Una gala de los Goya funcional y sobria

"Si no me rebajan el IVA de los yates, a mi no me importa, no tengo yate. Lo mismo le pasa a Montoro con el IVA de la cultura", un conciso resumen de Dani Rovira sobre los impuestos considerados como un arma cargada de revancha. No fue la ¨²nica referencia que se produjo en la gala del 30 aniversario de los premios Goya a la desastrosa relaci¨®n del mundo de la cultura con el Gobierno. Antonio Resines, presidente de la Academia, y alguno de los premiados tambi¨¦n hicieron unas educadas alusiones a la mencionada cuesti¨®n.

Fue una gala funcional y sobria a la que, por supuesto, le sobraron las, al parecer ineludibles, alusiones al amor a los padres, las madres, las compa?eras, compa?eros, abuelas, hijos y hermanos que alargan considerablemente la ceremonia a la vez que desmontan el t¨®pico de que los c¨®micos son gentes de mal vivir: de hecho son los ¨²nicos, con los futbolistas, que se acuerdan de la familia cuando triunfan.

Un arranque de revista musical apto para todos los p¨²blicos, un par de actuaciones estupendas del mago Jorge Blass, un presentador que desarroll¨® con profesionalidad un guion austero, varios pol¨ªticos ("la Academia tiene una sala con una mesa, cuatro sillas y un plasma. Os pod¨¦is sentar all¨ª y dialogar los cinco", anim¨® Rovira a los presentes Garz¨®n, Iglesias, S¨¢nchez y Rivera), divisi¨®n de opiniones al agradecer la presencia de Manuela Carmena y tres grandes ovaciones con el p¨²blico en pie: a Mariano Ozores con sus 96 pel¨ªculas a sus espaldas, flor y nata de la cultura popular; a Joan Manuel Serrat y su interpretaci¨®n de Los fantasmas del Roxy y al homenaje a Luis Bu?uel con los tambores y bombos de Calanda.

Algo m¨¢s de tres horas de gala en las que se volvi¨® a demostrar la mala salud de hierro del cine espa?ol que, pese a todo, consiguieron hacer olvidar la desastrosa conexi¨®n previa, la alfombra roja, un disparate de desencuentros entre las c¨¢maras y los presentadores.