Ai Weiwei, en la catedral del comercio
El artista chino expone sus nuevas obras en unos grandes almacenes de lujo en Par¨ªs
Puede parecer un lugar impropio para el arte, aunque existan precedentes que demuestren lo contrario. Igual que su idolatrado Andy Warhol empez¨® decorando escaparates, el artista chino Ai Weiwei expone ahora sus nuevas obras en Le Bon March¨¦, los exclusivos grandes almacenes frecuentados por la burgues¨ªa de la Rive Gauche parisina. Hasta finales de febrero, sus clientes har¨¢n sus compras bajo espectaculares cometas en papel de seda, inspiradas por las figuras mitol¨®gicas de inmemoriales leyendas orientales. En el exterior, distintos teatrillos realizados con bamb¨² saludan al transe¨²nte desde los escaparates, en los que el controvertido artista no ha dudado en hacer alusi¨®n al acoso al que le sometieron las autoridades chinas.
En la novela El para¨ªso de las damas, ambientada en estos mismos pasillos, ?mile Zola defini¨® el lugar como ¡°una catedral del comercio moderno¡±. Fundado como mercer¨ªa en 1838, Le Bon March¨¦ se convertir¨ªa poco despu¨¦s en el primer gran almac¨¦n de Par¨ªs. El comercio dej¨® entonces de ser un negocio conducido por humildes tenderos para convertirse en espect¨¢culo puro. El establecimiento estaba presidido por una escalinata digna de un gran teatro y exhib¨ªa sus productos en vitrinas, como si fueran obras de arte. Contaba incluso con una sala de exposiciones que recog¨ªa la colecci¨®n privada de su fundador. M¨¢s que mercanc¨ªas, Le Bon March¨¦ aspiraba a vender el placer de comprar.
El centro comercial apuesta ahora por seguir con esa tradici¨®n, sum¨¢ndose al cada vez m¨¢s socorrido maridaje entre el sector del lujo y el arte contempor¨¢neo. En 2015, el fot¨®grafo Martin Parr, s¨¢tiro de la sociedad de consumo, acept¨® decorar sus escaparates. En esta ocasi¨®n, el encargo recae en otro artista que se autodefine como ¡°subversivo hasta la m¨¦dula¡±, aunque no haya dudado en aceptar esta misi¨®n. ?Qu¨¦ est¨¢ haciendo el infatigable opositor a la injusticia y la desigualdad, que hace pocos d¨ªas reproduc¨ªa la funesta foto del ni?o Aylan, en este templo del consumo para los m¨¢s pudientes? ¡°No veo ninguna paradoja. Es solo que la gente no tiene costumbre de pensar con libertad¡±, declar¨® a Le Figaro. Fue incluso m¨¢s all¨¢: para el artista, este centro comercial deber¨ªa ser ¡°celebrado¡± por haber permitido que las mujeres ¡°salieran de casa y pudieran consumir en esta plataforma social¡±. En otra entrevista a The New York Times lleg¨® a decir que Le Bon March¨¦ le parec¨ªa ¡°mejor que el MoMA¡±, ya que en ¨¦l se sent¨ªa m¨¢s libre.
La noche de la inauguraci¨®n, el artista se code¨® con personalidades como Paris Hilton y Bernard Arnault, magnate del lujo y propietario de Le Bon March¨¦, que tambi¨¦n expone las obras de Ai Weiwei en la Fundaci¨®n Vuitton, donde exhibe su inmensa colecci¨®n de arte contempor¨¢neo. La muestra ha incomodado a intelectuales reacios a la confluencia entre cultura y capitalismo, como Marc Fumaroli o Jean-Philippe Domecq. ¡°El arte se convierte, cada vez m¨¢s, en un acontecimiento. Pero que una obra sea aparatosa no significa que tenga calidad. Se suelen confundir ambas cosas, bajo los efectos de una inmensa exposici¨®n medi¨¢tica¡±, denuncia Domecq. ¡°Constato que nadie hace una apreciaci¨®n est¨¦tica de esta exposici¨®n. Solo se habla de ella como de un espect¨¢culo¡±.
El coste de la muestra es un secreto. Desde Le Bon March¨¦ afirman que la exposici¨®n ha sido pensada como un obsequio a sus clientes, y argumentan que est¨¢ feo ¡°revelar el precio de un regalo¡±. Tampoco les preocupa contrariar a los visitantes chinos, convertidos ya en primeros compradores para las marcas francesas. ¡°Nuestra voluntad es hacer so?ar con un poco de poes¨ªa. No existe ning¨²n discurso pol¨ªtico en la muestra¡±, afirma el director art¨ªstico de Le Bon March¨¦, Fr¨¦d¨¦ric Bodenes. En uno de los escaparates, el artista parece contradecirlo. En ¨¦l aparece el Monumento a la Tercera Internacional, que nunca lleg¨® a ser edificado y hoy es considerado una met¨¢fora perfecta de las utop¨ªas incumplidas del comunismo. Si existe un ¨¢pice de subversi¨®n en la muestra, puede que resida ah¨ª.
Babelia
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