Llu¨ªs Pasqual, una vida con Lorca
Con su libro ¡®De la mano de Federico¡¯, el director del Lliure se autorretrata como hombre de teatro y rinde tributo al oficio y a la obra del autor de ¡®La casa de Bernarda Alba¡¯
Muy probablemente, ¨¦l sabr¨¢, Llu¨ªs Pasqual escribi¨® De la mano de Federico (Arpa Editores) como quien amasa un pan informe. Sabes que la materia est¨¢ ah¨ª, sobre la tabla, desbordante e inacabable, y que tienes que procesarla y darle forma. ?Cabe procesar a Lorca, sistematizar un fogonazo salvaje, convertir en relato lineal la sinuosa curva de un genio atormentado? Muy probablemente, entonces, el director del Lliure se quit¨® de encima la tentaci¨®n de lo solemne y los excesos del bagaje y se puso al asunto. Tard¨® menos de tres meses. Despu¨¦s de leer este libro que algunos han llamado ¡°debut narrativo¡±, uno dir¨ªa m¨¢s bien que el g¨¦nero elegido es el del v¨®mito confesional.
A Pasqual le pidi¨® el editor Joaquim Palau un libro de memorias y ¨¦l dio a las planchas la semblanza de un poeta asesinado. Que es su semblanza, la de Pasqual. Contarte contando la vida de otro, pero contigo al fondo. El viejo truco. Esto puede salir mal por exceso o por defecto, o puede salir bien, como es el caso: una embriagadora flor de ruina como homenaje al poeta y al hombre de teatro pero, sobre todo, a ¡°un cuerpo herido que busca las cosas del otro lado¡± (las comillas son el autorretrato que de s¨ª mismo pint¨® Lorca).
Llu¨ªs Pasqual (Reus, 1951) contempla hoy este libro de 160 p¨¢ginas con una mezcla de diversi¨®n y desconcierto, y casi como pidiendo perd¨®n por haberlo hecho. Interrumpe los ensayos de A teatro con Eduardo y en su despacho del Lliure de Montjuic, habla de este libro raro y de su g¨¦nesis: ¡°Gonzalo Canedo, mi pareja, que muri¨®, era editor. Y cuando Joaquim Palau me pidi¨® que escribiera unas memorias, era un poco como si estuviera recogiendo el testigo de Gonzalo, que me dec¨ªa que un d¨ªa tendr¨ªa que escribir algo sobre Lorca. Y s¨ª que en cierta forma parece un v¨®mito. Las horas delante del ordenador eran horas fuera del tiempo normal, los recuerdos ven¨ªan solos y n¨ªtidos, y como lo empec¨¦ lo termin¨¦¡±.
Contando a Lorca ¡ªen detalle y con detalles¡ª Llu¨ªs Pasqual se cuenta ¨¦l. Tambi¨¦n est¨¢n los actores y las actrices que un d¨ªa pusieron carne y sonido a los claroscuros terribles de El p¨²blico, de Yerma, de La casa de Bernarda Alba, de Comedia sin t¨ªtulo, de El di¨¢logo del amargo... ¡°En este libro¡±, comenta su autor, ¡°hay un gran sentimiento de gratitud hacia la gente que me he ido encontrando en la vida¡ los actores, por ejemplo¡ los actores lo dan todo en los ensayos, se abren, se desnudan, y dir¨¢s, es que es su trabajo, y claro que lo es, pero es que los actores tambi¨¦n tienen verg¨¹enza, tambi¨¦n tienen pudor¡±.
