Francesca Woodman, el riesgo de ser una artista
Se autorretrat¨® obsesivamente antes de suicidarse. 35 a?os despu¨¦s su obra sigue fascinando y generando debate
Muri¨® en invierno, el 19 de enero de 1981, despu¨¦s de lanzarse al vac¨ªo desde el tejado de un edificio del East Side neoyorquino, v¨ªctima de una depresi¨®n. En ese momento nadie fue capaz de identificar aquel cuerpo, que yac¨ªa con el rostro desfigurado, el mismo que ella misma hab¨ªa retratado, una y otra vez, buscando dar voz a su arte y que hoy nos resulta tan familiar en su obra. Aquel d¨ªa mor¨ªa Francesca Woodman, la desconocida joven fot¨®grafa de 22 a?os. Nac¨ªa su culto.
Francesca Woodman (Denver, 1958) dejaba tras s¨ª una obra de gran poder po¨¦tico que habla por s¨ª misma. M¨¢s de 800 fotograf¨ªas impresas, en las que normalmente aparece disfrazada o desnuda, como una figura semi-oculta, o como una presencia fantasmag¨®rica, en silenciosas habitaciones abandonadas donde la arquitectura y los objetos circundantes parecen tener una presencia f¨ªsica m¨¢s tangible que la suya propia. Su escenificaci¨®n ha sido interpretada por algunos como un anticipo de su truculenta muerte, y ha dotado a su leyenda de un aura rom¨¢ntica y maldita que alimenta el misterio que se cierne sobre su figura.
Cuando se cumplen 35 a?os de su muerte, su obra se exhibe en el Foam Museum de Amsterdam, bajo el t¨ªtulo de Francesca Woodman, On Being an Angel, en un exposici¨®n que alberga 120 fotograf¨ªas y seis v¨ªdeos realizados durante su corta carrera. Su talento precoz ha sido reconocido, y bienvenido como una 'rara avis' dentro del panorama de la fotograf¨ªa, donde hasta ahora no exist¨ªan, como ocurre en la m¨²sica y en la literatura, reconocimientos tan prematuros, y ha servido de inspiraci¨®n a las generaciones venideras, as¨ª como de est¨ªmulo para sus coet¨¢neos, Cindy Sherman, entre otros. ¡°Es muy interesante la forma en la que explora la relaci¨®n de su cuerpo con el espacio¡±, dice Kim Knopper, comisaria de la exposici¨®n, ¡°su obra suscita mucha fascinaci¨®n. Tuvo un estilo propio siendo muy joven lo que es muy destacable¡±. Aun as¨ª, hay quienes consideran que la obra est¨¢ sobredimensionada y sublimada por una desgracia, y que es el fruto de una joven obsesionada por su imagen.
Camino del internado, a sus los trece a?os, su padre, George Woodman, pintor y fot¨®grafo, la regal¨® su primera c¨¢mara, una Yashica. La misma que utiliz¨® casi siempre a lo largo de su prodigiosa trayectoria. Su madre, Betty Woodman, es tambi¨¦n artista: ceramista y escultora. Fue en este entorno familiar tan creativo donde se le inculc¨® el arte como una prioridad, algo serio en la vida, valorado como una religi¨®n. ¡°No hubiera sabido hacer otra cosas que ser artista. Era una artista sin remedio, aunque ella a veces lo dudase¡±, comenta Betsy Berne, su amiga y compa?era del Rhode Island School Design de Providence y de sus ¨²ltimos a?os en Nueva York. Francesca vivi¨® varios a?os en Roma, de ah¨ª las resonancias cl¨¢sicas de su obra y su influencia del surrealismo, del que se empap¨® en sus frecuentes visitas a la Librer¨ªa Maldoror, especializada en este movimiento, y del que tambi¨¦n hered¨® su gusto por la literatura g¨®tica, de donde proviene esa atm¨®sfera fantasmal que envuelve a su fotograf¨ªa. Tambi¨¦n se advierten influencias de la fot¨®grafa de moda Deborah Turbeville y del franc¨¦s Duane Michals. En cualquier caso, aun bebiendo de distintas fuentes, la obra escapa a cualquier etiqueta y mantiene una extra?a singularidad.
