David Bowie, Enya y Arc¨¢ngel
Tres discos, tres cr¨ªticas, tres novedades musicales, con la inmortal leyenda a la cabeza
EL DISCO DE LA SEMANA: David Bowie - Blackstar
Algo deb¨ªamos haber sospechado. En 2013, David Bowie reapareci¨® sin conceder entrevistas; s¨ª dej¨® que hablaran tanto el productor Tony Visconti como los m¨²sicos participantes en el espl¨¦ndido The next day. En aquellos d¨ªas, nos son¨® a genialidad (¡°f¨ªjate, deja que otros hagan la promoci¨®n por ¨¦l¡±) pero una mente suspicaz pod¨ªa intuir que algo iba mal: David era campe¨®n ol¨ªmpico en ese deporte que son los t¨ºte ¨¤ t¨¨te con la prensa; su silencio total indicaba que las cosas en Bowielandia estaban lejos de la normalidad.
Artista: David Bowie
Disco: Blackstar
Sello: ISO/ Sony
Calificaci¨®n: 6?5 sobre 10
En su momento, denlo por seguro, nos llegar¨¢ informaci¨®n completa sobre estos a?os finales de nuestro extraterrestre favorito. Mientras tanto, buscamos ansiosamente pistas para desentra?ar el opaco disco que sac¨® dos d¨ªas antes de su muerte. Andamos mal acostumbrados: hombre locuaz, buen vendedor de si mismo, Bowie gustaba de conceptualizar sus desplazamientos art¨ªsticos. Pod¨ªa enga?arnos pero nunca escaseaban los argumentos, las referencias culturales, las complicidades generacionales.
Un trabajo envuelto en circunstancias tan dram¨¢ticas como Blackstar necesita obligatoriamente unos filtros finos. Muchos se han apresurado a subirlo al podio de su autor, aunque tambi¨¦n se me ocurren argumentos para considerarlo un experimento no rematado. Ver¨¢n: en otros tiempos, Blackstar habr¨ªa encajado perfectamente en la categor¨ªa de mini-LP. Echen cuentas: tenemos 41 minutos y siete canciones. De ellas, dos ya hab¨ªan visto la luz en un single para el Record Store Day de 2014 (en versiones diferentes, cierto). Quedan cinco: escasa cosecha para un artista generalmente prol¨ªfico, que guardaba abundantes descartes.
Aparte de la duraci¨®n, se detectan otros indicios de perversidad en Blackstar. Por ejemplo, las letras est¨¢n reproducidas en negro brillante sobre un fondo de negro mate. El estudio de dise?o, Barnbrook, indudablemente con la bendici¨®n de Bowie, ha logrado que resulten ilegibles. La secuenciaci¨®n tambi¨¦n sube el list¨®n: comienza con las dos piezas m¨¢s, perd¨®n, raras. Donde adem¨¢s adopta los artificiosos modos vocales de un Scott Walker, una m¨¢s entre las diversas voces que David maneja aqu¨ª.
La canci¨®n que le da t¨ªtulo produce desasosiego, con esos coros lit¨²rgicos y la aparici¨®n de una melod¨ªa m¨¢s amable hacia el minuto cuatro. Reforzado por el video, hay materia para la ex¨¦gesis, si bien barrunto que estamos demasiado cerca del deceso para recurrir a una utilizaci¨®n fr¨ªvola de las letras: son lo bastante nebulosas para permitir interpretaciones contradictorias.
En el estudio, David sol¨ªa contar con equipos m¨¢s o menos estables, excepto cuando deseaba dar un viraje a su sonido. Para Blackstar, ya saben, contrat¨® a un quinteto de jazzmen neoyorquinos y (relativamente) j¨®venes. En realidad, son instrumentistas todoterreno que se adaptan a las exigencias del contexto; solo el saxofonista, Donny McCaslim, tiene aqu¨ª margen para dejar su marca, el aliento del jazz.
?l y sus compa?eros resuelven eficazmente las baladas y los ritmos cazurros de Sue (or in a season of crime) o Girl loves me. Esta ¨²ltima alcanza cumbres de ininteligibilidad con el uso de algo que parece nadsat, la jerga inventada por Anthony Burguess para La naranja mec¨¢nica (y ha ganado para Bowie el sello de Parental advisory, por la reiteraci¨®n del coloquial ¡°fuck¡±).
