Argentina se abre de nuevo a los libros del mundo
Durante los ¨²ltimos a?os del kirchnerismo se cort¨® la importaci¨®n para favorecer la industria local
Buenos Aires fue siempre una de las capitales mundiales del libro. Todav¨ªa hoy es la ciudad con m¨¢s librer¨ªas por habitante, seg¨²n el estudio World Cities Culture Forum. Algunas, en la calle Corrientes, abren las 24 horas, un espect¨¢culo ¨²nico. Sin embargo, en los ¨²ltimos a?os, los lectores argentinos ten¨ªan muchos problemas para encontrar libros minoritarios, de tirada peque?a, para lectores m¨¢s exigentes. El Gobierno kirchnerista, sobre todo desde 2010, puso dur¨ªsimas trabas a la importaci¨®n para favorecer a la industria local. No estaba prohibida, pero era tan complejo que solo entraban libros de ¨¦xito seguro. Tanto es as¨ª que es frecuente que los argentinos pidan a sus amigos extranjeros que les traigan libros imposibles de encontrar en Buenos Aires.
El nuevo Gobierno acaba de levantar esas trabas y muchos libreros y editores est¨¢n entusiasmados. Los impresores, por el contrario, est¨¢n inquietos. Creen que una entrada masiva puede acabar con miles de puestos de trabajo en las imprentas locales, que han tenido una explosi¨®n en los ¨²ltimos a?os.
Menos variedad
La voracidad de los argentinos por los libros no ha bajado, al rev¨¦s, ha crecido, y la gran mayor¨ªa se imprim¨ªa en el pa¨ªs. Entre 2011 y 2014 cay¨® un 65% la importaci¨®n de libros, y como, consecuencia, se redujo un 35% la variedad de t¨ªtulos que se vend¨ªan en el pa¨ªs. Tambi¨¦n est¨¢n inquietas algunas editoriales peque?as que temen una invasi¨®n de libros baratos en el mercado, sobre todo espa?oles. Porque el cierre de la importaci¨®n ha tenido otro efecto: los libros, como casi todo, est¨¢n car¨ªsimos en Argentina -de 21 a 28 euros y hace un mes entre 30 y 40 euros-.
¡°Nosotros hace unos pocos a?os ten¨ªamos m¨¢s de 90.000 t¨ªtulos diferentes en El Ateneo, nuestra librer¨ªa central. Ahora rondamos los 72.000. Ha sido un desastre para la diversidad, aunque han sido a?os en que se han vendido much¨ªsimos libros. El Gobierno promov¨ªa el consumo. Ahora confiamos en poder tener mucha m¨¢s variedad, el lector argentino es muy exigente y busca constantemente novedades. Estamos muy ilusionados¡±, cuenta Adolfo de Vincenzi, director general del grupo Ilhsa, propietario de 53 librer¨ªas en toda Argentina, entre ellas la impresionante El Ateneo, una de las m¨¢s bellas del mundo, construida sobre un antiguo teatro y lugar de peregrinaci¨®n de turistas y lectores de todo el mundo. ¡°Antes ven¨ªa gente de toda Latinoam¨¦rica a comprar libros a Buenos Aires, donde siempre hab¨ªa de todo. Ven¨ªan micros (autobuses) llenos de chilenos a comprar al Ateneo. Eso se perdi¨®. Confiamos en recuperarlo poco a poco¡±.
El mecanismo m¨¢s extra?o para limitar la importaci¨®n era el del control de tintas. El Gobierno estableci¨® la obligaci¨®n de garantizar que todos los libros importados ¡ªsolo si eran m¨¢s de 500 ejemplares¡ª tuvieran una tinta con menos de un cierto porcentaje de plomo. ¡°Era un sistema autoritario y kafkiano. Un arancel escondido. En todas las pruebas que se hicieron jam¨¢s dio positivo. Pero tardaban much¨ªsimo en hacerla; solo se pens¨® para frenar la importaci¨®n. Y lo logr¨®. Pero es una pol¨ªtica absurda. Andr¨¦s Neuman es argentino pero vive y publica en Espa?a. ?Nos lo vamos a perder aqu¨ª? Adem¨¢s, se hizo un da?o enorme a las librer¨ªas y al editor peque?o, subieron mucho los precios de las imprentas¡±, sentencia Trinidad Vergara, presidenta de la C¨¢mara Argentina de Publicaciones.
