Picasso y las ¡®Lollipops¡¯
La conversi¨®n del pintor malague?o en icono de la cultura popular revela el ¨¦nfasis en la celebridad y el culto a la obra maestra
Hace unas semanas, las redes sociales han difundido una curiosa imagen del cantante de hip-hop y ganador de 21 Grammy, Kanye West. Su esposa, Kim Kardashian, lo retrat¨® dormido en el sal¨®n de su casa, despatarrado y con la boca abierta. La imagen no tard¨® en salir disparada desde su cuenta de Instagram, lo que provoc¨® m¨¢s burlas que admiraci¨®n, sobre todo porque una semana antes el rapero de Atlanta hab¨ªa lanzado The Life of Pablo, del que hab¨ªa dicho, en un ataque de egolatr¨ªa, que era ¡°el mejor disco de todos los tiempos¡±.
El espect¨¢culo debe continuar. Y en ese show son escasos los nombres que suenan a gloria: Leonardo, Einstein, Picasso, ?Jobs?¡
?A qu¨¦ Pablo se refiere el t¨ªtulo del ¨¢lbum? ?Al ap¨®stol mixtificador del mensaje cristiano? ?Al mejor artista del siglo XX? En las letras ¡ª¡°Me siento como Pablo cuando estoy trabajando en mis zapatos?/ me siento como Pablo cuando me veo en las noticias¡±¡ª, Kanye West no s¨®lo se compara con Picasso, tambi¨¦n con Steve Jobs (¡°decidme qu¨¦ genio no fue un loco¡±). Su embestida megalomaniaca es formidable y desvergonzada, a la altura de la que exhibi¨® el artista brit¨¢nico Damien Hirst el mismo d¨ªa de la ca¨ªda de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, cuando vendi¨® por subasta directa un importante lote de su obra, salt¨¢ndose a su galerista Larry Gagosian.
Fuera o no Picasso la fuente de inspiraci¨®n de West ¡ªel rapero aclar¨® posteriormente que el disco estaba dedicado a su amigo fil¨®sofo Pablo P¨¦rez (??)¡ª, lo que la noticia revela es que el ¨¦nfasis en la celebridad y el culto a la obra maestra se mantienen como estrategias para retener la lealtad de un n¨²mero de seguidores sin precedentes. Cuando apenas queda ni un picasso libre en circulaci¨®n, cuando los museos han convertido sus jardines de esculturas en parques de atracciones, el espect¨¢culo debe continuar. Y en ese show son escasos los nombres que suenan a gloria: Leonardo, Einstein, Picasso, ?Jobs?¡
¡ªNo puedes entrar con el barco en el museo.
¡ªA lo mejor s¨ª que puedo.
¡ªMejor juegas con ¨¦l cuando vayamos a Central Park. Aqu¨ª no tienen ning¨²n lago.
¡ªPues deber¨ªan tenerlos.
¡®Lovers and Lollipops¡¯ (1956)
En el filme Lovers and Lollipops (amantes y piruletas), hay una escena donde la bella y extravagante viuda Ann (Lori March) entra con su hijita y su nuevo novio en el MOMA de Nueva York. La peque?a burla al vigilante de la entrada y se cuela en las salas del museo llevando en volandas un barco de vela de juguete. Navega entre lipchitzs, brancusis y picassos, hasta que mira por la ventana del segundo piso y se da cuenta de que ah¨ª abajo hay una peque?a charca enmarcada por pe?ascos de formas sinuosas. Henry Moore, Kolbe, Lachaise y Maillol ser¨ªan los vig¨ªas de su rebelde bajel, as¨ª que lo echa al peque?o estanque ante el enfado de los cuidadores. Un falso plano secuencia inmoviliza nuestra mirada desde el patio de esculturas del MOMA hasta uno de los lagos del Central Park, donde, esta vez s¨ª, la nave se dejar¨¢ mecer en las seguras y maternales aguas. La secuencia de la peque?a Peggy aleteando su infancia por las salas de la pinacoteca es de una gran sofisticaci¨®n formal. Sus promotores fueron una pareja de cineastas independientes, Morris Engel y Ruth Orkin, que comprendieron que los resentimientos de la esplendorosa Am¨¦rica, castigada durante un lustro por el macartismo, pod¨ªan ser canalizados a trav¨¦s del arte.