¡°Es cuesti¨®n de conveniencia, siempre estoy disponible¡±, sol¨ªa responder Woodman cuando se le preguntaba por su af¨¢n de retratarse. ¡°Aunque a veces utilizaba modelos, para ella era m¨¢s f¨¢cil trabajar sola¡±, se?ala su amiga Betsy, quien coincide con Knopper al no ver m¨¢s rastro autobiogr¨¢fico en sus im¨¢genes que el inherente a toda obra art¨ªstica. En cambio s¨ª observan una b¨²squeda formal en sus intenciones. ¡°Francesca era muy exc¨¦ntrica, el tipo de persona que no deja indiferente, muy brillante, carism¨¢tica y muy teatral. La gustaba mucho dramatizar y le afectaba todo profundamente. Era muy fuerte, aunque jugaba a ser fr¨¢gil. Ahora cuando veo la interpretaci¨®n que se est¨¢ dando a algunas de sus fotograf¨ªas me hace gracia. Era bromista y ten¨ªa un sentido del humor muy particular. No era tan seria como se la considera ?Era joven!¡±, se?ala Berne. Aun as¨ª su p¨²blico suele sentir verdadera intriga por los detalles autobiogr¨¢ficos que creen develar en la obra.
Una vez que acab¨® su formaci¨®n acad¨¦mica se traslad¨® a Nueva York donde intent¨® abrirse camino como fot¨®grafa pero su reconocimiento tard¨® en llegar. ¡°Era muy ambiciosa, ten¨ªa la urgencia caracter¨ªstica de la juventud. Creo que establec¨ªa una competitividad con sus padres, quienes ya gozaban de cierto reconocimiento dentro del mundo art¨ªstico.¡± a?ade su amiga. ¡°Ten¨ªa el reconocimiento propio de alguien joven reci¨¦n salido de la universidad, comenzaba a exponer, pero su muerte prematura lo interrumpi¨®¡±, matiza Kim Knopper. La ruptura con su pareja fue otro tropiezo en su camino, que desemboc¨® en un primer intento de suicidio: diagnosticada con depresi¨®n, lo volver¨ªa a intentar cinco meses despu¨¦s. Esta vez no err¨®.
Al igual que el peso del suicidio ha condicionado y limitado la valoraci¨®n de su obra, esta se ha visto, con frecuencia, asociada al movimiento feminista. ¡°Estaba al corriente de las reivindicaciones del movimiento, pero no hab¨ªa ning¨²n un prop¨®sito de manifestarse como una de ellas en su arte. Despu¨¦s de su muerte, algunas cr¨ªticas de arte feministas han utilizado su obra en su discurso¡±, cuenta la comisaria de la exposici¨®n. ¡°Lo que si considero importante es situar su obra a medio camino entre el performance y la fotograf¨ªa. Sus obras funcionan a veces como fotograf¨ªas y otras como documentos de un performance¡±.
En el documental de C. Scottt Willis, Los Woodmans, George Woodman hace hincapi¨¦ en que fue quiz¨¢s la excesiva vulnerabilidad de su hija el precio a pagar por la belleza de sus im¨¢genes, subrayando que existe un riesgo ps¨ªquico en el arte. La tragedia de su hija es para ¨¦l la mejor prueba de ello. Pero durante su vida Francesca Woodman supo ser la actriz de un drama que ella misma dirig¨ªa y mostraba con ambivalencia a trav¨¦s de una serie de im¨¢genes en las que jugaba con aparecer y desaparecer. Era siempre un s¨ª pero no, su explicita desnudez se contrarrestaba al esconder su rostro. Estaba presente al tiempo que se ocultaba. Knopper apunta a que su obra podr¨ªa ser considerada como un 'preselfie', con un significado m¨¢s profundo. Pero tal vez, en un ¨¦poca en la que abunda el exhibicionismo sin pudor en las redes sociales, sea m¨¢s adecuado calificarla como el 'anti-selfie', ya que parad¨®jicamente mostr¨¢ndonos tanto de ella consigui¨® mantener el misterio; desvelando su alma, no su presencia ni su vida.
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