A vueltas con el pr¨ªncipe Kutuzov
¡°Kutuzov. Sin duda¡±. Llu¨ªs Bassets dej¨® caer el nombre del general ruso y nos quedamos algo desconcertados, por no decir patidifusos. ?Kutuzov?, ?el mejor comandante de la historia? Debat¨ªamos Xavier Vidal-Folch y un servidor sobre qui¨¦n merec¨ªa ese calificativo. Era una ma?ana cualquiera en la redacci¨®n y Xavier, que deb¨ªa tener la eurozona tranquila, hab¨ªa tomado asiento sobre mis pilas de libros amenazando con derrumbarlas. Tem¨ª un mon¨®logo sobre la troika o el paquete Tusk, pero en vez de ello lleg¨® la pregunta ret¨®rica: ¡°T¨² que crees: ?Napole¨®n o Alejandro Magno? Napole¨®n, ?verdad?¡±. Solo por molestar, y porque aqu¨ª al menos pod¨ªa meter baza (a m¨ª Juncker me suena a Stuka) dije: ¡°An¨ªbal¡±. Mientras discut¨ªamos apareci¨® Bassets, imp¨¢vido como un coronel prusiano en Hohenfriedberg. ¡°Kutuzov, sin duda¡±. Hombre, Llu¨ªs, aceptamos Rommel, Saladino, Patton, Federico II y si quieres un ruso Zukov, pero Kutuzov¡ Bassets consider¨® innecesario justificar su elecci¨®n y se limit¨® a pesta?ear dos veces.
La cosa acab¨® ah¨ª. Pero yo me qued¨¦ con la mosca detr¨¢s de la oreja. Siempre hab¨ªa considerado a Kutuzov un estratega menor al que hab¨ªan hecho grande el invierno y Tolstoi, por este orden. De las dos c¨¦lebres batallas que libr¨® una la perdi¨® (Austerlitz) y la otra acab¨®, siendo generosos, en tablas (Borodino). ?Es posible que estuviera equivocado?
Ciertamente, en la vida del pr¨ªncipe Mikhail Kutuzov (1745-1813) hay cosas muy interesantes: era, de mozo, notable espadach¨ªn, le gustaron siempre la bebida y las jovencitas (como a Bl¨¹cher, ya que estamos), y una vez le dieron por muerto. Fue en 1774, luchando contra los turcos y los t¨¢rtaros a las ¨®rdenes del gran Suvarov (del que lo aprendi¨® todo). Se puso al frente de un ataque que flaqueaba y mientras alzaba el estandarte del regimiento recibi¨® un disparo en la sien izquierda (una herida mortal en aquella ¨¦poca). La bala le atraves¨® la cabeza, le destroz¨® el l¨®bulo frontal y le sali¨® junto al ojo derecho, que luego le bizque¨® siempre, lo que disgustaba al zar Alejandro I. Sobrevivi¨®, aunque con grandes jaquecas y un comportamiento algo extravagante y err¨¢tico (que se increment¨® cuando en 1787 lo volvieron a alcanzar casi exactamente en el mismo sitio por donde le entr¨® la primera bala).
Seg¨²n un reciente estudio publicado en el Journal of Neurosurgery, la curaci¨®n de Kutuzov se debi¨® a las ¡°incre¨ªblemente modernas¡± t¨¦cnicas aplicadas por el cirujano franc¨¦s Jean Massot. El trabajo de los doctores Preul, Kushchayev y Belykh concluye que en realidad fue la medicina lo que venci¨® a Napole¨®n en Rusia, pues de no haber sobrevivido Kutuzov no hubiera aplicado sus t¨¢cticas dilatorias, los rusos hubieran insistido en buscar una batalla decisiva en lugar de acosar pacientemente a los franceses y hubieran acabado perdiendo. No s¨¦, hay para pensarlo.
En fin, ?c¨®mo hemos de valorar a Kutuzov? He buscado la opini¨®n de Carl von Clausewitz, que adem¨¢s de ser la gran autoridad militar por excelencia sirvi¨® como enlace del ej¨¦rcito ruso contra la Grande Arm¨¦e, no sin riesgos, pues le mataron el caballo debajo. En su cr¨®nica de la campa?a de 1812 en Rusia (In¨¦dita, 2006), Clausewitz critica la actuaci¨®n de Kutuzov en Borodino (batalla que ¨¦ste consider¨® un mal inevitable) pero le redime por la implacable persecuci¨®n del ej¨¦rcito franc¨¦s tras su retirada de Mosc¨² que signific¨® el principio del fin de Napole¨®n. ¡°Estos esfuerzos le otorgan la mayor gloria al pr¨ªncipe Kutuzov¡±, escribe el prusiano. Y a Clausewitz cualquiera le discute.
Babelia
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