Agitador de conciencias y emociones
Escribo con rabia, sin querer hacerlo y sin comprender por qu¨¦, incr¨¦dulo. No me gusta traducir a una frase un sentimiento, ni siquiera una idea¡ supongo que por eso soy m¨²sico, y a¨²n m¨¢s director de orquesta: el nuestro es un lenguaje de exprimir en sonido el Todo a trav¨¦s del silencio del gesto. Silencio. Porque el director no suena. Y escribo con la misma rabia y el mismo silencio sonoro con la que vivi¨® y cre¨® y grit¨® Pierre Boulez, a¨²n incr¨¦dulo de tristeza.
Porque no puedo entender a¨²n toda la dimensi¨®n que alcanz¨® y alcanzar¨¢ alguien que nunca quiso pertenecer a un c¨ªrculo, que nunca supo adscribirse a una etiqueta ni limitarse a una forma de expresi¨®n ni de inteligencia. Pierre, Monsieur, Boulez ¡ªcualquier nombre menos ¡°maestro¡±¡ª vivi¨® con la curiosidad a flor de piel, transmitiendo sin querer un mensaje de que nunca es suficiente, de que hagas lo que hagas hay que conocer a fondo lo que no eliges y lo que no te pertenece, y hasta lo que no te interesa. Que el arte es la vida, y a¨²n m¨¢s grande porque es capaz de reinterpretarla y cuestionarla. Y esa fue su vida: ¨¦l mismo me cont¨® que no tuvo familia porque no le interesaba; ¨¦l me recomendaba en mis a?os de furor y trabajo sin cesar que deb¨ªa tener tiempo libre pero no para descansar, sino para reflexionar. El mito que a las puertas de sus 80 a?os decide fundar una academia en Lucerna, entreg¨¢ndose en cuerpo y alma a m¨²sicos, directores y compositores, liderando con energ¨ªa e ideas m¨¢s dialogantes y radicales que las de cualquiera el grupo de veintea?eros virtuosos.
En este ¨¢mbito lo conoc¨ª, como alumno primero, como alumno y pupilo despu¨¦s interrumpiendo mi carrera para ponerme bajo la lupa de su criterio amable pero implacable, para continuar despu¨¦s con una relaci¨®n de amistad en la que ¨¦l quiso ayudarme y protegerme con su impulso y consigui¨® hacerme a¨²n m¨¢s responsable y radical en la convicci¨®n del papel crucial del arte y de la m¨²sica. Una relaci¨®n en la que tuve el privilegio de dialogar con ¨¦l, de compartir proyectos, de reflejar en diversos festivales sus propias ideas. Incluso la suerte de compartir en una cena hace pocos meses, en su casa de Baden-Baden, conversaciones sobre m¨²sicas que nadie relacionar¨ªa con ¨¦l. Y hasta de poder ayudarlo cuando las fuerzas le empezaron a flaquear y me pidi¨® asumir la direcci¨®n de todos sus proyectos en Lucerna en 2013. A¨²n entonces nunca quiso declinar y su presencia en cada ensayo incendiaba el ¨¢nimo de todos. As¨ª vivi¨® su misi¨®n Pierre Boulez: la del deber de agitar conciencias y emociones, la de la necesidad de incomodar para reordenar las referencias y los l¨ªmites. Y hacerlo con rabia: la m¨²sica y el arte tienen m¨¢s poder que nunca en una sociedad que pierde referencias y bascula hacia la banalidad. Y por desgracia no hay nadie que nos ayude. Necesitamos muchos Pierre Boulez para agitar y gritar desde el silencio de la creaci¨®n y de la convicci¨®n, con todos los argumentos de nuestro lenguaje sin palabras, la m¨²sica. Gracias, Pierre ¡ªMonsieur, Boulez¡ª. Seguiremos luchando.
Pablo Heras-Casado es director de orquesta, director principal de la Orchestra of St. Luke¡¯s de Nueva York y director invitado del Teatro Real de Madrid.
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