Luces y sombras de Miles Davis
El actor Don Cheadle escribe, produce, dirige y protagoniza ¡®Miles Ahead¡¯, un ¡®biopic¡¯ sobre uno de los m¨¢s grandes (y salvajes) trompetistas de la historia del jazz
Don Cheadle (Kansas City, 1964) afronta una de las ¨²ltimas entrevistas de una larga jornada promocional y, tal vez de puro cansancio, se le acaba escapando una confesi¨®n alejada de la neolengua del marketing. ¡°Si le digo la verdad, nunca quise rodar esta pel¨ªcula. Si el proyecto se hubiera evaporado hace cinco a?os, la verdad es que me habr¨ªa sentido aliviado¡±, admite el actor estadounidense, que ayer present¨® su debut en la direcci¨®n, Miles Ahead,una particular biograf¨ªa que fue proyectada fuera de competici¨®n en la Berlinale. ¡°Me cay¨® encima. Hace algunos a?os, su familia anunci¨® que yo iba a interpretarlo en el cine. No s¨¦ de d¨®nde sacaron esa idea, pero todo el mundo me empez¨® a llamar para preguntarme si quer¨ªa hacerlo¡±, recordaba ayer.
Conseguir financiaci¨®n para el proyecto fue pr¨¢cticamente imposible, hasta el punto que Cheadle tuvo que acumular las funciones de director, guionista, productor y protagonista, adem¨¢s de a?adir al guion un coprotagonista blanco, Ewan McGregor, para que los productores pudieran conseguir el dinero necesario. ¡°Intent¨¦ encontrar otro director, pero no lo consegu¨ª. Sin embargo, lleg¨® un momento en que algo cambi¨®. Se convirti¨® casi en un mandato. Sent¨ª que, si no lo hac¨ªa yo, un d¨ªa mirar¨ªa atr¨¢s y lo terminar¨ªa lamentando¡±, a?adi¨®. Pese a lo terror¨ªfico que resultaba, al tiempo que he tenido de dedicarle y a las mil funciones que tuve que desempe?ar, s¨¦ que ten¨ªa que hacerlo¡±.
Trat¨¢ndose de un personaje que se pas¨® media vida apareciendo y desapareciendo de la luz p¨²blica, resulta l¨®gico que la biograf¨ªa cinematogr¨¢fica de Miles Davis est¨¦ repleta de elipsis. Reacio a rodar un biopic al uso, siguiendo la receta infalible de filmes como Ray o En la cuerda floja, Cheadle prefiri¨® escoger solo dos periodos determinados de su vida, que va trenzando en un relato de aspecto improvisado, im¨¢genes granulosas y m¨²sica abundante, no exento de ciertas limitaciones, pero tampoco de inter¨¦s y de riesgo.
En primer lugar, la pel¨ªcula describe el camino de Davis a la gloria durante los cincuenta y su matrimonio con Frances Taylor, una bailarina que renunci¨® a su carrera a petici¨®n de Davis (y cuyo rostro aparec¨ªa en el ¨¢lbum Some Day My Prince Will Come), con la que comparti¨® una relaci¨®n turbulenta y agriada por sus adicciones e infidelidades. M¨¢s tarde, la pel¨ªcula recorre su retirada temporal en la segunda mitad de los setenta, cuando Davis se encerr¨® en su apartamento de Nueva York y sufri¨® las secuelas de una enfermedad degenerativa de la cadera. El encuentro con un periodista de Rolling Stone que aspira a escribir un art¨ªculo sobre su regreso a la m¨²sica, al que interpreta McGregor, propiciar¨¢ una subtrama de robos y persecuciones con cierto regusto a blaxpoitation.
¡°Para hacer algo informativo y cronol¨®gico ya est¨¢n los documentales. Yo quer¨ªa hacer una pel¨ªcula que encajara con qui¨¦n era ¨¦l: un proyecto explosivo, como una revuelta y de una gran libertad formal¡±, precis¨® Cheadle. ¡°Quise hacer una pel¨ªcula que le hubiera gustado protagonizar¡±. El director novato admiti¨® haber pedido consejo a algunos de los cineastas que lo han dirigido, como Steven Soderbergh, Carl Franklin o Paul Thomas Anderson, pese a que no le ayudaran en exceso. ¡°Todos me dijeron lo mismo: buena suerte¡±, ironiz¨®.
¡®Dandy¡¯ macarra
Aun con el visto bueno de la familia de Davis, Cheadle se empe?¨® en no rodar una hagiograf¨ªa. El director presenta al m¨²sico como un personaje marcado por las contradicciones: dandy pero macarra, tierno pero machista, entra?able pero autoritario. Charlie Parker dijo una vez que fue ¨¦l quien se lo ense?¨® todo. ¡°Incluida la locura¡±, precis¨®. Cheadle asiente: ¡°Estaba un poco loco, aunque todos los artistas lo est¨¢n. Hoy seguramente le diagnosticar¨ªan alguna enfermedad mental o dir¨ªan que se encontraba en alg¨²n espectro¡±. Miles Ahead tambi¨¦n logra capturar su postura insumisa ante la discriminaci¨®n racial. Hijo de un dentista, Davis creci¨® en un barrio acomodado de Saint Louis y se form¨® en la prestigiosa escuela neoyorquina Julliard. ¡°Cuando le preguntaban si se le daba tan bien el blues por haber conocido la pobreza y la depresi¨®n, Miles sol¨ªa contestar: ¡®De peque?o ten¨ªa un poni. Y t¨², ?ten¨ªas un poni?¡±. Tampoco Cheadle creci¨® en el gueto: es hijo de un psic¨®logo y una profesora ¡°del Medio Oeste y de clase media¡± y estudi¨® en la reputada CalArts de Los ?ngeles.
La actualidad en Hollywood convierte la pregunta en obligatoria (aunque, a estas alturas, la formulemos con un ligero sonrojo). ?C¨®mo reaccion¨® ante la pol¨¦mica provocada por la falta de diversidad ¨¦tnica entre los nominados a los Oscar? ¡°Reaccion¨¦ igual que todas las veces anteriores. Salvo algunas excepciones, lo normal es que no haya ninguna diversidad¡±, responde con cierto hast¨ªo. "Para m¨ª, los Oscar en s¨ª no son tan importantes. Lo que deber¨ªamos observar es la industria, su din¨¢mica interna y sus techos de cristal¡±, responde. Si el problema es la falta de oportunidades para los negros, ?la soluci¨®n no pasar¨ªa por boicotear a los estudios, y no a la ceremonia? ¡°S¨ª¡±, asiente Cheadle, antes de enmendarse, tal vez por miedo a un titular descontextualizado. ¡°No s¨¦ si boicotear a los estudios ser¨ªa la soluci¨®n, pero s¨ª debemos tratar de entender el mecanismo por el que una persona logra sentarse en la butaca en la que se toman las decisiones¡±, pondera. ¡°De todas formas, Hollywood es solo un microcosmos en el que se refleja un problema mucho mayor¡±.
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