Ser bruja en Catalu?a era mucho peor
El historiador Pau Castell subraya la precocidad, la intensidad y la dureza de la caza de hechiceras en el territorio catal¨¢n


Ser bruja en Catalu?a era mucho peor que serlo en cualquier otro sitio de Europa, a tenor de la investigaci¨®n que ha realizado el historiador Pau Castell (Tremp, Lleida, 1984), profesor de Historia Medieval en la Universidad de Barcelona y autor de la tesis Or¨ªgenes y evoluci¨®n de la caza de brujas en Catalu?a (siglos XV y XVI), que recoge 300 juicios y documentaci¨®n in¨¦dita. La precocidad, la intensidad y la dureza de la caza de (por supuesto supuestas) brujas en el territorio catal¨¢n no tuvieron parang¨®n en el resto de Espa?a y le otorgan al fen¨®meno una siniestra preeminencia en el conjunto de toda Europa.
El estudio, que ratifica los conocidos versos de Espill (1460) del valenciano Jaume Roig (¡°a muchas han matado?/ en fuego quemadas?/ sentenciadas?/ en buenos procesos?/ por tales excesos?/ en Catalu?a¡±), incluye una escalofriante lista de personas juzgadas por brujer¨ªa ¡ªm¨¢s de 200¡ª en la que constan sus nombres, sus lugares de origen, los tribunales que las procesaron y las penas que sufrieron. Estremece ver las veces que se repite la fr¨ªa palabra ¡°ejecuci¨®n¡± ¡ªgeneralmente en la horca, y no en la hoguera¡ª, con solo unos contad¨ªsimos casos con final feliz como el de la Cebriana de Reus, cuyo proceso en 1597 se zanj¨® con ¡°desestimaci¨®n de la causa¡±. Menos afortunadas fueron su tocaya Cebriana de Conilo, colgada, y Margarida de Riu, conocida como Jaumeta, que muri¨® mientras se le aplicaba tormento para que confesara tratos carnales con el diablo y el osculum infame (el tradicional beso en el trasero). El destierro, la reconciliaci¨®n en acto de fe, la incautaci¨®n de bienes y la libertad bajo fianza fueron las penas de otros acusados de ser brujas o brujos.
El secreto de la virulencia catalana contra la hechicer¨ªa no debe buscarse, dice Castell, ¡°en que aqu¨ª fu¨¦ramos menos tolerantes o m¨¢s cr¨¦dulos¡± sino, hay que ver, en la descentralizaci¨®n. ¡°La gran autonom¨ªa judicial de la que dispon¨ªan los poderes locales en Catalu?a, especialmente en las zonas de monta?a, como los Pirineos¡±, explica Castell, ¡°hace que los procesos a los sospechosos de brujer¨ªa y su ejecuci¨®n se lleven a cabo en el ¨¢mbito mismo del supuesto crimen, donde la animosidad hacia el reo es mucho mayor¡±. El historiador apunta que la caza de brujas es un fen¨®meno que va ¡°de abajo arriba¡±, una ¡°psicosis colectiva¡± alimentada por la superstici¨®n, el miedo, los rumores y la (mala) fama de la sospechosa. Un fen¨®meno que ¡°sale no de los magistrados sino de los vecinos, que son los principales acusadores¡±. ¡°Cuando el tribunal comparte el miedo y la inquina¡±, se?ala, ¡°la caza es dur¨ªsima¡±.

Para las brujas (y a diferencia de lo que pudiera parecer), cuanto m¨¢s lejos de casa y m¨¢s arriba en la l¨ªnea del poder se las juzgaba, mejor les iba. Curiosamente, los inquisidores catalanes muestran una relativa prudencia, e incluso escepticismo, respecto a los cr¨ªmenes de brujer¨ªa, al contrario que las cortes locales y se?oriales. Algunas mujeres se salvaron tras ser condenadas, precisamente, al apelar a instancias m¨¢s altas (y lejanas). Una supuesta bruja de Estac (Lleida) que hab¨ªa confesado incluso haber matado ni?os ¡ªalgo mucho peor que hacer granizar o convertir alimentos en sapos¡ª se salv¨® al apelar a Tribunal Inquisitorial de Barcelona, que la volvi¨® a interrogar y la castig¨® solo con destierro, con lo cual probablemente le salv¨® la vida al alejarla de sus vecinos.
En su estudio, Castell destaca que Catalu?a tiene el ¡°dudoso honor¡± de ser muy precoz en la caza de brujas, y se?ala las ordenaciones contra ellas promulgadas en 1424 por las autoridades de los Valls d¡¯?neu (Lleida), contempor¨¢neas con las primeras manifestaciones del fen¨®meno en Europa. Indica tambi¨¦n las particularidades de las brujas catalanas, como denominar al diablo ¡°boc (macho cabr¨ªo) de Biterna¡± o la f¨®rmula m¨¢gica para volar al aquelarre, tras untarse con ung¨¹entos ¡°les exelles e lo petenill¡±(las axilas y el perineo): ¡°Pich sobre fulla e que vaia all¨¤ on me vulla¡± (¡°pica la hoja y que vaya all¨¢ donde quiera¡±).
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