El impagable precio del Oscar
El galard¨®n de la Academia es como el cari?o verdadero, ni se compra ni se vende
Parafraseando la coplilla de un pasodoble espa?ol, el Oscar es como el cari?o verdadero, ¡°ni se compra ni se vende¡±. La estatuilla que todos desean solo se gana, que por algo se llama premio de la Academia al m¨¦rito cinematogr¨¢fico. Un honor que el dinero no puede comprar y que los acad¨¦micos no quieren a la venta. La estatuilla es invaluable, y si le pusieran precio es muy peque?o: 10 d¨®lares. Ese es el valor que la organizaci¨®n est¨¢ dispuesta a pagar y que dentro de la legalidad actual el vendedor est¨¢ forzado a aceptar. Claro que los hubo que pagaron m¨¢s, mucho m¨¢s, por este premio. Sin ir m¨¢s lejos, en 1999 Michael Jackson pag¨® 1,54 millones de d¨®lares por la estatuilla concedida a Gone With the Wind como mejor pel¨ªcula en 1939. Cifra r¨¦cord con la que el rey del pop consigui¨® lo que nunca obtuvo con su nombre. La estatuilla al mejor gui¨®n concedida a Herman Mankiewicz en 1941 por Citizen Kane tambi¨¦n alcanz¨® precios millonarios al igual que la que recibi¨® Michael Curtiz como mejor director por Casablanca y que el mago David Copperfield tuvo durante a?os en su mesilla de noche como fuente de inspiraci¨®n.
Todas ellas, y muchas m¨¢s, son anteriores a 1951. Desde ese a?o, la Academia concede las estatuillas solo despu¨¦s de que los ganadores hayan firmado un acuerdo por el que se comprometen (ellos y sus herederos) a no vender el Oscar sin ofrec¨¦rselo primero a la organizaci¨®n por el precio acordado de diez d¨®lares. La ley est¨¢ de su parte y en este tema, como en muchos otros dedicados a proteger la marca Oscar, la Academia no est¨¢ dispuesta a ceder.
Muy al contrario, seg¨²n confirm¨® a la prensa la firma de abogados Quinn Emmanuel Urquhart & Sullivan en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas han escrito a unos cien due?os de estatuillas para disuadirles de cualquier transacci¨®n econ¨®mica con este preciado galard¨®n. Los argumentos legales son incluso retroactivos y afectan a aquellos galardones que fueron entregados sin firma alguna. Seg¨²n la Academia y en un argumento refrendado en corte la decisi¨®n aprobada en 1951 afecta a todos los acad¨¦micos, incluso si su Oscar les fue concedido sin firmar ning¨²n papel y antes de la fecha marcada.
Entre las 3.001 estatuillas concedidas desde 1929 (y cerca de un centenar m¨¢s si se incluyen los Oscar honor¨ªficos) son muchas las historias y no todas hablan de dinero. Kim Ledger no vender¨ªa por nada del mundo la estatuilla a mejor actor secundario concedida a su hijo Heath de manera p¨®stuma. Un premio agridulce que est¨¢ en el museo de Perth (Australia) de donde era el actor y que espera pase en un futuro pr¨®ximo a su nieta y ¨²nica hija de Heath, Matilda. La primog¨¦nita de Ingrid Bergman, Pia Lindstrom, tampoco tiene planes mercantiles para la primera estatuilla que recibi¨® su madre ¨Cpor Gaslight-?con la que creci¨® pensando que en todas las casas hab¨ªa una como esa.
Los hay incluso que a?oran al t¨ªo Oscar aunque nunca lo conocieron. Es el caso de Miguel Ferrer, el primo de George Clooney y, m¨¢s importante, hijo de Jos¨¦ Ferrer, el primer hispano que gan¨® un Oscar a mejor int¨¦rprete por Cyrano de Bergerac (1950). Sin embargo, el joven Ferrer lleva a?os intentando recuperar una estatuilla que nunca vio (su padre la deposit¨® en un museo de Puerto Rico) y que teme pueda estar en el fondo del oc¨¦ano. Sus intentos de negociar con la Academia para que le reemplacen el galard¨®n familiar perdido, un s¨ªmbolo para los hispanos, van de mal en peor. La Academia lo tiene claro: si el ganador as¨ª lo pide, no hay ning¨²n problema con remplazar una estatuilla perdida o robada. Pero si el que tuvo el m¨¦rito de ganarla ha fallecido... ?no hay forma!
Babelia
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