Mencionaba antes la perfidia de David. Resulta que Blackstar contiene canciones exquisitas, pero est¨¢n escondidas al final. Dollar days es una historia melanc¨®lica que sugiere, quiz¨¢s, las reflexiones de un proxeneta ingl¨¦s en Estados Unidos. Enlaza de forma casi imperceptible con I can¡¯t give everything away, que exhala aroma a despedida. Pero ya digo que deber¨ªamos alejarnos de las lecturas simples. Por respeto, mejor no especular con lo que pasaba por su cabeza de Bowie cuando sinti¨® la brisa que anunciaba la cercan¨ªa de la parca. Diego A. Manrique
?Enya - Dark sky island
Corren buenos tiempos para la reivindicaci¨®n de artistas con mala prensa, sonidos que en otras ¨¦pocas provocaban ataques de p¨¢nico y placeres culpables que cada vez tienen m¨¢s de lo primero que de lo segundo. Si Bon Iver desenterr¨® el legado de Phil Collins, para sorpresa y contrariedad del planeta indie, con su segundo disco, a nadie deber¨ªa sorprenderle ni contrariarle que Grimes cite a Enya como uno de sus iconos pop. Y que no pase nada, m¨¢s bien todo lo contrario: que recibamos con una sonrisa ir¨®nica el redescubrimiento favorable de referentes que hasta la fecha viv¨ªan crucificados por el pensamiento cr¨ªtico. ?Que ahora Enya mola y ya no nos parece esa se?ora ensimismada que graba m¨²sica aburrida para fans de El se?or de los anillos? Lo que haga falta para ser el m¨¢s guay de la clase.
Artista: Enya
Disco: Dark sky island
Sello: Aigle Music-Warner
Calificaci¨®n: 4 sobre 10
Poco importa que Enya sea una de las pocas artistas en activo que tiene un repertorio totalmente intercambiable. Su discograf¨ªa es como una burbuja conceptual en la que es complicado seguir el rastro del paso del tiempo, la madurez, el contexto, los cambios de tendencia o las innovaciones tecnol¨®gicas. Si cogemos algunas canciones de Dark sky island, su nuevo ¨¢lbum, el s¨¦ptimo de su carrera y el primero que publica en siete a?os, y las colamos disimuladamente en el track list de A day without rain (2000) o Shepherd moons (1991) tendremos un serio problema para diferenciarlas entre s¨ª y para detectar cu¨¢les fueron grabadas en los 90 y cu¨¢les han sido grabadas en la actualidad. La cantante irlandesa ha hecho del inmovilismo y el estancamiento sus principales se?as de identidad expresivas, aquello que la identifica y personaliza. Y de ah¨ª no sale ni tiene la menor intenci¨®n de salir: su inalterable fusi¨®n de ra¨ªces celtas, producci¨®n new age, pop et¨¦reo y folklore se convierte en una marca de f¨¢brica alejada a conciencia de los cambios, las sorpresas, los descubrimientos o los experimentos. Lo tomas o lo dejas. Y quien esto escribe, a pesar de los vientos que parecen soplan a su favor, lo sigue dejando.
El problema de ese planteamiento casi existencial es que permite, por ejemplo, que Dark sky island suene muy apolillado, desfasado y anacr¨®nico. M¨¢s all¨¢ de la idea de refrito que planea por buena parte del ¨¢lbum ¨Ccuando escuchas Echoes in the rain te pasas media canci¨®n intentando recordar en qu¨¦ momento de su trayectoria ya la hab¨ªas escuchado antes¨C y de la permanente sensaci¨®n de d¨¦j¨¤ vu que te invade en cada pieza, el mayor conflicto que propone este regreso es su flagrante desconexi¨®n de todo. Una desconexi¨®n sonora, pero tambi¨¦n art¨ªstica, personal y creativa, a todos los niveles, que poco o nada tiene que ver con la que persigue la artista. Las letras y los paisajes emocionales creados por Enya en Dark sky island inciden, una vez m¨¢s, en la distancia, en la idea de refugio musical para escaquearse de las inclemencias del mundo real y encontrar un lugar reconfortante en el que sentirte seguro. Y para ello apela, como es tradici¨®n, a una idea pomposa y misteriosa de la belleza que en esta entrega quiz¨¢s se presenta de forma m¨¢s sutil y contenida, pero igualmente anquilosada. Desvar¨ªos m¨ªsticos ¨CSancta Maria o Astra et luna son las m¨¢s evidentes del lote¨C y baladas melanc¨®licas de brocha gorda que, no lo dudo, tendr¨¢n perfecto encaje en ferias de tarotistas y convenciones de distribuidores de incienso, pero que no dejan de ser protagonistas de un complaciente y casi par¨®dico viaje a ninguna parte. David Broc.
