En las botas de los conquistadores
La pel¨ªcula mexicana ¡®Epitafio¡¯ recrea la solitaria subida de tres soldados espa?oles a un volc¨¢n en erupci¨®n como met¨¢fora del delirio colonizador
Los pueblos mesoamericanos pensaban que los conquistadores espa?oles, montados a caballo con sus cascos met¨¢licos y sus barbas de chivo, eran poco menos que unos semidioses, una especie de centauros inmortales. Apart¨¢ndose lo m¨¢ximo posible de cualquier mirada m¨ªtica, los soldados que aparecen en la pel¨ªcula Epitafio son tan humanos que la c¨¢mara no se separa de ellos ni siquiera cuando se bajan las mallas y los calzones para evacuar tranquilamente en las laderas del volc¨¢n Popocat¨¦petl.
Yulene Olaizola y Rub¨¦n Imaz, los dos j¨®venes directores defe?os de la cinta, bucearon en los textos hist¨®ricos para contar la historia ficcionada de Diego de Ordaz, que junto a otros dos hombres fue enviado por Hern¨¢n Cort¨¦s a la segunda monta?a m¨¢s alta de M¨¦xico en busca de la ruta de entrada a Tenochtitlan, la majestuosa capital del imperio Azteca. Es un episodio previo a la llegada y la posterior invasi¨®n de la ciudad. No hay batallas, no hay sangre, no hay muerte. La met¨¢fora de la conquista est¨¢ representada en la delirante misi¨®n de asaltar un volc¨¢n en erupci¨®n a m¨¢s de 5.400 metros, clavando la espada en el hielo, entre invocaciones a un dios cristiano y al emperador Carlos I, durmiendo en polainas y calz¨®n de lana a menos de 10 grados bajo cero.
El pasado s¨¢bado, durante la presentaci¨®n de Epitafio en el festival de cine de la Unam, en una abarrotada sala con m¨¢s de 200 personas, alg¨²n espectador critic¨® en el debate la mirada de los cineastas, acus¨¢ndoles de proselitistas de la colonizaci¨®n espa?ola. ¡°La conquista es un tema tab¨² en M¨¦xico. Siempre se lee de un modo muy polarizado y superficial. Hemos hecho algo que los mexicanos no solemos hacer. Examinar ese suceso hist¨®rico y ponernos en las botas de los conquistadores. Intentar entender la codicia humana que te impulsa a enfrentarte a algo desconocido guiado por una fe ciega. De todas maneras, creemos que en la pel¨ªcula est¨¢ plasmado el af¨¢n de dominaci¨®n, la crueldad y el absurdo de la religi¨®n¡±, explica Imaz.
Buscamos entender la codicia humana que te impulsa a enfrentarte a algo desconocido guiado por una fe ciega
El episodio de la subida al volc¨¢n fue recogido por Bernal D¨ªaz del Castillo, uno de los supuestos lugartenientes de Cort¨¦s, en La historia verdadera de la conquista de la Nueva Espa?a. Los directores mexicanos nunca hab¨ªan le¨ªdo este texto can¨®nico de las cr¨®nicas de Indias hasta que otro director, el alem¨¢n Werner Herzog, lo se?al¨® como el gran libro para hacer pel¨ªculas de aventuras. En Epitafio?hay ingredientes de Fitzcarraldo y de Aguirre, la Colera de Dios, dos de las mayores obras de Herzog. Una misi¨®n ¨¦pica, la naturaleza como alegor¨ªa fantasmal, un deseo casi demente de grandeza y el desgaste psicol¨®gico de los personajes, marcado por una fotograf¨ªa que va perdiendo color a medida que avanzan en un viaje hacia el abismo.
El guion est¨¢ armado en castellano antiguo. ¡°Fue divertido. Creemos que le aporta el tono de teatralidad y verisimilitud que busc¨¢bamos¡±, explica Olaizola. Para hacer transpirar el lenguaje del XVI recurrieron adem¨¢s de la cr¨®nica de Del Castillo, a las cartas de Cort¨¦s con Carlos I y hasta una monograf¨ªa acad¨¦mica de Ordaz. La secuencia hist¨®rica dice que los colonos espa?oles fueron acompa?ados hasta el valle del volc¨¢n por guerreros tlaxcaltecas, uno de los pueblos aliados de Cort¨¦s despu¨¦s de haber sido sometidos en su ruta al coraz¨®n mexica. Los ind¨ªgenas, representados en la pel¨ªcula por vecinos n¨¢huatl-hablantes de una colonia de Ciudad de M¨¦xico, les marcaron el camino hacia el otro lado de la monta?a pero no quisieron continuar porque en la cosmovisi¨®n prehisp¨¢nica el Popocat¨¦petl?es una de las puertas al inframundo.
El rodaje, durante cuatro semanas del pasado invierno y con un presupuesto de 280.00 d¨®lares, tambi¨¦n tuvo similitudes con las c¨¦lebres campa?as herzogianas, al l¨ªmite de la resistencia y la cordura. La localizaci¨®n no fue en el Popo, que est¨¢ cerrado porque sigue en activo, sino en el Pico de Orizaba, el m¨¢s alto de M¨¦xico y frecuentemente utilizado por alpinistas internacionales para entrenar envites m¨¢s altos como el Himalaya. El equipo ?19 personas entre actores, directores, c¨¢maras, sonido, gu¨ªas profesionales y sherpas??pas¨® cuatro semanas en tiendas de campa?a a m¨¢s de 4.000 metros de altura.
Imaz recuerda que la ¨²ltima semana, al borde de los 5.000, se toparon con un alpinista estadounidense que pretend¨ªa alcanzar la cima: ¡°El gringo estaba morado. Le hab¨ªa dado mal de altura, le comenzaba a faltar el ox¨ªgeno¡±. Los sherpas del equipo, habitantes de los pueblos aleda?os al Orizaba, improvisaron una camilla. El monta?ista estaba r¨ªgido. ¡°Lo bajaron como un tamal¡±, recuerda Imaz. Le llevaron hasta un refugio y le pusieron una inyecci¨®n de emergencia. Un potente chute antinflamatorio con un efecto vasodilatador inmediato. El gringo recuper¨® al aliento. Los vecinos del volc¨¢n le hab¨ªan salvado la vida, le rescataron del inframundo.?
Babelia
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