No todos est¨¢n tan satisfechos con la medida impulsada por Pablo Avelluto, el nuevo ministro de Cultura de Mauricio Macri, un hombre que viene del mundo editorial. Julio Sanseverino es un veterano impresor, due?o de Gr¨¢fica Pinter y secretario de la Federaci¨®n de Gr¨¢ficas Argentinas. ¡°En los ¨²ltimos a?os el sector ha tenido una expansi¨®n enorme, da trabajo a 65.000 personas, y ahora tememos que si se empiezan a imprimir cosas fuera se pierdan hasta 10.000 puestos de trabajo. Muchas empresas hicieron enormes inversiones en tecnolog¨ªa porque el sector crec¨ªa y ahora pueden tener problemas. No fuimos consultados, esto puede tener un coste social importante¡±, explica.
Env¨ªo por correo
En cualquier caso Argentina ir¨¢ poco a poco. No habr¨¢ apertura total. En este pa¨ªs la venta de libros por env¨ªo de Amazon no entr¨® nunca y el Gobierno de Macri no tiene intenciones de dejarla entrar de momento. Mandar un libro por correo era toda una aventura en Argentina. Todos los lectores curiosos argentinos o periodistas especializados tienen libros que les esperan en el aeropuerto bloqueados. Es tan complicado y caro retirarlos que la mayor¨ªa renuncia a hacerlo, y all¨ª se acumulan. Ahora todo volver¨¢ a ser como antes. Lo que no cambiar¨¢ es la sed de los lectores argentinos: vengan de donde vengan los libros los devoran como en pocos lugares del mundo.
Cartas de Per¨®n sobre el cad¨¢ver de Evita bloqueadas y casi perdidas
La pol¨ªtica de restricci¨®n de entrada de libros gener¨® situaciones absurdas, pero ninguna tan incre¨ªble como la que sufri¨® la biblioteca personal de Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, el autor de Santa Evita. Cuando falleci¨®, en 2010, dej¨® escrito que quer¨ªa que su enorme biblioteca, que estaba en New Jersey, donde viv¨ªa la mayor parte del a?o y ense?aba en la universidad, se quedase en Buenos Aires. Su hizo Ezequiel se puso a la tarea, meti¨® todo en un container y empez¨® las gestiones. Le llev¨® casi cuatro a?os, en un galimat¨ªas burocr¨¢tico dif¨ªcil de imaginar. ¡°Fue una pesadilla. Primero hab¨ªa que demostrar que las cajas de madera no conten¨ªan material venenoso, despu¨¦s que la tinta de los libros no ten¨ªa demasiado plomo, despu¨¦s inscribir a la Fundaci¨®n Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez como importador, despu¨¦s detallar todo en 80 p¨¢ginas de documentos, despu¨¦s buscar antecedentes penales que caducaban al mes, despu¨¦s venc¨ªa la inscripci¨®n como importador. La desesperaci¨®n era absoluta¡±. Finalmente, agotado, Ezequiel encontr¨® una soluci¨®n directa: le mand¨® un correo al secretario de Comercio, Guillermo Moreno. ¡°Aparentemente ¨¦l lo destrab¨®, pero luego cambiaban gente dentro de aduanas, se perdi¨® el certificado de daci¨®n. Una locura. Y otra vez a empezar¡±. Pero lo m¨¢s incre¨ªble, despu¨¦s de casi cuatro a?os en un contenedor en EEUU y dos meses en el puerto de Buenos Aires, lleg¨® al abrir las cajas. ¡°No sab¨ªamos bien lo que hab¨ªa, lo empaquetamos a toda velocidad en EEUU. ?All¨ª estaban todos los originales que utiliz¨® mi padre para Santa Evita!¡±, el libro m¨¢s conocido de Mart¨ªnez (reeditado ahora por Alfaguara), que narra el incre¨ªble periplo del cad¨¢ver embalsamado de Evita Per¨®n, secuestrado por los militares, enterrado en secreto en Mil¨¢n con otro nombre -Mar¨ªa Maggi de Magistris-, despu¨¦s devuelto a Per¨®n en Madrid y finalmente enviado a Buenos Aires 20 a?os despu¨¦s de salir. ¡°All¨ª estaban las cartas de Per¨®n en las negociaciones para que le devolvieran el cad¨¢ver, certificados, correos entre embajadores, todo. Y estuvo a punto de perderse porque no nos lo dejaban traer. Es incre¨ªble¡±, rememora Ezequiel, que es un conocido periodista cultural argentino y adem¨¢s dirigen la fundaci¨®n dedicada a su padre. Las cartas son ahora la joya de la corona. ¡°Menos mal que los americanos las embalaron bien, si no se habr¨ªa perdido todo. Son muy buenos en eso, y fue lo m¨¢s barato de todo¡±, se r¨ªe.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.