De Luk¨¢cs a Lucas
Desde hace 40 a?os, 'La guerra de las galaxias' saquea la historia del cine y los arquetipos m¨ªticos para crecer una nueva mitolog¨ªa
¡°Dichosas las ¨¦pocas en las que el cielo estrellado es el mapa de todas las sendas posibles; ¨¦pocas cuyas sendas est¨¢n iluminadas por la luz de las estrellas¡±. Hace mucho tiempo, en un lejano imperio, el fil¨®sofo austroh¨²ngaro Georg Luk¨¢cs, fuertemente influido por la filosof¨ªa alemana, escribi¨® estas l¨ªneas en su famosa Teor¨ªa de la novela ¨Cuna teor¨ªa hist¨®rico-filos¨®fica de la ¨¦pica literaria¨C a principios de la Primera Guerra Mundial. Qu¨¦ extra?a similitud con el nombre del hombre que, con un viaje al mapa de las estrellas, quiso redescubrir el cine 60 a?os despu¨¦s.
En 1977, con la primera parte de la primera trilog¨ªa de La guerra de las galaxias, naci¨® una nueva era en la historia del cine. El filme elev¨® a una categor¨ªa desconocida no solo el cine taquillero ¨Cque ya hab¨ªa cambiado el panorama con Tibur¨®n y El exorcista¨C, sino el arte cinematogr¨¢fico como tal. La guerra de las galaxias es un acontecimiento tanto econ¨®mico como est¨¦tico, y ambos son inseparables.
Con una ¨¦pica que remit¨ªa al El h¨¦roe de las mil caras, de Joseph Campbell, y utilizaba descaradamente cuentos de hadas, f¨¢bulas, leyendas y mitos cuyos motivos y arquetipos adem¨¢s reinterpretaba y actualizaba con originalidad, la pel¨ªcula de George Lucas iba dirigida tanto a un p¨²blico adulto como infantil.
El director devolvi¨® una pureza y una utop¨ªa inocentes, una ¡°nueva esperanza¡± (Una nueva esperanza es el subt¨ªtulo oficial del primer episodio de la saga) a un cine que, tras el hundimiento de los grandes estudios, la fatiga del cine de autor (incluido el Nuevo Hollywood) y la llegada de la televisi¨®n, se hab¨ªa convertido en el escenario de los reprimidos de la sociedad burguesa y exhib¨ªa cat¨¢strofes (El coloso en llamas), crisis sociales (Tarde de perros), el repliegue en la vida privada (Secretos de un matrimonio) y, especialmente, el subconsciente de esos reprimidos (La noche de los muertos vivientes, El can¨ªbal, Las colegialas se confiesan). De este modo, el director cre¨® un nuevo tipo de pel¨ªcula que va m¨¢s all¨¢ de s¨ª misma tanto en lo relativo a mercadotecnia y comercializaci¨®n como a est¨¦tica e ideolog¨ªa. La guerra de las galaxias es un universo propio; es, claramente, una ¡°nueva mitolog¨ªa¡± que cuenta con comunidades de admiradores y seguidores cuasi religiosos. Hace a?os, en una entrevista, Lucas admiti¨® que su ¨¦pica pretend¨ªa mostrar una ¡°moral elemental¡±.
Para ello, el director ha saqueado la historia cultural. ¡°El Oeste en el espacio¡± fue el primer eslogan con el que ¡°lanz¨®¡± su proyecto en Hollywood. La analog¨ªa no fue invenci¨®n suya: el espacio siempre ha sido una ¡°frontera¡±, pero en la primera pel¨ªcula esta relaci¨®n es obvia. El remoto planeta Tatooine, hogar de Luke Skywalker, es un lugar ignoto y peligroso, relativamente atrasado desde el punto de vista tecnol¨®gico, habitado por pioneros. Hay una emboscada en un ca?¨®n, una secuencia de cantina y, por supuesto, al menos dos h¨¦roes arquet¨ªpicos del Oeste. Luke Skywalker ¨Cque no tiene padre, como un mes¨ªas¨C es el novato con un talento y una misi¨®n especiales, al mismo tiempo que un ingenuo que lidia a duras penas con sus dudas, como un ¡°inocente¡± moralmente recto. Su contrario es Han Solo, un contrabandista cuanto menos moralmente dudoso, mayor que ¨¦l, m¨¢s experimentado y curtido hasta el cinismo, pr¨®ximo a una figura de cine negro en la tradici¨®n de Bogart, pero tambi¨¦n de personajes de western como Clint Eastwood. Ambos se complementan a la perfecci¨®n: Luke aprende de Han un mont¨®n de trucos de supervivencia, y Han llega a la senda de la rectitud moral a trav¨¦s de Luke. Y cuando el c¨ªnico y solitario (¡°Solo¡±) se muestra dispuesto a implicarse, es sin lugar a dudas el candidato er¨®ticamente m¨¢s atractivo para ganar el favor de la deseada princesa Leia Organa. Luke, sin embargo, sigue siendo bueno, perfecto o incluso asexuado (?infantil?), una figura mesi¨¢nica que redimir¨¢ a su mundo redimi¨¦ndose a s¨ª mismo, alguien que quiere ser ¡°como su padre¡± sin saber lo que eso significa; un desconcertado Parsifal, un ¡°loco puro¡± movido por su misi¨®n, no por deseos terrenales.
