Versiones y diversiones
Los Ron Lal¨¢, a las ¨®rdenes de Yayo C¨¢ceres, seducen: homenajean, reinventan, cantan y sirven 'Cervantina', entre el fest¨ªn popular y la revista musical cr¨ªtica
A caballo de la risa y de la fiesta, Ron Lal¨¢ sigue embajadoreando a nuestro padre fundador. Tras Siglo de oro, siglo de ahora y el exitazo de En un lugar del Quijote, han cocinado Cervantina, un sabroso puchero, entre el remix, la reducci¨®n y la reinvenci¨®n, de entremeses, novelas ejemplares, cartas y pasajes varios, salpimentado de canciones, chanzas y ocurrencias, con voluntad de fiesta popular y revista musical cr¨ªtica, en la pleistoc¨¦nica pero viv¨ªsima l¨ªnea de T¨¢bano y Goliardos, de aquella Murga de Malla y de Casta?uela 70, madre (abuela ya) de muchos corderos que optaron por echarse al monte y fumarse todo el or¨¦gano. Concepto: la cervantina es un virus feliz que ¡°causa ataques de cordura?/ erupciones de cultura?/ y deseos de aventura?/ en busca de libertad¡±. Yayo C¨¢ceres, jefe de la banda, lo cuenta tambi¨¦n en prosa: ¡°?C¨®mo se le ocurre a nuestro buen Cervantes inventar a personajes ley¨¦ndose a s¨ª mismos, a perros que hablan con discurso, a una gitana defendiendo a su pueblo o a un licenciado que cree ser de vidrio? Con imaginaci¨®n libre¡±.
No descubro la sopa de ajo si digo que los ronlaleros son unos superdotados que escriben, act¨²an, tocan y cantan de perlas, muy bien apoyados por el regio vestuario de Tatiana de Sarabia y la escenograf¨ªa (que de puro eficaz casi ni se ve) de Carolina Gonz¨¢lez. Es posible que su tratamiento de los textos, mezclando descaradamente frases de Cervantes con otras de cosecha propia, escandalice a algunos puristas. Y es cierto que hay algunos retru¨¦canos f¨¢ciles, pero relumbra el ingenio versificador de ?lvaro Tato, y a fin de cuentas hacen gala de la misma libertad que celebran en la obra del maestro y el p¨²blico aplaude (aplaudimos) repetidamente a lo largo de la funci¨®n.
El arranque, brillant¨ªsimo, es un entrem¨¦s de nuevo cu?o: la Musa (??igo Echevarr¨ªa, aqu¨ª un pasmoso cruce entre Marisa Paredes y Eusebio Poncela) va exigiendo a Cervantes (Tato) libras de carne y de fama por sus favores. Primero la mano, a cambio de ¡°ocho comedias?/ y tambi¨¦n ocho entremeses?/ de tono tan exquisito?/ que parecieran ingleses¡±; luego las Novelas ejemplares por la renuncia al sue?o de partir para Am¨¦rica. Pero la fama no llega porque la Musa es tambi¨¦n ¡°dama de Lope de Vega?/ que es un f¨¦nix en la cama?/ y quiere toda la fama?/ popular y palaciega¡±. Llega, y resumo mucho para no citar todos los versos, el triunfo p¨®stumo con negra y sard¨®nica promesa: ¡°Lucir¨¢s en el sal¨®n?/ de cada casa espa?ola?/ m¨¢s toda la poblaci¨®n?/ pondr¨¢ la televisi¨®n?/ o encender¨¢ la consola¡ Todos te leer¨¢n a medias?/ si es que hay alguien que te lea?/ que no sea en Wikipedia¡±. Coro casta?uelero y un punto valleinclanesco: ¡°Todos los artistas pasan por el pimpampum?/ Espa?a es una gran fosa com¨²n¡±.