Y en efecto, De la mano de Federico es un libro de teatro. Pasqual parece situarse en alg¨²n lugar cercano a ese hueco de sombra en el que se sentaba Tom Courtena y en la maravillosa pel¨ªcula La sombra del actor (Peter Yates, 1983). El teatro con may¨²sculas era Albert Finney ¡ªel actor¡ª y el ayuda de c¨¢mara, el observador y el hombre para todo, Courtenay. Aqu¨ª Pasqual evoca y rememora, reconstruye, se acuerda de Alfredo Alc¨®n y de N¨²ria Espert, y de Juan Echanove y Rosa Mar¨ªa Sard¨¤, visita en el tiempo a Giorgio Strehler y a Peter Brook y rinde tributo a un arte de m¨¢s de 2.000 a?os. ?Por qu¨¦? ¡°Seguramente porque uno hace este oficio porque est¨¢ enfermo, nos falta alg¨²n tornillo y necesitamos que alguien nos lo ajuste. Yo pongo mi vida en mi relaci¨®n con los autores, as¨ª que esas vidas se ten¨ªan que mezclar. En el teatro me doy entero, pero se nota menos porque lo hago por poderes; pero yo, si hago El rey Lear, lo tengo que interiorizar, el dolor me lo tengo que encontrar si quiero ayudar a los actores a encontrar el suyo. La diferencia es que el teatro es un filtro, hablas a trav¨¦s de Shakespeare, y aqu¨ª no, esto es un libro escrito en primera persona¡¡±
Mundo multipolar
La muerte como ficci¨®n y, por desgracia, la muerte temprana como realidad marcan el devenir de Lorca el autor y de Lorca el ciudadano. Los dos se fueron entre las balas de unos cuantos cuatreros de correaje fascista y este libro es, al fin y al cabo, un recordatorio de aquel personaje que luego, tras ser aniquilado en vida, fue manipulado en muerte y convertido en mu?eco de pl¨¢stico del peor folclorismo franquista. Y no solo franquista. ¡°S¨ª, sale Lorca y muchos ven una guitarra, un guardia civil y unos volantes. Es como si pens¨¢ramos que Picasso solo tiene la ¨¦poca azul. Me viene Picasso cuando pienso en Federico. Son multipolares, tienen muchas caras y las explotan a fondo¡±.
El libro de Pasqual, esta indagaci¨®n/confesi¨®n en torno a Garc¨ªa Lorca y a ¨¦l mismo, est¨¢ vertebrado por un pu?ado de t¨ªtulos pero sobre todo dos: El p¨²blico, estrenada por Pasqual en 1986, y Yerma, que vio en 1971 en la versi¨®n de V¨ªctor Garc¨ªa y N¨²ria Espert, que le obsesion¨® y que ya no le dejar¨ªa, hasta el punto de no montarla nunca ¡ª¡°para qu¨¦, si era perfecta... estaba ah¨ª toda la poes¨ªa, y toda la brutalidad, y toda la pl¨¢stica, y toda la voz¡±.
Lo de El p¨²blico es m¨¢s complejo: ¡°No es una casualidad que est¨¦ en el centro del libro, porque El p¨²blico es¡ como tocar La pasi¨®n seg¨²n San Mateo. Es al mismo tiempo el principio de algo y la llegada a alg¨²n sitio, nadie pasa por esta obra y sale indemne si lo hace honestamente, porque no se puede llevar a escena sin una implicaci¨®n personal; si no, a los diez minutos es un juego de palabras incomprensible. El p¨²blico s¨ª que es un verdadero v¨®mito. Cuando has pasado por ¨¦l ya no miras nada igual, porque has buscado en zonas en las que no hab¨ªas estado. A esos sitios no se va¡±.
El veneno del teatro, 30 a?os despu¨¦s
En 1985, con Llu¨ªs Pasqual como director del Centro Dram¨¢tico Nacional, se estren¨® en el Mar¨ªa Guerrero El veneno del teatro, de Rodolf Sirera, con Jos¨¦ Mar¨ªa Rodero y Manuel Galiana, en torno a la magia del oficio. Pasqual mantiene intacta su fascinaci¨®n: ¡°El teatro es compartir con gente algo que te conmueve, y eso un DVD no te lo da. Los neur¨®logos dicen que se recuerda el teatro como se recuerda la vida, que ese recuerdo se deposita en los mismos lugares neurol¨®gicos¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.