?Es la locura una ficci¨®n o lo de estar cuerdo es asunto de locos?
El primer caso de esquizofrenia conocido es de 1810, cuando James Tilly Matthews, internado en Bethlem, dice actuar influido por la energ¨ªa de unos rayos
![El primer caso de esquizofrenia conocido es de 1810.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/U4HMX5ULNFOKTEC3VPY42ILFKE.jpg?auth=349aea5bb7d3da278c65dfae1d644b31574cb67c8ae0c2b36ee16d3dcbed794d&width=414)
En Mito y sentido, el libro-entrevista a Joseph Campbell (Atalanta), el mit¨®logo norteamericano hace referencia al t¨¦rmino esquizofrenia acu?ado a principios del siglo pasado por el psiquiatra suizo Eugen Bleuler.
Si bien, la esquizofrenia llevaba tiempo existiendo, no ser¨¢ hasta su bautismo en plural (schizophrenias) cuando se considere un trastorno psiqui¨¢trico definido; una combinaci¨®n de varias alteraciones mentales cuyo origen reside en la descoordinaci¨®n entre la formaci¨®n de ideas y la expresi¨®n de emociones; si esto lo trasladamos a la gram¨¢tica generativa de Chomsky, podemos aventurarnos a afirmar que la esquizofrenia es un desorden llevado al l¨ªmite entre la estructura profunda y la estructura superficial. Suele pasar muy a menudo.
El primer caso de esquizofrenia conocido es de 1810, cuando James Tilly Matthews, paciente del hospital Real de Bethlem en Bedlam, Inglaterra, dice actuar influido por la energ¨ªa de unos rayos originados en m¨¢quinas, dichos rayos afectaban su cerebro carg¨¢ndolos de ideas delirantes. John Haslam, el boticario del hospital, public¨® el libro Ilustraciones de la locura, un cl¨¢sico en la literatura m¨¦dica dedicado por entero a James Tilly Matthews. En el libro se describen los delirios del paciente acerca de una de las m¨¢quinas por las que, seg¨²n dec¨ªa, se sent¨ªa dominado. Se trataba de un telar a¨¦reo, (Air Loom) generador de carga gaseosa, del que Matthews hizo planos que ser¨ªan utilizados muchos a?os m¨¢s tarde, ya en nuestra ¨¦poca, por el artista brit¨¢nico Rod Dickinson quien reconstruy¨® dicha m¨¢quina.
De esta manera, James Tilly Matthews se convirti¨® en precedente de los delirios de William Burroughs cuando construy¨® su acumulador de energ¨ªa org¨®nica en T¨¢nger siguiendo las pautas de Wilhelm Reich quien, en 1941, convenci¨® al mism¨ªsimo Albert Einstein para experimentar con el acumulador de org¨®n con el que Einstein no lleg¨® a percibir ninguna energ¨ªa al respecto. Tan solo el calor del cuartucho en el que tuvo que meterse para realizar el experimento.
Pero volvamos al t¨¦rmino esquizofrenia, pues, durante la primera mitad del siglo XX, muchos de los pacientes que sufrieron alucinaciones auditivas, voces que se escuchan dentro de las cabezas y que obligan a realizar actos contra la voluntad, muchas de esas personas fueron asesinadas, la mayor¨ªa en la Alemania de Hitler como parte del programa de exterminio bautizado como Aktion T4. La cosa no termin¨® aqu¨ª; a?os despu¨¦s, en 1973, el psic¨®logo estadounidense David Rosenhan public¨® un art¨ªculo en la revista cient¨ªfica Science con el que cuestion¨® los fundamentos de la psiquiatr¨ªa. Con ello, el uso del t¨¦rmino ¡°esquizofrenia¡± qued¨® como una palabra comod¨ªn de la que se sirve la ciencia para estigmatizar a una serie de personas sanas internadas en psiqui¨¢tricos.
En eso consisti¨® el experimento de Rosenhan cuyos resultados dio a conocer bajo el t¨ªtulo Sobre estar cuerdo en sitios de locos, donde explica c¨®mo distintos voluntarios fueron ingresados en varios hospitales psiqui¨¢tricos de Estados Unidos. Ninguno ten¨ªa problemas mentales. Tampoco antecedentes. Pero se hicieron pasar por ¡°locos¡± que escuchaban voces dentro de su cabeza. Siete de los nueve pacientes fueron diagnosticados con esquizofrenia.
En un segundo experimento, Rosenhan propuso a un hospital universitario enviar a un buen n¨²mero de impostores, hombres y mujeres que se hac¨ªan pasar por esquizofr¨¦nicos, con el fin de que los m¨¦dicos del hospital detectasen a los farsantes. Al hospital llegar¨ªan un total de 193 pacientes, de los que 41 fueron se?alados como impostores. Pero lo cierto es que Rosenhan no hab¨ªa enviado a ninguno de ellos.
Siguiendo con estas pautas, podemos afirmar que la locura es una ficci¨®n. Tal vez, por ello, hubo gente que en su d¨ªa crey¨® cuerdo a James Tilly Matthews. Fue el caso de los m¨¦dicos, George Birkbeck y Henry Clutterbuck, as¨ª como el Dr. Fox, due?o del asilo donde Matthews muri¨® un 10 de enero de 1815.
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