Desmontando el ¡®Mein Kampf¡¯ (sin silenciarlo)
Una edici¨®n cr¨ªtica a cargo de historiadores alemanes y una novela recuperan el libro de Hitler al expirar sus derechos. Para rebatir cada una de sus mentiras y mensajes de odio.
Nadie que hubiera le¨ªdo con detenimiento Mein Kampf, de Adolf Hitler,?tras su publicaci¨®n (el primer volumen en 1925, el segundo en 1928) pod¨ªa sorprenderse de todo lo que vino despu¨¦s: ah¨ª estaba, negro sobre blanco, su prop¨®sito genocida, su apuesta por un expansionismo militar, su obsesi¨®n por la pureza racial, su deseo de apartar primero y exterminar despu¨¦s a jud¨ªos y discapacitados, su desprecio a la democracia, el humanismo o el pacifismo. La idea central es expl¨ªcita: el fuerte tiene la obligaci¨®n de aplastar al d¨¦bil.
Todo eso estaba ah¨ª escrito y, sin embargo, fueron muchos los que no vieron venir la tiran¨ªa, la guerra o el Holocausto. Por ejemplo, The New York Times public¨® en 1933 una cr¨ªtica nada desfavorable del libro de este ¡°hombre extraordinario¡±, que ¡°hace mucho por Alemania¡±, patriota, unificador del pa¨ªs y defensor del derecho a la propiedad, seg¨²n escrib¨ªa James W. Gerard, exembajador en Alemania, quien solo se desmarcaba del F¨¹hrer por su feroz antisemitismo. Algunos a?os despu¨¦s, en 1940, estuvo m¨¢s fino George Orwell en New En?glish Weekly al rese?ar una nueva edici¨®n en ingl¨¦s. Hitler, avisaba Orwell, estaba anunciando ¡°un horrible imperio descerebrado¡± que se extender¨ªa de forma violenta hasta Afganist¨¢n. El luego autor de 1984 se preguntaba?perplejo c¨®mo el jefe nazi hab¨ªa sido capaz de imponer a sus compatriotas ¡°esa visi¨®n monstruosa¡±.
Quitando su evidente valor como documento hist¨®rico, Mein Kampf hoy resulta un plomizo y reiterativo ensayo repleto de argumentos pseudocient¨ªficos o pseudohist¨®ricos que no resisten un an¨¢lisis serio. Que solo convencer¨¢ al predispuesto a convencerse. A punto de cumplirse el plazo de 70 a?os para que expiren los derechos de autor, hasta ahora en manos del Estado de Baviera, un grupo de historiadores publicar¨¢ el pr¨®ximo enero una edici¨®n cr¨ªtica con m¨¢s de 3.500 notas que desmenuzan y contextualizan las tesis del libro del que hasta 1945 se imprimieron m¨¢s de 12 millones de ejemplares.
Hitler, Mein Kampf. Eine kritische Edition ¡ªdel que por ahora no hay planes de ser traducido al espa?ol¡ª ofrece ¡°informaci¨®n objetiva, explica los conceptos ideol¨®gicos, revela las fuentes materiales y contrasta las valoraciones o medias verdades de Hitler con los hechos hist¨®ricos¡±, explica Magnus Brechtken, subdirector del Instituto de Historia Contempor¨¢nea de M¨²nich-Berl¨ªn, que ha impulsado la obra. Coincidiendo con esta ambiciosa publicaci¨®n, muchos se preguntan estos d¨ªas si el libro-fetiche de la ideolog¨ªa que destruy¨® gran parte de Europa da a¨²n miedo. Disponible a pocos clics para cualquier internauta, el mensaje de odio de Hitler es jaleado en p¨¢ginas web, incluidas algunas yihadistas, y goza de una chocante popularidad en pa¨ªses como India.
Pero en Alemania el halo de peligro de Mein Kampf parece haberse evaporado. Un reciente informe de los servicios secretos se?alaba que en los ¨²ltimos 20 a?os el inter¨¦s de los ultras por las tesis hitlerianas ha disminuido. Los neonazis, se?alaban las autoridades alemanas, encuentran en estas p¨¢ginas pocos elementos con los que identificarse, exceptuando algunas ideas clave como el antisemitismo. Y los populismos de derechas que crecen con fuerza en media Europa se esfuerzan por distanciarse del nacionalsocialismo y apuntan a la inmigraci¨®n musulmana como el enemigo, en lugar de a los jud¨ªos. ¡°La obra de Hitler triunf¨® porque ofrec¨ªa respuestas f¨¢ciles a los problemas de principios del siglo XX. Pero esas respuestas no funcionan para el mundo actual¡±, resume Marc Buggeln, historiador de la Universidad Humboldt especializado en el nacionalsocialismo.