En efecto, el tema patri¨®tico era el arte moderno en una sociedad que comenzaba a consumir idealizaci¨®n y propaganda a partes iguales. Los estadounidenses dejaron atr¨¢s la cultura de los alerones y el d¨¦co. Necesitaban la velocidad del pigmento y un sentimiento del arte como espect¨¢culo. Lo encontraron en la figura de Jackson Pollock. No fue un descubrimiento, sino una creaci¨®n del propio sistema, que no tard¨® en reiniciar la m¨¢quina de producci¨®n de im¨¢genes del artista, sobre todo en revistas de moda. El fot¨®grafo Hans Namuth lo retrat¨® en su estudio de Springs en plena danza tribal sobre un gran lienzo colocado en el suelo. Pollock hab¨ªa abierto la pintura a las condiciones de la gravedad, pero cada vez que se colocaba frente a sus criptopaisajes a punto de estampar su firma, sent¨ªa el aliento de su admirado Picasso en el cogote: ¡°Ese jodido pintor ya lo hizo todo¡±, pens¨®.
Y as¨ª era. Pollock llevaba el fracaso incorporado a su pintura, al contrario que Picasso. El campe¨®n del expresionismo abstracto muri¨® en 1956, justo el a?o del nacimiento del arte pop de la mano del artista ingl¨¦s Richard Hamilton y su peque?o collage Just what is it that makes today¡¯s homes so different, so appealing? (?qu¨¦ es lo que hace a los hogares de hoy tan diferentes, tan atractivos?). Esa obra descubre el espacio dom¨¦stico t¨ªpicamente americano: justo en el centro hay un enorme chupa-chup que un culturista coloca oportunamente al lado de su hinchado muslo, a modo de pene. Hay m¨¢s elementos que caracterizan la nueva cultura popular: una mujer bien dotada con pechos de lentejuelas, un adorno del cap¨® de un autom¨®vil Ford estampado en una l¨¢mpara, una lata de jam¨®n colocada sobre una mesa como si fuera un jarr¨®n y una pintura de goteo de Pollock que adopta la funci¨®n de alfombra mod. ?El gran Pollock pisoteado por la publicidad el mismo a?o de su muerte!
Por aquellos meses de 1956, Picasso hab¨ªa instalado su estudio en La Californie, una villa del siglo XIX en las colinas que dominan Cannes. El pintor estaba viviendo su ¨¦poca m¨¢s colorista y pop, con la Tauromaquia, Las mujeres de Argel, Las ba?istas, los retratos de sus hijos jugando en el estudio y los de su compa?era, Jacqueline Roque. Tambi¨¦n hab¨ªa una joven modelo, una rubia con cola de caballo llamada Sylvette David. De aquellas pinturas se difundieron miles de reproducciones. Picasso hab¨ªa entrado en las leoneras de los adolescentes, que colgaban sobre el empapelado sus p¨®steres como si fueran de estrellas de rock. ?l mismo hab¨ªa realizado unas composiciones burlescas con recortes de revistas de moda de pin-up girls, en las que dibujaba a tinta china caricaturas de su buen amigo Jaume Sabart¨¦s.
Picasso muri¨® a los 92 a?os, despu¨¦s de disfrutar de una vejez extraordinariamente vigorosa y creativa. Hab¨ªa presenciado el nacimiento de la cultura de masas, el auge y ca¨ªda del pop art y de otras corrientes art¨ªsticas que ¨¦l mismo hab¨ªa anticipado d¨¦cadas antes, como el minimal y el povera. Fue el primer moderno que descubri¨® que el arte y las im¨¢genes que generaba eran una herramienta de poder. Han pasado 60 a?os desde la primera entrada de los chupa-chups en el museo. En todo ese tiempo, el MOMA ha tenido unas cuantas ampliaciones.
Picasso hab¨ªa entrado en las leoneras de los adolescentes, que colgaban sus p¨®steres como si fueran de estrellas de rock
Hay demasiados pintores, arquitectos, estrellas de rock y de cine a los que se les cuelga alegremente la etiqueta de genios y son millonarios sin apenas haber llegado a la cincuentena. Todo ocurre r¨¢pido. Tenemos la impresi¨®n de que la fama, el poder y el dinero corrompen las mentes m¨¢s brillantes, pero no es m¨¢s que una mentira piadosa. Picasso tuvo todo eso con menos de 40 a?os, y nada, ni la guerra, pudo pararle.
La muerte de Picasso el 8 de abril de 1973 puso fin a toda una ¨¦poca en el arte. Pocas horas despu¨¦s de publicarse la noticia de su desaparici¨®n, la ciudad de Nueva York inauguraba el complejo World Trade Center. Esas Torres Gemelas fueron derrumbadas en el ataque terrorista el 11-S, un instante en que la primera potencia mundial gir¨® verdaderamente hacia el espect¨¢culo del fin del mundo, la eutanasia del arte por s¨ª misma. Fue el d¨ªa en que la joven Am¨¦rica supo ser hist¨®rica. Y todo comenz¨® con un chupa-chup.
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