La belleza seg¨²n Brad Mehldau
El pianista de jazz edita '10 Years Solo Live' en el que se re¨²nen 32 interpretaciones en solo
Brad Mehldau y, frente a ¨¦l, un plato rebosante de chop suey con gambas. El concierto termin¨® hace horas, hace fr¨ªo en Madrid y el chino es siempre un valor seguro. ¡°No s¨¦ por qu¨¦ hago las cosas¡±, suspira el artista entre fideo y gamba. ¡°Cada generaci¨®n tiene la m¨²sica que le corresponde, supongo¡±. Las cosas de la pre-madurez. A sus 45 a?os, el pianista m¨¢s imitado del jazz contempor¨¢neo ha sentido el deseo irrefrenable de escribir el primer tomo de sus memorias sonoras, de donde ¨¦ste 10 Years Solo Live en el que se re¨²nen 32 interpretaciones en solo grabadas en diversos escenarios europeos entre 2004 y 2014.
Todas las piezas han sido seleccionadas y ordenadas por su autor en cuatro grupos tem¨¢ticos (Dark/Light, The Concert, Intermezzo/R¨¹ckblick y E Minor/E Major) en el deseo, aclara, de ofrecer una visi¨®n de conjunto: ¡°He tratado de contar una historia de forma ordenada, con un principio y un final¡±. Sobre el temario diverso y variopinto se impone la personalidad de un creador obsesivo e implacable en su b¨²squeda desesperada de la belleza; una belleza ensimismada/endog¨¢mica que comparte con los miembros de una generaci¨®n, la suya, temerosa de Dios y los mandamientos del sagrado catecismo musical.
El oyente deber¨¢ sintonizar el canal apropiado antes de someterse a las extenuantes cinco horas de una m¨²sica excelsa y no tanto so pena de morir en el intento. Brad Mehldau es as¨ª, y as¨ª hay que tomarlo; coherente, escurridizo, abrumador, impredecible, en ocasiones; auto condescendiente, en otras, ofrece lo mejor de s¨ª mismo en sus interpretaciones de los cl¨¢sicos: Get happy, I?m old fashioned, On the street were you live... sus pudorosas lecturas monkianas ¨CMonk es siempre Monk- contrasta con una versi¨®n de My favorite things que poco tiene que ver con la grabada por Coltrane. Brad es aqu¨ª, podr¨ªa decirse, un ¡°anti-McCoy Tyner¡±, tan diferente es el estilo de uno y otro pianista. Tambi¨¦n toca a Brahms, los intermezzos Opus 76 y Opus 119. Pero esto, mejor olvidarlo.
La interpretaci¨®n sui generis de Dream brother, de Jeff Buckley, sugiere un mundo interior atormentado, lo que acaso tenga que ver con el aspecto prematuramente avejentado del artista. Materia para un psicoanalista. Como compositor, llama la atenci¨®n una pieza - Waltz for J.B.- llena de sugerencias. No es la ¨²nica, s¨ª la mejor.
A Mehldau, se sabe, le gusta tocar a los cl¨¢sicos del pop; a su manera, naturalmente. La m¨²sica de Nirvana ¨C Smells like teen spirit -, Lennon-McCartney - Blackbird -, Pink Floyd ¨C Hey you -, The Verve ¨C Bitter sweet symphony - y Ray Davies ¨C Waterloo sunset - pasa por sus manos para salir convertida en otra cosa. En ocasiones, el pianista se sumerge en las aguas profundas de la interpretaci¨®n hasta perderse de vista ( And I love her). Hipnotizado por la mismisidad de la materia sonora, Mehldau se hace uno con el instrumento ( Knives out ): ¡°Hay momentos¡±, ha declarado, ¡°en que entro en una especie de trance espiritual, pero siempre procuro mantener el control sobre lo que estoy tocando¡±. La borrachera m¨ªstica desemboca en el apocalipsis de God only konws (s¨ª, ?la canci¨®n de los Beach Boys!). Fin de la historia.
En 10 Years Solo Live Brad Mehldau transita por la delgada l¨ªnea que separa el estilo de la repetici¨®n con ¨¦xito desigual. Pero ¨¦stos son los riesgos del directo. Una de las mejores cosas del disco: las notas debidas al propio artista que acompa?an la edici¨®n, en las que se desnuda musical y emocionalmente. Lo peor: el empe?o de algunos en convertir en obra maestra lo que sea. Y es que, a veces, conviene escuchar la m¨²sica antes de hablar sobre ella.
Babelia
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