?Arc¨¢ngel - Tablao
Si traslad¨¢semos la terminolog¨ªa del rock al flamenco, podr¨ªamos decir que con Tablao, Arc¨¢ngel (Francisco Jos¨¦ Arc¨¢ngel Ramos, Huelva, 1977) se ha marcado un unplugged. Su nuevo trabajo es m¨²sica sencilla, ¨ªntima, que va a la esencia del cante y que no se esconde ni en producciones preciosistas ni en los efectos especiales del estudio de grabaci¨®n. Se trata de una grabaci¨®n en directo de cantes conforme a los sagrados c¨¢nones que marca la tradici¨®n, que pretende servir de homenaje y de alguna manera reivindicar una ¨¦poca y una manera de trabajar de los flamencos. Un disco de f¨¢cil escucha y que seguro que dejar¨¢ un regusto de cierta nostalgia en algunos aficionados.
Artista: Arc¨¢ngel
Disco: Tablao
Sello: Universal Music Spain
Calificaci¨®n: 7 sobre 10
Tras varias colaboraciones con otras m¨²sicas, Arc¨¢ngel regresa pues al origen, los tablaos, donde todos los flamencos de su generaci¨®n ¨Cincluido ¨¦l- y de varias anteriores se curtieron antes de darse a conocer al gran p¨²blico. Y para hacerlo, graba en directo en tres de los m¨¢s conocidos: El Arenal de Sevilla, El Corral de La Morer¨ªa de Madrid y El Tablao Cordob¨¦s de Barcelona.
Se hace acompa?ar Arc¨¢ngel por guitarristas (Miguel ?ngel Cort¨¦s, Dani de Mor¨®n y Diego del Morao) perfectamente conocedores de lo que requiere una interpretaci¨®n cl¨¢sica y que ofrecen el ropaje adecuado a la voz del cantaor para acometer la tarea que se propone.
En ocasiones, lo m¨¢s novedoso es retomar los caminos ya transitados. Y as¨ª ocurre en este disco, en el que se agradece que Arc¨¢ngel haya decidido incluir los fandangos y las seguirillas alosneras que, pese a ser de su tierra, el Alosno, y por lo tanto estar inevitablemente unidas a sus inicios, no hab¨ªa grabado antes y que aqu¨ª aborda junto a coro y pandero. La separaci¨®n entre flamenco y folclor siempre fue difusa en el tablao y Arc¨¢ngel ha elegido reivindicar ambos en Tablao.
Aunque el cantaor est¨¢ en plenitud de facultades, no hace alarde de ello en este disco. Su voz se mueve con soltura por unos cantes que domina con claridad, que no pretende ser preciosista aunque tenga momentos para brillar, sino sentida y completa.
En momentos como el ayeo inicial de la malague?a, o el arranque de la buler¨ªa por sole¨¢, si se cierran los ojos, parece que se viaja unas d¨¦cadas atr¨¢s, cuando la televisi¨®n retransmit¨ªa en blanco y negro y los cantaores hac¨ªan dos pases por noche y a¨²n ten¨ªan ganas al acabar de reunirse en alg¨²n tablao, ya cerrado al p¨²blico, para seguir cantando hasta el amanecer.
Y as¨ª sobrevuela el disco la sombra de Manolo Caracol, no solamente por su relaci¨®n con los tablaos (precisamente fue due?o de Los Canasteros, uno de los puntos de referencia para esas sesiones de despu¨¦s del cierre de los flamencos en Madrid), sino por las evocaciones en las interpretaciones de algunos versos y fundamentalmente por la presencia de La Ni?a de Fuego, zambra que populariz¨® el mencionado cantaor.
En un trabajo de cantes conocidos y un arranque y cierre cl¨¢sicos (zambra ¨C buler¨ªa, casi como el alfa y omega de los espect¨¢culos flamencos), la frescura la ponen el directo (y por tanto las interpretaciones), la falta de amplificaci¨®n y las nuevas letras del productor, Isidro Mu?oz, que actualizan coplas que han servido de escuela para varias generaciones de m¨²sicos flamencos. ?ngeles Castellanos.
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