En contra de una creencia muy extendida, Mein Kampf no estaba prohibido hasta ahora en Alemania, como es el caso de otros s¨ªmbolos nazis. Simplemente, el Estado de Baviera, poseedor de los derechos, se negaba a editarlo de nuevo. Pero el libro pod¨ªa encontrarse sin demasiadas dificultades en ediciones antiguas o en la Red. Por eso, los historiadores consultados coinciden en que la estrategia de silenciarlo no tiene sentido. Antony Beevor, autor de libros de referencia sobre la Segunda Guerra Mundial, es uno de ellos. ¡°El intento de ocultarlo, ya sea a trav¨¦s del tab¨² social o de la legislaci¨®n, solo sirve para aumentar el atractivo de lo prohibido. Los neonazis o los yihadistas podr¨¢n citarlo, pero esa es una raz¨®n de m¨¢s para disponer de ejemplares que demuestren la deshonestidad intelectual y falsedades que impregnan cada p¨¢gina¡±, se?ala.
Christian Hartmann, jefe del equipo de investigaci¨®n responsable de la nueva edici¨®n, define a Hitler como el perfecto demagogo que mezcla mentiras, medias verdades y hechos reales. Y precisamente contra esta confusi¨®n se dirige su proyecto. Las notas que acompa?an al texto original no solo matizan o desmienten las tesis de Mi lucha, tambi¨¦n sirven para ridiculizar al autor en sus encendidos momentos de exaltaci¨®n patri¨®tica. Un ejemplo es la narraci¨®n de los d¨ªas iniciales de la Primera Guerra Mundial. ?¡°Entonces comenz¨® lo que para m¨ª, como supongo que para cualquier alem¨¢n, fue el m¨¢s grande e inolvidable momento de mi vida terrenal. (¡) Con orgullosa melancol¨ªa pienso ahora en esos d¨ªas de los que ahora se conmemora el d¨¦cimo aniversario; en esas semanas en las que comenz¨® la batalla heroica de nuestro pueblo que me permiti¨® participar en el noble destino de nuestra patria¡±, escrib¨ªa Hitler en 1924 con afectada intensidad.
Los ultras de hoy encuentran poco con que identificarse en el libro de Hitler. Menos a¨²n los nuevos populismos
Pero las notas que acompa?an este pasaje restan hero¨ªsmo y a?aden un involuntario toque c¨®mico. Los investigadores de M¨²nich recogen los recuerdos de Rudolf Hess sobre la gestaci¨®n de estas p¨¢ginas. ¡°Oigo su voz en la habitaci¨®n de al lado. Parece que est¨¢ en pleno proceso de revivir sus experiencias de la guerra, imitando los ruidos de granadas y de ametralladoras, salta de forma salvaje en medio de la habitaci¨®n, arrastrado por su fantas¨ªa¡±, escribe el hombre que m¨¢s tarde ser¨ªa el n¨²mero dos en la jerarqu¨ªa nazi. A los pocos d¨ªas, Hess retomar¨ªa el episodio al contar que Hitler le ley¨® en voz alta el relato de su bautismo de fuego en la Gran Guerra preso de la emoci¨®n sin contener las l¨¢grimas. ?
La nueva edici¨®n sirve tambi¨¦n para saber hasta qu¨¦ punto Hitler idealiz¨® sus andanzas. As¨ª, el hombre que dos d¨¦cadas m¨¢s tarde destruir¨ªa gran parte de Europa explicaba su salida de Austria en mayo de 1913 exclusivamente por motivos pol¨ªticos. ¡°No quer¨ªa luchar por el Estado de los Habsburgo, pero s¨ª estaba preparado para morir en cualquier momento por mi pueblo y por el imperio que lo encarnaba¡±, escribe enf¨¢tico. Los historiadores explican que su traslado a M¨²nich se debi¨® principalmente a motivos econ¨®micos; y que un a?o m¨¢s tarde, un examen en Salzburgo lo declar¨® no apto para las armas.?
