Gran filosof¨ªa en prosa literaria
Ferlosio dedic¨® sus primeros ensayos a la relaci¨®n entre lenguaje y naturaleza humana
Advert¨ªa Cervantes al conde de Lemos acerca de un libro que todav¨ªa ¡°le quedaba en el alma¡±. Quiz¨¢s, dec¨ªa, a¨²n reunir¨ªa fuerzas para dar a la imprenta Las semanas del jard¨ªn, tal era el t¨ªtulo. No las tuvo. Antes de concluir la semana biol¨®gica el jard¨ªn se transform¨® en camposanto. Para reparar la p¨¦rdida, Rafael S¨¢nchez Ferlosio titul¨® Las semanas del jard¨ªn uno de sus m¨¢s exquisitos libros, incluido ahora en el primer volumen de los ensayos completos. Todo en RSF tiene una referencia literaria y po¨¦tica, trate de lo que trate.
El primero de los cuatro vol¨²menes, admirablemente editado por Ignacio Echevarr¨ªa, cuyo nombre deber¨ªa figurar en portada, lleva otro t¨ªtulo con referencia, esta vez episcopal: Altos estudios eclesi¨¢sticos. Durante 15 a?os vivi¨® RSF encerrado en su casa entregado a las anfetaminas y a los estudios de ling¨¹¨ªstica y gram¨¢tica, como los cl¨¦rigos ca¨ªdos en desgracia que eran apartados por sus pastores para que se dedicaran a los ¡°altos estudios eclesi¨¢sticos¡± en remotas residencias alpinas. Que no cunda el p¨¢nico: muy poca materia eclesi¨¢stica contiene este volumen. Durante su encierro, nuestro autor escribi¨® decenas de miles de p¨¢ginas y cuando, a?os m¨¢s tarde, volvi¨® sobre ellas fue para espigar aquello que le pareci¨® digno de ser publicado. Vienen aqu¨ª muchos de esos folios y en ellos se advierte que los altos estudios fueron para ¨¦l una palanca que le permit¨ªa dar el salto al espacio que le era propio, el de la especulaci¨®n narrativa, una filosof¨ªa en prosa literaria que escribi¨® sin ninguna atadura de orden cient¨ªfico. Los ensayos de RSF no pertenecen al orden de la ciencia ling¨¹¨ªstica, por mucho inter¨¦s que despierten en los especialistas, estos escritos viven confortablemente en la casa de las letras.
El motor fundamental de los trabajos aqu¨ª reunidos es estil¨ªstico, pero no en un sentido est¨¦tico sino ¨¦tico. A RSF le parec¨ªa inmoral la prosa llana, lineal, unidimensional que se hab¨ªa establecido como paradigma en su tiempo. Con ese pobre estilo s¨®lo se pod¨ªan comunicar ideas planas. Ni siquiera ideas, s¨®lo sentimientos triviales y maniqueos. Su empe?o, su ambici¨®n, era construir un estilo capaz de transmitir pensamientos complejos. De este empe?o surgir¨ªa su famosa ¡°hipotaxis¡±. Una carta a Castellet del a?o 1965 lo pone en claro: ¡°Se trata de construir la frase y el periodo en tres dimensiones, es decir, lineal y lateral cuando el concepto lo requiere¡±. Deber¨ªamos extendernos sobre esa ¡°lateralidad¡± que seg¨²n parece exige un tipo de conceptos y que recuerda las especulaciones de los artistas de la ¨¦poca, pero ahora vamos a irnos nosotros tambi¨¦n por una lateral.
Esa prosa cuya tercera dimensi¨®n permite comunicar pensamientos complejos era tambi¨¦n, por entonces, la obsesi¨®n literaria de Juan Benet. Comparar las m¨²ltiples soluciones que fueron encontrando uno y otro para este experimento estil¨ªstico es una tarea que le espera a alguien que tenga m¨¢s ambici¨®n que codicia. En esa prosa ramificada, convolvul¨¢cea, ambos se aproximan a Proust (en absoluto a Joyce), pero hay una voluntad guerrera en RSF y Benet que no est¨¢ en Proust, sumiso, finalmente, a la claridad cartesiana. Es como si el mismo empe?o tridimensional se hubiera dado en una tierra grasa, de espesos bosques y r¨ªos caudalosos, pero tambi¨¦n en un secarral de pinos raqu¨ªticos y cursos secos. Hay una rabia b¨ªblica en el experimento espa?ol y s¨®lo serenidad cl¨¢sica en el franc¨¦s.