Parte de la inspiraci¨®n para este h¨¦roe inocente procede del mito germ¨¢nico de los Nibelungos, que sirvieron de modelo para el famoso ¨¦xito del mismo nombre, una obra en dos partes de Fritz Lang que obtuvo gran reconocimiento tambi¨¦n en Estados Unidos. Al igual que Luke, el rubio Sigfrido es un superhombre inocente al que sus maestros mayores comunican su misi¨®n.
?La leyenda art¨²rica tambi¨¦n es un mito que sirve de ejemplo en muchos sentidos, como las espadas y los rituales de una orden mon¨¢stica y la idea de un ¡°v¨ªnculo¡± exclusivo copia de la idea medieval de la caballer¨ªa. La versi¨®n bajomedieval de Malory tambi¨¦n trata de c¨®mo se debate entre el bien y el mal, por magia y azar, un joven pr¨ªncipe que recuerda a Mois¨¦s ¨Cabandonado por sus progenitores para protegerlo, criado por padres adoptivos, ignorante de su verdadero origen¨C, con la ayuda de un mago viejo y sabio (Obi-Wan es el Merl¨ªn de la historia), una espada y un poder trascendental. Rescata a una princesa y lucha contra un Caballero Negro. Luke vive el cl¨¢sico ¡°viaje del h¨¦roe¡± con invocaci¨®n, negaci¨®n, la orientaci¨®n del gu¨ªa sabio y experimentado, percepciones profundas, ayudas m¨¢gicas y un laberinto en el que tiene lugar la batalla interior final contra el mal que ha sido previamente desenmascarado. Han es parecido pero diferente: lo congelan y pr¨¢cticamente renace.
Por doquier se encuentran otros arquetipos, en una salvaje mezcla de estilos: el robot C-3PO es visualmente similar a la m¨¢quina humana de Metr¨®polis, una pel¨ªcula que tambi¨¦n sirve de referencia para gran parte del dise?o de las estaciones espaciales en los seis largometrajes. La ¨²ltima escena remite claramente a los desfiles de propaganda nazis filmados por Leni Riefenstahl. Incluso Darth Vader, padre del h¨¦roe, provisto de atributos fascistas, como la forma del casco, vestido de negro, cubierto por una m¨¢scara y con la voz distorsionada corresponde con precisi¨®n a un arquetipo de la obra de Carl Jung, rival de Freud en la d¨¦cada de 1920, que define a un ¡°¨¢lter ego¡±.
El poder de la modernidad, la tecnolog¨ªa futura y la magia de la Edad Media no se contradicen en La guerra de las galaxias.
Cada ¨¦pica fant¨¢stica refleja su ¨¦poca de origen. Igual que El Se?or de los Anillos mostraba las experiencias de Tolkien en el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial, el ascenso del fascismo y el trauma brit¨¢nico de la Segunda Guerra Mundial, y Juego de tronos refleja la pol¨ªtica occidental del presente con su esp¨ªritu emprendedor mezcla de cinismo e ingenuidad y los cuentos de hadas del neoliberalismo, La guerra de las galaxias es el paradigma de la representaci¨®n imaginaria de la Era de Acuario con su deseo de expansi¨®n de nuevos estados de conciencia, su ansiedad ecol¨®gica y su anhelo de ¡°naturaleza¡±, y su simpat¨ªa por la rebeli¨®n antiimperial de los desfavorecidos.
Porque la d¨¦cada de 1970 fue la de la Nueva Era, el proyecto de una edad supuestamente nueva y mejor m¨¢s all¨¢ de un mundo desencantado, que cree en la tecnolog¨ªa pasada por la espiritualidad y en la que las ideas occidentales conviven con la sabidur¨ªa de Oriente Pr¨®ximo; una era de feminizaci¨®n, infantilizaci¨®n y celebraci¨®n de los marginados. ¡°Holismo¡± era la palabra de moda. La lecci¨®n m¨¢s importante era que todo ir¨ªa bien; solo hab¨ªa que creerlo firmemente.
Un tema sorprendente es la cr¨ªtica a la democracia. Las pel¨ªculas de Lucas representan instituciones d¨¦biles, la manipulaci¨®n de las masas, la lentitud y la complejidad de la toma de decisiones y la par¨¢lisis de la democracia causada por el ego¨ªsmo desenfrenado. Frente a ello, el director ensalza la utop¨ªa de un ¡°gobierno de los mejores¡± y el modelo plat¨®nico del ¡°rey fil¨®sofo¡±, encarnado principalmente por el Jedi.
Es decir, estamos hablando de teolog¨ªa pol¨ªtica. Al final, la guerra entre los rebeldes y el imperio, los republicanos y los tiranos es solo la apariencia externa de una lucha trascendental por todas las cosas. Lucas pone en pr¨¢ctica, a veces de forma pueril, aunque no siempre con la inocencia de un ni?o, esa idea rom¨¢ntica que conecta La guerra de las galaxias con numerosos mitos y algunas novelas, y que su tocayo Georg Luk¨¢cs describi¨® en su Teor¨ªa de la novela como el deseo de una ¡°totalidad nueva y cerrada¡±, y que, en otras palabras, podr¨ªamos llamar el deseo de consuelo.
R¨¹diger Schusland es cr¨ªtico e historiador alem¨¢n de cine, adem¨¢s de director del documental De Caligari a Hitler.
Traducci¨®n: News Clips.
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