Alice como concertino desde sus inicios, fue pionero en la interpretaci¨®n de la m¨²sica antigua con instrumentos de ¨¦poca.
Palabras para un adi¨®s
¡°Mis facultades f¨ªsicas requieren la cancelaci¨®n de mis planes futuros¡±, inicia Harnoncourt su carta. Se dirige a sus incondicionales, que llenan los ciclos de conciertos en la Musikverein vienesa: ¡°Se ha desarrollado una relaci¨®n incre¨ªblemente profunda entre nosotros en el escenario y con ustedes en la sala de conciertos ¡ª?nos hemos convertido en una venturosa comunidad de descubridores!¡ª¡±. A?ade que todo esto seguir¨¢, aunque no ser¨¢ lo mismo sin ¨¦l. Sus conciertos ten¨ªan un halo especial donde el ritual de recreaci¨®n moderna de obras pret¨¦ritas se combinaba con alocuciones de Harnoncourt. Una talla intelectual que ha dejado por escrito en colecciones de ensayos.
Aunque inici¨® su fonograf¨ªa en 1962 para Telefunken/Teldec con Purcell, sus discos revolucionaron la interpretaci¨®n de Bach en los sesenta y los setenta: los Conciertos de Brandeburgo(1964), la Pasi¨®n seg¨²n san Juan (1965), las Suites para orquesta (1966), la Misa en Si menor (1968), la Pasi¨®n seg¨²n san Mateo (1970) o el Oratorio de Navidad (1972) son algunos de sus hitos fonogr¨¢ficos.
A todo ello se uni¨® el proyecto pionero compartido con Gustav Leonhardt de grabar todas las cantatas de Bach entre 1971 y 1990. Y despu¨¦s vendr¨ªan otros registros m¨ªticos relacionados con Monteverdi, Rameau, Telemann o Biber, entre otros.
La otra huella imborrable que deja Harnoncourt est¨¢ relacionada con las orquestas modernas. En los setenta comenz¨® a dirigir a Bach, pero con formaciones sinf¨®nicas tradicionales a las que introduc¨ªa en el uso de t¨¦cnicas interpretativas de ¨¦poca. Fue una verdadera revoluci¨®n que hoy perdura. Todav¨ªa se recuerda su debut con la Orquesta del Royal Concertgebouw de ?msterdam en 1975 con la Pasi¨®n seg¨²n san Juan, cuando indic¨® que tan solo necesitar¨ªa una treintena de instrumentistas, o comenz¨® a dirigir sin batuta con su habitual vehemencia r¨ªtmica, intensidad de ataque y expresi¨®n facial.
Con el tiempo ha transformado a j¨®venes formaciones como la Orquesta de C¨¢mara de Europa. Pero tambi¨¦n ha conseguido que grandes orquestas como las Filarm¨®nicas de Berl¨ªn y Viena o la referida de ?msterdam aprendan otra forma de hacer Bach, Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Schumann, Brahms o m¨¢s adelante Bruckner, Dvorak y Bart¨®k. Con todas ellas ha dejado importantes integrales sinf¨®nicas, entre las que cabe destacar la de Beethoven registrada entre 1990 y 1991. Sin contar sus incursiones finales en Verdi, Bizet, Gershwin o los Strauss, que le llevaron a dirigir a la Filarm¨®nica de Viena el Concierto de A?o Nuevo de 2001 y 2003 con esa frescura de miras que ha caracterizado toda su carrera.
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