Van Morrison, entre l¨ªneas
En su libro, el cantante busca captar el instante, fogoso o liviano, y para ello repite ciertas frases obsesivamente
Se tiene a Van Morrison (Belfast, 1945) por ese cantante, arrollador o sinuoso, al que se le perdonan desvar¨ªos discogr¨¢ficos y su perpetuo refunfu?e, pues se intuye que ¨¦l lo ¨²nico que quiso ser fue una voz. Hedonista o espiritual, rasgada o sibilante, herramienta para invocar el yarragh, lo que el poeta Yeats describ¨ªa como lamento del coraz¨®n, el sonido obsesivo de las baladas celtas. Lo que busca es captar el instante, fogoso o liviano, y para ello repite ciertas frases obsesivamente, en un proceso mental que nos lleve a un esperado trance, quiz¨¢s una fugaz visi¨®n de lo que significa estar vivo. No comprender, que a eso no se llega, y si as¨ª fuese, sugiere, la epifan¨ªa brotar¨ªa del mismo aliento vital, nunca de la raz¨®n.
En este p¨¢lpito de eufon¨ªa y arrebato, las letras han permanecido agazapadas tras la crepitante hoguera de la m¨²sica. Hasta la publicaci¨®n de Toma interior, donde Morrison selecciona un tercio de su producci¨®n literaria. Y tiene sentido, pues aunque no fuese Bob Dylan ni John Lennon, su trayectoria engarza versos que han impregnado el inconsciente colectivo, como ¡®Gloria¡¯ o aquella enigm¨¢tica ¡®Madame George¡¯ del inagotable Astral Weeks (1968). Pero hubo muchas otras proezas verbales. Una favorita personal: la recitada ¡®On Hynford Street¡¯, en el segundo acto de Hymns to the Silence (1991).
¡°Ll¨¦vame de nuevo a Hyndford Street / donde se sent¨ªa el silencio en las largas noches de verano / mientras sonaba Radio Luxemburgo y susurraban las voces por el r¨ªo Beechie. / En la quietud, sumi¨¦ndonos en el sopor silencioso y reparador, cuando so?¨¢bamos a¨²n en Dios¡¯¡¯, declama. Y uno se vuelve a sentir ni?o y se acurruca entre las s¨¢banas, regateando al sue?o lejanas transmisiones musicales, sintiendo que ese mundo de ah¨ª afuera que pens¨¢bamos iba a dejarse aprehender no sigue una l¨®gica y que quiz¨¢s sea el requiebro, el duende de Van Morrison la ¨²nica forma de trascender esa inc¨®gnita.
¡°Por favor, no me llamen sabio / por poner negro sobre blanco. / Soy cantautor¡¯¡¯, aclara en Songwriter
Hubo en el camino ocasiones para acu?ar cl¨¢sicos inmarcesibles como ¡®Tupelo Honey¡¯ o ¡®Have I Told You Lately that I Love¡¯, para dejarse arrastrar por las brisas de la duda existencial en ¡®Listen to the Lion¡¯ y por el milagro de un verdoso est¨ªo en ¡®Summertime in England¡¯. Y, siempre, ¡°una b¨²squeda de lo espiritual en lo ordinario, la esfera personal dilat¨¢ndose en una dimensi¨®n universal¡¯¡¯, como escribe Ian Rankin en el pr¨®logo.
¡°Por favor, no me llamen sabio / por poner negro sobre blanco. / Soy cantautor¡¯¡¯, aclara en ¡®Songwriter¡¯. ?l a lo suyo, a seguir removiendo entra?as y esp¨ªritu.
Toma interior. Van Morrison. Edici¨®n de Eamonn Hughes. Traducci¨®n de Miquel Izquierdo. Malpaso. Barcelona, 2016. 360 p¨¢ginas. 25,50 euros. (digital: 10,99)
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