El arte como autoestima
Visitantes, artistas y galeristas comulgan en una edici¨®n de calidad y desprovista de an¨¦cdotas
Arco es una feria que exagera la petulancia del espectador. Enfatiza la autoestima. Y no porque el acontecimiento sea particularmente minoritario ¡ªlo frecuentan m¨¢s de 100.000 personas¡ª, sino porque los visitantes, tantas ocasiones vestidos de ir a Arco, pertenecen a la tribu de la sociedad que ¡°comprende¡± la abstracci¨®n del arte abstracto, adquiriendo as¨ª una sensibilidad m¨¢s sofisticada, por ejemplo, que los asistentes a la feria de la seguridad.
Y no es un ejemplo arbitrario. La feria de la seguridad ¡ªSicur¡ª se celebra contempor¨¢neamente a la de Arco en la acera de enfrente, aunque la avenida que vertebra el recinto ferial de Ifema recrea sin pretenderlo la dial¨¦ctica de las orillas. No se relacionan los visitantes de Arco con los de Sicur. Y deber¨ªan hacerlo. El arte contempor¨¢neo no muerde a los espont¨¢neos. Y la feria de la seguridad, observado de soslayo por el arquetipo cultureta, escenifica sin pudor ni rubor la sociedad de la vigilancia, de la delaci¨®n, de la aprensi¨®n al vecino, de la claustrofobia. Respira mejor el lema optimista de Arco: ¡°Imaginando otros futuros¡±. Combinan las palabras una cierta cursiler¨ªa, pero la 35? edici¨®n de la feria se atiene al principio editorial del eslogan en su mirada hacia el horizonte. Porque no es una feria retrospectiva, pese a las connotaciones conmemorativas y su personalidad patrimonial. Si fuera retrospectiva hubiera proliferado el inagotable expresionismo alem¨¢n, la trasnochada videocreaci¨®n, las pinturas pr¨ºt-¨¤-porter de Z¨®bel, los evangelistas americanos del pop, incluso la noci¨®n contempor¨¢nea que atribuimos a artistas fallecidos hace medio siglo y cuya obra consagrada todav¨ªa conforta o tranquiliza la seguridad del coleccionista conservador en estos tiempos de inestabilidad polifac¨¦tica.
No se relacionan los visitantes de Arco con los de la feria Secur. Y deber¨ªan
Y no es esta una edici¨®n conservadora. Ni tampoco escandalosa. Es una edici¨®n contenida, de calidad, desprovista de las an¨¦cdotas period¨ªsticas que predisponen la energ¨ªa de los eternos debates vacuos. Que si la tomadura de pelo de un vaso de agua. Que si Franco crionizado en una nevera. Que si mi sobrino pinta mejor.
Es preferible la provocaci¨®n intelectual y sensorial a la sobreexposici¨®n sensacionalista. Por eso, el hombre desnudo que transcurre la jornada enjaulado en un pal¨¦ de la galer¨ªa Jos¨¦ de la Fuente desempe?a un papel espurio, bastardo, en una feria menos experimental, politizada y corrosiva que anta?o. Porque prevalece la reivindicaci¨®n de la materia, del color. Y porque la feria de Madrid asume una suerte de responsabilidad transatl¨¢ntica: no habiendo un pa¨ªs invitado, se ha invitado impl¨ªcitamente a Latinoam¨¦rica en su desinhibici¨®n est¨¦tica. Y se ha invitado a una ciudad tambi¨¦n, Par¨ªs, desdoblada en las galer¨ªas se?eras que arroparon el embri¨®n de Arco cuando la feria aspiraba a neutralizar los complejos de un pa¨ªs cohibido en su orgullo vanguardista. Es la raz¨®n fundacional que otorga a Juana de Aizpuru el derecho y el privilegio de ocupar la galer¨ªa mejor colocada entre todas las convocadas, como si fuera la galer¨ªa piloto. Ya estaba all¨ª hace 35 a?os la gran dama. Y lo est¨¢ el 2016 desempe?ando un papel matriarcal, multiplic¨¢ndose en su papel de anfitriona, de misionera, y contrariada tambi¨¦n por la inhibici¨®n enfermiza del Estado en asuntos culturales.
Es un a?o contenido, de calidad, sin an¨¦cdotas period¨ªsticas
La subida del IVA ha sido una declaraci¨®n de guerra a la Cultura, exactamente como ha sucedido con promesa incumplida de la ley de mecenazgo. Un coleccionista espa?ol es una especie protegida y escasa, con m¨¢s raz¨®n cuando la crisis ha sacudido la solvencia de la burgues¨ªa que empezaba a iniciarse en el mercado del arte.
Un mercado tan especulativo y prosaico como el de la feria de la seguridad, es cierto, pero tambi¨¦n sujeto a la aspiraci¨®n ¨¦tica de la est¨¦tica, ya que se nos ha muerto Umberto Eco. Y al ejercicio de autoestima que supone venir hasta IFEMA para participar de esta comuni¨®n promiscua donde espectadores, artistas y galeristas encuentran la tierra prometida.
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