Los r¨®tulos
La profusi¨®n de mensajes escritos en la televisi¨®n ha aumentado a lo bestia el contacto de la gente con las faltas ortogr¨¢ficas
La tele se parece cada vez m¨¢s a las carreteras de circunvalaci¨®n: uno ve tantos letreros y reclamos a la vez, que lo normal es que se despiste.
En la televisi¨®n, la pantalla aparece con frecuencia dividida: a un lado, por ejemplo, el reportero que habla; y al otro, unas im¨¢genes de archivo en ciclo sin fin, a veces remotamente vinculadas a lo que el periodista dice. Y adem¨¢s, por arriba y por abajo del encuadre se nos ofrecen todo tipo de letreros: una etiqueta para Twitter, los mensajes de los espectadores, el anuncio del siguiente programa, unos textos con noticias que circulan en rodillo (y que tambi¨¦n se repiten y se repiten) y otros que, a modo de subt¨ªtulos, nos ofrecen titulares o entrecomillados para recordarnos lo que acabamos de o¨ªr o presenciar (lo cual tiene su l¨®gica, porque con tanto punto de atenci¨®n lo normal es que nos hayamos distra¨ªdo).
Esa profusi¨®n de letras en un medio que hasta ahora ten¨ªamos por audiovisual ha aumentado a lo bestia el contacto de la gente con las faltas ortogr¨¢ficas. Y aqu¨ª tambi¨¦n sucede lo mismo que en las autov¨ªas, donde la ausencia de tildes y el indescifrable juego de min¨²sculas y may¨²sculas pueden convertir una localidad como Bail¨¦n en el imperativo plural del verbo bailar.
Debe de resultar dif¨ªcil, y costoso, desmontar todos los cartelones mal escritos por las carreteras de Espa?a. Total, tampoco importa tanto si el viajero lee ¡°Fuentelcesped¡± en vez de ¡°Fuentelc¨¦sped¡±. En cambio, la ortograf¨ªa de los r¨®tulos televisivos se retoca en un periquete, sin necesidad de retirar tuercas y clavos ni de emplear escaleras o gr¨²as. As¨ª que parece mentira que, por ejemplo, veamos palabros como ¡°metereol¨®gico¡± en vez de ¡°meteorol¨®gico¡± y que nadie los cambie en un santiam¨¦n.
A veces las faltas se quedan ah¨ª minutos y minutos, y hasta nos topamos de nuevo con ellas cuando repiten im¨¢genes en el programa siguiente.
Esto afecta a todas las cadenas, que no solo dan as¨ª una con seguridad inexacta idea de la escasa preparaci¨®n de sus redactores, sino que adem¨¢s destrozan la tenaz tarea de tantos maestros de escuela en su intento de ense?ar bien el idioma.
Ya hab¨ªamos comprobado en los mensajes que env¨ªan los espectadores que con algunos de ellos no se lleg¨® a tiempo, pero a¨²n quedan muchos escolares en el camino. No los desanimemos as¨ª.
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