Fallece Paul Bley, el pianista de jazz que todos quer¨ªan ser
Para el canadiense, el m¨²sico tiene la obligaci¨®n de inventarse a s¨ª mismo cada vez que se sube a un escenario
Hace unos a?os quien suscribe tuvo delante de s¨ª al m¨¢s solicitado de los pianistas de jazz de la posmodernidad. ¡°?Mis maestros?¡±, respondi¨® Keith Jarrett a la pregunta de marras. ¡°Bill Evans, claro¡ y el m¨¢s importante de todos: Paul Bley¡±. Si existe un ¡°m¨²sico de m¨²sicos¡± sobre la faz de la tierra, ese fue Paul Bley, fallecido el pasado 3 de enero a los 83 a?os de edad por causas no precisadas. La noticia fue dada a conocer por una hija del artista y confirmada m¨¢s tarde por la compa?¨ªa discogr¨¢fica ECM, para la que el fallecido pianista grab¨® algunos de sus discos m¨¢s recordados; algo que no deja de llamar la atenci¨®n dado lo ambiguo de la relaci¨®n que manten¨ªa el fallecido jazzista con el sello: " ?Sabe cu¨¢l es el verdadero significado de ¡°ECM¡±?¡±, le soltaba a Ted Panken: ¡°M¨²sicos F¨¢cilmente Castrados¡± (Easily Castrated Musicians¡±).
En nuestro pa¨ªs, Paul Bley cont¨® con un propagador incansable de su m¨²sica en la persona del historiador y cr¨ªtico dan¨¦s residente en Madrid Ebbe Traberg, para quien el fallecido pianista era un poeta en la piel de un m¨²sico de jazz. El aficionado atesora en su memoria las dos actuaciones del pianista en solo en el colegio mayor San Juan Evangelista, en los a?os 1988 y 1995, a la que sigui¨® una tercera en 1997, a los meses del fallecimiento de Traberg: ¡°el m¨²sico de jazz tiene la obligaci¨®n de inventarse a s¨ª mismo cada vez que se sube a un escenario¡±, declaraba Bley durante otro de sus interminables encuentros after hours madrile?os con Traberg. ¡°Por eso, todo lo que se ha escrito sobre la m¨²sica y el piano no sirve absolutamente para nada¡±.
Nacido en Montreal, Canad¨¢, un 10 de noviembre de 1932, ¡°Paul Bley ten¨ªa a su favor¡±, en palabras de Enrique Turpin para Cuadernos de Jazz, ¡°el ser el sustituto de Oscar Peterson cuando ¨¦ste decidi¨® emigrar a Estados Unidos. Brillante y bien parecido, contaba a la saz¨®n diecisiete a?os de edad. Pero nada garantizaba que llegara a los sesenta a?os de carrera ininterrumpida con la consistencia y fragor tan crecidos como insolentes¡±. En persona, el pianista, en cuyo haber se cuentan sus matrimonios con sus dos principales proveedoras de material tem¨¢tico, Carla Borg ¨Cm¨¢s tarde Bley- y Annette Peacock, acud¨ªa a su vertiente ir¨®nica para quitarse importancia: ¡°la diferencia es que yo siempre he hecho lo que consideraba que deb¨ªa hacer. Parece f¨¢cil y, de hecho, lo es. S¨®lo tienes que no dejarte desviar del camino por los vendedores de baratijas¡±. Equidistante de todos los estilos, Bley coquete¨® con el bebop ¨CCharlie Parker¨C, el free jazz ¨COrnette Coleman- y la electr¨®nica antes de encontrar su lugar en el mundo: ¡°al final result¨® que todo lo que necesitaba est¨¢ en el standard¡±. En ¨²ltima instancia, el estilo ¨Ccaso de existir¨C de Paul Bley viene definido por la inteligencia y el fino instinto de qui¨¦n se sienta tras el piano: ¡°empec¨¦ intentando ser el mejor, el m¨¢s r¨¢pido, ahora trabajo para ser el peor pianista del mundo y debo decir que estoy cerca de conseguirlo¡±. Explicar a Paul Bley no resulta f¨¢cil si se pretende eludir los lugares comunes que tienen que ver con la experiencia subjetiva del oyente. Para el tambi¨¦n pianista Matthew Shipp, ¡°Paul era completamente natural¨ªstico y org¨¢nico en su concepci¨®n musical¡±. Mucho m¨¢s que un pianista de jazz, una forma de entender la existencia.
Babelia
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