Un sue?o felliniano
Una obra ensimismada en la sistem¨¢tica formal del director de 'La gran belleza', pero que alcanza momentos de gloria
En una secuencia de Ginger y Fred, una de las ¨²ltimas pel¨ªculas de Federico Fellini, su esposa y actriz fetiche, Giulietta Masina, ve en la televisi¨®n un absurdo programa de gimnasia en casa para personas mayores, en el que se pronuncia el gran subtexto del relato: ¡°La vejez no existe¡±. Una gimnasia para ancianos que Paolo Sorrentino, evidente eslab¨®n con el cine de Fellini, ha ambientado en un balneario suizo donde una serie de personajes a la deriva de la existencia acaba conformando un discurso semejante al de aquel programa de la tele, en el que a la decadencia se impone la esperanza: La juventud. Una obra un tanto ensimismada en la sistem¨¢tica formal del director de La gran belleza, pero que alcanza momentos de gloria en su conjunci¨®n de texto e imagen, de onirismo y cotidianidad, de reflexi¨®n y de desvar¨ªo, en lo emocional, en lo sexual y en lo moral. Una obra hermosa y palpitante, con genio a borbotones desiguales, que, al fin y al cabo, nos habla de un lugar que todos habitaremos tarde o temprano.
LA JUVENTUD
Direcci¨®n: Paolo Sorrentino.
Int¨¦rpretes: Michael Caine, Harvey Keitel, Rachel Weisz, Paul Dano.
G¨¦nero: drama. Italia, 2015.
Duraci¨®n: 118 minutos.
Un prestigioso director de orquesta retirado, un realizador de cine que da sus ¨²ltimos coletazos, una antigua actriz que ya no conf¨ªa en su belleza, un artista del f¨²tbol gordo como un bal¨®n que a¨²n puede manejar el interior de su pierna izquierda como un guante, una soprano sin memoria ni mirada y un joven actor atascado en un triunfo que fue al tiempo su tumba desfilan por esta pel¨ªcula sobre el deseo y el horror en la que finalmente hay que quedarse con las ansias. Con su habitual barroquismo, Sorrentino compone piezas de orfebrer¨ªa visual y musical con la cadencia de un sue?o felliniano, en el que las presencias del pasado se hacen carne ante los ojos de sus criaturas. Unos personajes a los que, principalmente Michael Caine y Harvey Keitel, imponen la mesura, la mirada y el poso del que ya lo ha visto y vivido todo, del que sabe que las l¨ªneas de texto y de actuaci¨®n que est¨¢n interpretando pueden ser las de sus sentimientos personales.
Alejado de la historia de fuerte desarrollo dram¨¢tico de obras como L¡¯uomo in pi¨´ (2001) y del empaque hist¨®rico de su obra maestra Il divo (2008), el cine de Sorrentino corre peligro, eso s¨ª, de ahogarse en su propia autocomplacencia. Algo de lo que se acus¨® a Fellini durante a?os mientras que ahora suspirar¨ªamos por otra de sus pel¨ªculas. As¨ª que mejor dejamos al artista con sus pinceladas de genio del instante, que seguro que sabe lo que hace. Sorrentino y su belleza inyectada en vena.
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