La llegada a las librer¨ªas del ideario nazi no es el ¨²nico s¨ªntoma de que, 70 a?os despu¨¦s del suicidio del tirano, Alemania ha normalizado su relaci¨®n con Hitler, objeto incluso del humor. Hace dos meses, medio Berl¨ªn apareci¨® empapelado con carteles en los que se reconoc¨ªa su inconfundible flequillo y bigotito. ¡°Ha vuelto¡±, alertaban los anuncios. En realidad, se trataba de la campa?a de promoci¨®n de una comedia que imagina qu¨¦ pasar¨ªa si Hitler apareciera en la Alemania actual. En cinco semanas, m¨¢s de dos millones de espectadores han visto esta pel¨ªcula basada en la novela hom¨®nima que tambi¨¦n bati¨® r¨¦cords de ventas. ¡°Me parece muy bien que se puedan hacer bromas sobre ¨¦l, porque, adem¨¢s de un asesino en masa, tambi¨¦n era una figura rid¨ªcula. Las generaciones anteriores no pod¨ªan re¨ªrse de ¨¦l, pero ahora es posible, en parte, porque ha perdido su halo de peligro¡±, asegura Buggeln.
El del Instituto de Historia Contempor¨¢nea no es el ¨²nico trabajo que trata de poner contexto a Mein Kampf. El historiador y periodista Sven Feliz Kellerhoff publica Mi lucha. La historia del libro que marc¨® el siglo XX un ensayo en el que aborda c¨®mo Hitler falsific¨® su propia biograf¨ªa y se profundiza en la procedencia de su ideario. Una de las conclusiones de libro, lanzado en septiembre en Alemania y que Cr¨ªtica publica en espa?ol este pr¨®ximo enero, es que Hitler se enriqueci¨® gracias a la difusi¨®n masiva del libro cuando los nazis se instalaron en el poder. Kellerhoff critica que el Estado de Baviera haya obstaculizado hasta ahora el conocimiento y el debate entre los expertos sobre esta obra que califica de "espantosa".
Otro acercamiento interesante a Mein Kampf reci¨¦n llegado a las librer¨ªas tiene forma de novela. Su lucha, del argentino Patricio Lenard, es un ficticio diario de Rudolf Hess que este habr¨ªa escrito mientras Hitler le dictaba el primer volumen en la c¨¢rcel militar de Landsberg, donde ambos cumpl¨ªan pena por el intento de golpe de Estado o Putsch. Es una excusa para el making of, para narrar c¨®mo se ide¨® el libro en una prisi¨®n donde los cabecillas nazis recib¨ªan un trato privilegiado.?Tambi¨¦n para contextualizar sus cap¨ªtulos principales, que se reproducen en parte. ¡°Es un periodo del que no hay demasiada informaci¨®n. La forma de diario me oblig¨® a investigar qu¨¦ ocurri¨® en aquellos meses de 1924. Fue ¨²til para m¨ª obrar como historiador en mi rol de novelista¡±, explica Lenard, para quien esta es la primera incursi¨®n en el terreno de la ficci¨®n.
Su lucha tiene como gran atractivo una profusi¨®n de detalles sobre la personalidad, costumbres y man¨ªas del que luego fue dictador alem¨¢n. Un puritano que se niega a fumar, beber alcohol o comer carne, lo que Lenard relaciona con la muerte de su padre de un derrame cerebral sobre su vaso de vino matutino. ¡°El complicado trasfondo familiar de Hitler, con un padre alcoh¨®lico y maltratador, queda fuera de Mein Kampf, como tantas otras cosas que se contradec¨ªan con la imagen que ¨¦l pretend¨ªa dar¡±. Esos elementos s¨ª se recogen en el supuesto diario de Hess, quien ¡°anota las confidencias de su l¨ªder escrupulosamente¡±. El otro pilar de la novela es ese foco puesto en Hess, un personaje desconcertante que sent¨ªa devoci¨®n por Hitler y fue su escribiente; que en 1941 protagoniz¨® un rocambolesco viaje a Escocia para negociar un acuerdo sin conseguirlo; que en 1987 fue el ¨²ltimo jefe del Reich en morir en prisi¨®n. ¡°De los jerarcas nazis, Hess fue el m¨¢s enigm¨¢tico de todos. Desde un punto de vista literario, funciona como el comparsa que provee la distancia m¨ªnima necesaria para abordar un personaje inabarcable como Hitler¡±, explica el autor.
¡°El racismo tiene que ser combatido al margen de que los racistas lean este texto hist¨®rico¡±, afirma el historiador?Brechtken
Pero, entonces, ?sigue siendo peligroso Mein Kampf? ¡°Es una fuente hist¨®rica¡±, responde Magnus Brechtken. ¡°Contiene visiones ideol¨®gicas de los a?os veinte que reflejan un discurso de ese tiempo, especialmente en racismo, antisemitismo y militarismo en la pol¨ªtica exterior. Est¨¢ escrito en un estilo que suena extra?o a los lectores de hoy. El racismo y el antisemitismo no han desaparecido desde entonces. Pero tienen que ser combatidos al margen de que los racistas y antisemitas lean este texto hist¨®rico¡±.
