¡®?Es la naturaleza un gato gigante?¡¯

En Nikola Tesla, El genio al que le robaron la luz, Margaret Cheney, la bi¨®grafa del cient¨ªfico serbio, cuenta que una vez, cuando Tesla era peque?o y viv¨ªa en la aldea de Smiljan, en Croacia, ide¨® un motor que funcionar¨ªa por la fuerza de 16 escarabajos. ¡°Consist¨ªa¡±, dice Cheney, ¡°en un artilugio hecho de astillas colocadas en forma de aspas de molino, con un eje y una polea sujetos a unos escarabajos verdes. Cuando los insectos, pegados entre s¨ª, batieran los ¨¦litros a la desesperada como era previsible, el ingenio estar¨ªa en condiciones de elevarse por el aire¡±.

Fue una de las primeras ideas del joven inventor, la antesala de su aeroplano de despegue vertical, la prehistoria de los cazas de combate modernos. Poco se sabe del resultado de aquel experimento del imberbe Tesla. Cheney dice que ¡°tal l¨ªnea de investigaci¨®n qued¨® aparcada para siempre, en cuanto apareci¨® un amiguito al que le gustaban los escarabajos verdes y que al ver un tarro completo comenz¨® a llev¨¢rselos a la boca¡±. Obviamente, cualquier registro documental de la tragedia se perdi¨® hace mucho tiempo.

El Centro Nacional de las Artes, en la Ciudad de M¨¦xico, ofrece hasta junio una exposici¨®n sobre la vida y el legado de Nikola Tesla. Presentada en Monterrey y antes en Madrid, El futuro me pertenece: Nikola Tesla, aborda la figura del cient¨ªfico serbo-estadounidense, sus inventos, sus patentes, su influencia en la cultura pop.

La muestra se divide en varias salas. A la entrada, en un panel, varios proyectores resumen en im¨¢genes superpuestas la vida de Tesla, la torre Wardenclyffe, que proveer¨ªa de electricidad inal¨¢mbrica a kil¨®metros de distancia, la guerra de las corrietenes, entre la suya, la alterna y la de Thomas Alva Edison, la continua; su figura enjuta, espigada, el cabello negro; el famoso gato M¨¢cak, que le hizo preguntarse por primera vez qu¨¦ era aquello de la electricidad. En sus escritos, Tesla cuenta que una vez, de peuqe?o, en un d¨ªa extremadamente seco, toc¨® a su gato y escuch¨®, vio, una ¡°lluvia de chispas lo bastante ruidosas para que se oyeran en los alrededores¡±. Su padre, cl¨¦rigo ortodoxo, le explic¨® que aquello era electricidad. Su madre, ama de casa, le pidi¨® que no tocara al gato porque pod¨ªa prender un fuego. Tesla, cuenta, se pregunt¨® entonces. ¡°?Es la naturaleza un gato gigante? Si es as¨ª, ?qu¨¦ es lo que acaricia su lomo? Solo puede ser Dios¡±.

La sala principal es un recorrido por las invenciones del docto. All¨¢ figuran, por ejemplo, una maqueta virtual en tres dimensiones del aeroplano de despegue vertical, bobinas, planos de sus motores, genialidades que cambiaron el mundo. Tesla ide¨® un motor que funcionaba por corriente alterna, de mayor voltaje que la continua, pero m¨¢s f¨¢cil de transportar. Hasta el momento, finales del siglo XIX, Edison y su corriente continua detentaban el monopolio de la electricidad en Estados Unidos, la meca de la nueva ciencia. La corriente continua implicaba la instalaci¨®n de estaciones el¨¦ctricas cada pocos kil¨®metros, generando as¨ª costos de producci¨®n muy elevados. Con su motor de corriente alterna, Tesla propon¨ªa elevar el voltaje y facilitar el transporte. Era una revoluci¨®n. Edison, un genio de la publicidad, entend¨ªa que aquella historia de la corriente alterna acabar¨ªa con su compa?¨ªa si no hac¨ªa algo, as¨ª que emprendi¨® una campa?a de desprestigio contra la corriente alterna que dur¨® a?os.

La aversi¨®n entre los dos genios ven¨ªa de largo. Tesla hab¨ªa llegado a Estados Unidos de Par¨ªs, con cuatro centavos en el bolsillo, y acudi¨® a la empresa de Edison a pedir trabajo. Consciente de su potencial, Edison le contrat¨®, pero una deuda que contrajo el patr¨®n con su empleado acab¨® en la renuncia de Tesla y la consiguiente confrontaci¨®n. La guerra de las corrientes, que incluy¨® electrocuciones masivas de perros y gatos para probar los peligros de la corriente alterna, concluy¨® con la derrota del inventor de la bombilla. Y sin embargo, hasta hace poco, parece que Tesla no fue m¨¢s que una figura menor, de culto, un cient¨ªfico loco.

¡°No se sab¨ªa mucho de Tesla, no se hab¨ªa escrito mucho de ¨¦l m¨¢s all¨¢ de sus influencias en la cultura pop¡±, explica Elena Navarro, directora de Canopia, que ha organizado la exposici¨®n. ¡°Ahora es distinto. La exposici¨®n en Monterrey fue un ¨¦xito, esperamos que aqu¨ª tambi¨¦n¡±. Poco a poco, el mundo recupera a uno de sus cient¨ªficos m¨¢s brillantes. Turner ha editado en espa?ol la biograf¨ªa m¨¢s reconocida de Tesla, obra de Margaret Cheney, adem¨¢s de otros t¨ªtulos, entre el ensayo, la novela y la divulgaci¨®n. La librer¨ªa del Centro Nacional de Artes presenta un nutrido surtido.

Lo bueno de Tesla, parece, es que sus invenciones, sus ideas, trascienden el tiempo en que vivimos. El cient¨ªfico pensaba que trasladar¨ªamos la electricidad sin cables, por medio de torres que emplear¨ªan la ionosfera como veh¨ªculo. Eso, por suerte, parece todav¨ªa ciencia ficci¨®n. El futuro todav¨ªa es de Tesla.