Lo m¨¢s interesante, en todo caso, es que ni RSF ni Benet ten¨ªan necesidad de direcci¨®n o prop¨®sito. El primero porque no quiere demostrar nada sino m¨¢s bien mostrar sus vacilaciones y dudas a medida que avanza. El segundo porque rechaza la narraci¨®n argumental, la cual se dirige hacia un final que justifica el recorrido a la inversa. Hay otra diferencia entre los tres hipot¨¢cticos. Con su frase helicoidal, Proust bucea en los submundos que se ocultan tras la narraci¨®n lineal. No as¨ª Benet, cuyos desv¨ªos por la tercera dimensi¨®n apenas tienen relaci¨®n con lo que est¨¢ narrando y una escena de guerra puede abrirse a la descripci¨®n del cig¨¹e?al de una tanqueta. Por su parte, RSF usa los despegues y ramales de su hipotaxis para exponer las negaciones de lo que la l¨ªnea principal da por supuesto. No es el tigre que borra su rastro con la cola, sino la serpiente que va devorando la suya mientras avanza.
Aquellos que se sientan atra¨ªdos por esta obra excepcional han de saber que el primer volumen no s¨®lo re¨²ne algunos de los mejores ensayos de su autor, sino tambi¨¦n una parafernalia que nos hace felices a los ferlosianos. As¨ª los tres art¨ªculos reunidos bajo el t¨ªtulo de ¡®Los que se quedan en casa¡¯, es decir, las mujeres y los ni?os, o el conjunto de escritos de la secci¨®n ¡®Diversiones¡¯, que tratan asuntos tan variados como el art¨ªculo tercero de la Constituci¨®n o la fecha exacta en que dio comienzo el siglo XXI y que no es la que zanj¨® el comercio mundial. Hay tambi¨¦n dos avisos al lector que hasta ahora eran in¨¦ditos.
El grueso del volumen se lo llevan, empero, dos sustanciosos cl¨¢sicos, el ya mencionado Las semanas del jard¨ªn y los comentarios de RSF a su propia traducci¨®n del libro de Itard sobre el ni?o selv¨¢tico de Aveyron. En ambos podemos acceder a las discretas (pero esenciales) conclusiones a las que le hab¨ªa llevado su vuelo anfetam¨ªnico y gramatical. La tarea, si se me permite una reducci¨®n period¨ªstica, era tratar de averiguar en qu¨¦ consiste el entendimiento humano y cu¨¢nto de esa consistencia es exclusiva consecuencia del lenguaje. Ser¨ªa absurdo decir que RSF ha resuelto semejante misterio. Ni ¨¦l ni nadie. Ese es un enigma al que s¨®lo podemos acercarnos como un asteroide que gira en torno a un planeta hasta aproximarse demasiado y estallar en mil pedazos. Seguramente nunca lo sabremos, pero lo que han podido averiguar algunos esp¨ªritus sutiles antes de saltar en pedazos es de suma importancia.
En sus comentarios al libro de Itard sobre el ni?o selv¨¢tico (para acortar un art¨ªculo que ya va siendo largo), RSF da vueltas en el laberinto desesperante de c¨®mo se forman las ideas, conceptos y categor¨ªas en la mente del ni?o y si eso es posible sin alg¨²n aparato aprior¨ªstico aportado por el lenguaje. El problema es insondable porque tiene mucho que ver con si existe o no una ¡°naturaleza humana¡± distinta de las otras, si es que hay tal cosa como una naturaleza en general. Ah¨ª los genetistas patinan sobre aceite. El asombroso caso del ni?o brav¨ªo, tal y como lo relata su salvador en 1801 y 1806, da ocasi¨®n a RSF para elevarse en su helic¨®ptero hipot¨¢ctico hasta algunas cimas desde las que se ve con toda claridad, por lo menos, lo colosal, lo augusto, de la pregunta.
La historia de estos dos insuperables ensayos es tan hipot¨¢ctica como su contenido y el lector ha de acudir a la imprescindible presentaci¨®n de Echevarr¨ªa, as¨ª como a sus ¡®Notas sobre los textos¡¯, para conocer la incre¨ªble peripecia de cada edici¨®n. Tan milagroso es que alguien se haya internado en esos jardines envenenados y salido con vida para contarlo como que esos cuentos hayan llegado a nosotros.
Nuestro hombre est¨¢ ya rondando los 90 a?os. Ha recibido todos los premios y honores posibles en este cicatero pa¨ªs, y si no ha recibido m¨¢s es porque no le da la gana. S¨¦ de fuente segura que en este momento todo lo que le pide al severo Cronos es seguir ayudando a su nieta con las matem¨¢ticas (aunque mejor a¨²n llevarla de paseo) y la atenci¨®n de sus amigos. Quiz¨¢s a¨²n le quede en el alma alguna semana pendiente. Si por fin ve la luz, habr¨¢ sido porque este hombre respeta y ama a su pr¨®jimo como Cervantes, a quien cada d¨ªa que pasa se parece m¨¢s, y quiere dejar el alma ligera de equipaje para lo que sea menester.
Altos estudios eclesi¨¢sticos. Ensayos I. Gram¨¢tica. Narraci¨®n. Diversiones. Rafael S¨¢nchez Ferlosio. Edici¨®n de Ignacio Echevarr¨ªa. Debate. Barcelona, 2015. 848 p¨¢ginas. 34,90 euros
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