Para Lenard, ¡°con el paso del tiempo, el panfleto de Hitler ha pasado a ser un documento hist¨®rico m¨¢s que un veh¨ªculo de propaganda y, mal que nos pese, uno de los libros m¨¢s importantes del siglo XX. Que los neonazis y los negacionistas de la Shoah no se dediquen a la glorificaci¨®n de los cr¨ªmenes de los nazis, sino a su minimizaci¨®n o banalizaci¨®n, habla a las claras de que nadie podr¨ªa hoy planificar el advenimiento de un Cuarto Reich inspir¨¢ndose en sus p¨¢ginas. La necesidad de releerlo no solo deber¨ªa servir para empezar a levantar un tab¨² que no ha hecho m¨¢s que acrecentar la leyenda negra que pesa sobre el libro, sino para generar anticuerpos frente al peligro de la extrema derecha y el fascismo, hoy cada vez m¨¢s presente¡±.
En el ep¨ªlogo de La zona de inter¨¦s (Anagrama), su novela sobre el Holocausto, el brit¨¢nico Martin Amis se pregunta si es posible meterse en la mente de Hitler. Y encuentra la respuesta en La tregua, del superviviente de los campos Primo Levi, para quien resulta un ¡°alivio¡± sentirse incapaz de entender al l¨ªder nazi. ¡°Quiz¨¢s sea deseable que sus palabras (y tambi¨¦n, por desdicha, sus actos) no sean susceptibles de comprensi¨®n por nuestra parte¡±.
Costar¨¢ entender al personaje, pero se pod¨ªa entender lo que iba a traer. La escritora Alice Hamilton lo vio claro en 1933, cuando escribi¨® en su rese?a para Atlantic Monthly que el l¨ªder nazi ¡°no es un enigma: no hay ning¨²n misterio sobre ¨¦l¡±, ya que no disimula su ¡°brutalidad naif¡±. Porque el autor del Mein Kampf, conclu¨ªa, ¡°no est¨¢ pensando en persuadir: est¨¢ proclamando principios que deben ser aceptados porque hay fuerza, fuerza f¨ªsica, detr¨¢s de ellos¡±.
Hitler, Mein Kampf. Eine kritische Edition. Christian Hartmann, Thomas Vordermayer, Othmar Pl?ckinger y Roman T?ppel. Instituts f¨¹r Zeitgeschichte M¨¹nchen-Berlin. M¨²nich, enero de 2016. Cerca de 2.000 p¨¢ginas. 59 euros.
Mi lucha. La historia del libro que marc¨® el siglo XX. Sven Felix Kellerhoff. Cr¨ªtica. Barcelona, enero de 2016. 304 p¨¢ginas. 20,81 euros
Su lucha. Patricio Lenard. Adriana Hidalgo. Buenos Aires, 2015. 384 p¨¢ginas. 26,55 euros.
El tebeo de un F¨¹hrer pat¨¦tico
En los a?os treinta, al fascismo tambi¨¦n se le combati¨® desde la historieta. Una joya entre esos tebeos ha sido rescatada del olvido en Argentina: las tiras de Cl¨¦ment Moreau que usaban citas textuales de Mein Kampf para ridiculizar a Hitler.
Moreau (seud¨®nimo de Carl Meffert, Coblenza, 1903), exiliado alem¨¢n en el pa¨ªs austral, public¨® la serie en 1937, en su lengua, en Argentinisches Tageblatt, y entre 1939 y 1940, en espa?ol, en Argentina Libre. En esos peri¨®dicos resistentes buceaba en 1997 Horario Tarcus, director del Centro de Documentaci¨®n e Investigaci¨®n de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI), quien sigui¨® el rastro del autor y en 2007 organiz¨® una muestra sobre ¨¦l.
El pasado septiembre, la revista Fierro, que dirige Juan Sasturain, edit¨® un suplemento especial, distribuido con P¨¢gina/12, con todas las tiras reconstruidas por el dibujante Diego Par¨¦s y pr¨®logo de Tarcus. "Moreau consideraba contraproducente la prohibici¨®n de Mein Kampf: cre¨ªa que el proyecto totalitario del nazismo estaba inmejorablemente definido en este libro", cuenta este historiador. "Pienso como ¨¦l: hay que evitar que se transforme a¨²n m¨¢s en un libro maldito".
Lee aqu¨ª la historieta completa con los comentarios de Horacio Tarcus
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