El espect¨¢culo baja este s¨¢bado el tel¨®n en Madrid y pone proa a una larga gira por Espa?a con m¨¢s de treinta bolos previstos
Es arriesgado un comienzo tan redondo y tan rotundo, pero tampoco es manco (perdonen el contagio) el siguiente, donde Juan Ca?as (el viejo Carrizales), Miguel Magdalena (Leonora) y Daniel Rovalher (el seductor Loayza) proponen un festivo ejercicio de lecturas comparadas entre El viejo celoso y El celoso extreme?o, entreverando una zumba sobre los conquistadores, un ramillete de gozosas procacidades (mi favorita: ¡°Que corra la que quiera?/ beber a morro un chorro?/ de crema pastelera¡±) y, c¨®mo no, los finales contrapuestos de entrem¨¦s y novela ejemplar. Sigue una versi¨®n tan libre como fiel en esp¨ªritu de La gitanilla, donde Rovalher, que adem¨¢s se marca unos tanguillos, est¨¢ sensacional como Preciosa sin caer ni por un instante en el amaneramiento o la parodia descastada. Hay poder¨ªo reivindicativo y sin subrayados en la tirada ¡°Mi alma es libre y naci¨® libre, y ha de ser libre en tanto yo quisiere¡±; mucha claridad narrativa en Don Juan (Miguel Magdalena) y el Corregidor (I?igo Echevarr¨ªa), y mucho salero en la vieja gitana (Juan Ca?as). Chiste mejorable: ¡°Buen se?or, no se desboque?/ que esto no es un karaoke¡±. Ecuador de la funci¨®n con una breve recalada en El hospital de los podridos: que sea entrem¨¦s cervantino o atribuido es cuesti¨®n menor porque tampoco es gran cosa. Los c¨®micos bajan a platea y ruegan al p¨²blico que clame sus podriduras (que si los pol¨ªticos, que si la hipoteca), pero el sufl¨¦, aunque simp¨¢tico, no acaba de subir. Lo mejor, la canci¨®n. Esfumados los doctores del hospital, en un cruce de caminos comparecen los se?ores Magdalena y Rovalher, transmutados ahora en Rinconete y Cortadillo. Cuajad¨ªsima la primera parte del relato (pura road movie, como debe ser) y un tanto desflecada la segunda, el patio de Monipodio (Ca?as), Chiquiznaque (Echevarr¨ªa) y Maniferro (Tato), por la servidumbre a lo de hoy. Chistes de primero de lat¨ªn (para que me rime): ¡°Danos el plan nuestro de la CIA?/ no nos dejes caer en la delaci¨®n?/ y l¨ªbranos del juez?/ Bot¨ªn¡±. Prefiero esta copla, menos forzada y m¨¢s tabanesca: ¡°Con tantos santos y santas?/ hemos puesto una capilla:?/ el marido de la Infanta?/ el Dioni y el Vaquilla?/ la Pantoja, Luis Candelas?/ el Lute, Rato y Pujol?/ ?que viva la vieja escuela?/ del latrocinio espa?ol!¡±.
Como hasta el mejor escribano echa un borr¨®n, me malicio que andaban un tanto fatigados en el fugaz pasaje de los ejemplos cervantinos cuando apuntaron que en El coloquio de los perros dos canes hablan ¡°cuatro siglos antes de Disney y Pixar, de Pluto y Snoopy¡±, y que la bebida favorita del licenciado Vidriera es el Cristasol. Buen final (los amargos pasajes del di¨¢logo entre Cervantes y Apolo en Viaje del Parnaso, reinventados por ?lvaro Tato), aunque al espect¨¢culo le falta, a mi entender, un sketch algo m¨¢s poderoso para acabar tan en punta como empez¨®. Cervantina, por cierto, baja este s¨¢bado tel¨®n (apenas un mes en la Comedia), pero pone proa a una larga gira por Espa?a con m¨¢s de treinta bolos previstos, y dir¨ªa que eso es solo el principio, o sea, que ustedes van a poder repescarla y disfrutarla a modo. Coda: la semana pasada muere el gran Rivette y justo acabar esta cr¨®nica se me aparece su sonrisa de gato de Cheshire, teatral, laber¨ªntico y conspiratorio, sobrevolando Inf¨¤mia, de Pere Riera, en la Villarroel barcelonesa. Texto adictivo y magn¨¦ticas interpretaciones de Emma Vilarasau, Jordi Boixaderas, Francesc Ferrer y Anna Moliner. El pr¨®ximo s¨¢bado se lo cuento.
Cervantina. Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico y Ron Lal¨¢. Direcci¨®n: Yayo C¨¢ceres. Este s¨¢bado, ¨²ltimo d¨ªa en el Teatro de la Comedia de Madrid. El s¨¢bado 20 febrero arranca la gira por distintas localidades espa?olas en el Teatro Municipal Concha Espina de Torrelavega.
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