Carr¨¨re
Carr¨¨re habla en 'El Reino' de su conversi¨®n temporal al cristianismo en una ¨¦poca muy confusa de su vida. Y despu¨¦s reflexiona en un tocho infinito sobre los ap¨®stoles. Y me aburro, me resulta cenagoso
Tengo absurdos prejuicios y miedos sobre todo lo nuevo, pero soy capaz de reconocer lo estrecho de mi mente cuando descubro a artistas actuales que son fascinantes. Y como buen converso, quieres recuperar todo lo que te regala tu nueva fe. Emmanuel Carr¨¨re me fascin¨® en ese libro demoledor titulado El adversario. Su voz era ¨²nica, la f¨®rmula de combinar su propia vida con las historias que narra pose¨ªa una potencia expresiva y una complejidad admirables. Ese enganche se prolong¨® con las impresionantes, dolorosas, tan de verdad De vidas ajenas y Lim¨®nov.
Y espero con l¨®gica adicci¨®n lo ¨²ltimo de este escritor tan singular. Esa novela (o lo que sea) se titula El Reino. Antes, un amigo m¨ªo llamado Enric Gonz¨¢lez, especializado mediante una escritura brillante en cualquier cosa trascendente que suceda en el planeta y en este corrupto y tragic¨®mico pa¨ªs, pero tambi¨¦n un apasionado de la pornograf¨ªa, el submarinismo o la historia de las religiones, me cuenta que El Reino le ha gustado mucho. Guillermo Altares, otro amigo m¨ªo que sabe de muchas cosas, me comenta lo mismo. Y durante las iniciales ochenta p¨¢ginas pienso como ellos. Es puro Carr¨¨re. Habla de su conversi¨®n temporal al cristianismo en una ¨¦poca muy confusa de su vida. Y despu¨¦s reflexiona en un tocho infinito sobre los ap¨®stoles. Y me aburro, me resulta cenagoso. Debo de ser un fr¨ªvolo. Menos mal que me llama Fernando Trueba y me cuenta que ¨¦l tambi¨¦n se ha quedado dormido con la historia de los disc¨ªpulos de Cristo.
Carr¨¨re cuenta que fue guionista en los primeros cap¨ªtulos de una serie de televisi¨®n titulada Les Revenants. Me la compro. No s¨¦ piratear. Y esos muertos resucitados me intrigan al principio y despu¨¦s me fatigan. Debo de tener colonizado el subconsciente por las grandes series estadounidenses. Qu¨¦ suerte la m¨ªa.
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