Memorial de Carmen Balcells

Desde hace un tiempo me resulta muy duro ir a Barcelona no solo en raz¨®n de la fractura de la sociedad catalana por la dosis excesiva de esencias identitarias y escasez de razonamiento ni por la colonizaci¨®n de mis barrios preferidos por turismo de masas sino por la cancelaci¨®n dolorosa de uno de los ritos obligados durante mi estancia en la ciudad: mi visita al 580 de la Diagonal, sede de la Agencia Carmen Balcells y del piso en el que su excepcional fundadora me recib¨ªa.

Tengo horror a redactar necrolog¨ªas que certifican la muerte de alguien que para m¨ª sigue vivo, y cuando me he visto obligado a redactarlas lo he hecho forz¨¢ndome a m¨ª mismo y reproch¨¢ndome en mi fuero interno su composici¨®n. La imagen de la persona querida permanece inc¨®lume en nuestra mente y su fallecimiento imprevisto no afecta a nuestra inmediatez con ella. Desde que recib¨ª la para m¨ª incre¨ªble noticia no he cesado de subir como siempre la escalera de la Agencia, saludar a los amigos que trabajan en ella, aguardar el momento en el que me comunicaban que pod¨ªa subir a verla arranc¨¢ndome a la contemplaci¨®n de las fotograf¨ªas de quienes compon¨ªan su plantel de autores: Garc¨ªa M¨¢rquez, Vargas Llosa, Fuentes, Donoso, Mars¨¦, Mendoza y un largo etc¨¦tera. Luego, ya en su casa, el abrazo cordial con su estampa de reina madre en el trono de su silla de ruedas, viva, prodigiosamente viva pese a la edad y sus achaques.

?C¨®mo resumir en un par de cuartillas una relaci¨®n estrecha de m¨¢s de medio siglo? Entr¨¦ en contacto con ella en los ¨²ltimos a?os de la dictadura, cuando mi obra estaba prohibida en Espa?a, y me ayudo a encontrar editores en Hispanoam¨¦rica. Eran los tiempos del boom y gracias a ella Barcelona se hab¨ªa convertido en la capital editorial de los pa¨ªses de lengua espa?ola en virtud de una apertura y un cosmopolitismo que ahora echamos de menos. Carmen reinaba en ella con un instinto infalible, mezcla de perspicacia y olfato: impon¨ªa sus reglas en la relaci¨®n entre editores y autores, preve¨ªa el curso de los acontecimientos, sellaba alianzas en funci¨®n de estrategias a largo plazo y de t¨¢cticas negociadoras seg¨²n soplara el viento. La defensa de sus autores cambi¨® las normas abusivas que les perjudicaban. Su generosidad con ellos no ten¨ªa l¨ªmites. No era una simple agente sino algo m¨¢s vasto y profundo. Nos aconsejaba y compart¨ªa nuestra intimidad. Fue testigo de mi matrimonio civil en Espa?a y la primera en felicitarme si la suerte se mostraba favorable conmigo. Mientras escribo dificultosamente estas l¨ªneas la veo con nitidez ante m¨ª con su expresi¨®n inolvidable de astucia y complicidad y no me resigno a aceptar que haya desaparecido para siempre. Carmen, repito, sigue viva y bien viva en nuestros corazones y su obra, la Agencia, contin¨²a y continuar¨¢ su labor eficaz para esta pl¨¦yade de autores que encontr¨® en ella a quien mejor pod¨ªa representarlos en la defensa de la literatura en el complejo entramado del mercado global.