Mariano ¡®no lo s¨¦¡¯

Como finge no tener ni idea y tampoco se moja, casi mejor que no haya aparecido hasta ahora en ning¨²n debate. Excepci¨®n hecha de la bufonada con Bert¨ªn en la tele amiga (La 1), donde anduvo m¨¢s locuaz, Mariano Rajoy ha recorrido radios y plat¨®s el ¨²ltimo mes en cualquier cosa que no sea un cara a cara, exprimiendo la expresi¨®n que mejor refleja su propio anquilosamiento: ¡°No lo s¨¦¡±.

No sabe con qui¨¦n pactar¨¢. No quiere ni o¨ªr hablar de un posible relevo ¡ªya de facto, moj¨¢ndose al menos y dando la cara¡ª a cargo de Soraya. Ella aguanta el papel¨®n mientras su jefe juega al cerrojazo dial¨¦ctico y, para que decida rematar, se tiene que ver rodeado de ac¨®litos.

Si no hiciera gala de su galleguismo, hasta su electorado, con todo derecho, podr¨ªa llegar a la conclusi¨®n de que el presidente como m¨ªnimo se escaquea. Pero no lo hace s¨®lo por cobard¨ªa ¡ªque s¨ª, sin duda¡ª, sino por error de c¨¢lculo. Delata no entender c¨®mo y de qu¨¦ exigente manera, los ciudadanos demandan a los candidatos mojarse frente a frente.

No hablamos de vieja pol¨ªtica. Es pol¨ªtica muerta. Enterrada. Cada d¨ªa que pasa, los votantes lo van dando como amortizado. Sin ganas ni intenci¨®n de volver a primera l¨ªnea, suponiendo que se le haya visto ah¨ª alguna vez. Fue todo un exponente del gregarismo, brillante en su exploraci¨®n de la mediocridad como marca de la casa. Pero el salto al liderazgo, le vino siempre grande.

Esa coletilla insufrible en quien gobierna un pa¨ªs, ese no lo s¨¦ redundante que le cuelga del gaznate como un campano, puede que empezara como respuesta comod¨ªn y remedio para no mojarse. Lo malo es que a estas alturas va cobrando un sentido muy real. Son muchos los que empiezan a pensar que, efectivamente, no tiene ni zorra de por d¨®nde van los tiros.