Cuando padre aull¨® al lobo
Lidia Palazuelos muestra la vida de una joven alcarre?a de la posguerra con pulso po¨¦tico, precisi¨®n pros¨®dica y ambici¨®n antropol¨®gica
Una pieza ¨²nica, fuera de modas, que da la palabra a la mujer rural, sost¨¦n de este pa¨ªs hasta la d¨¦cada de los sesenta, a trav¨¦s de una campesina alcarre?a. Con una precisi¨®n l¨¦xica necesaria como el aire en tiempos de uniformizaci¨®n ling¨¹¨ªstica galopante, Lidia Palazuelos, autora e int¨¦rprete de El hueco, hace una prospecci¨®n en los anhelos y en las penas chicas (pero extensas) de la vida en el agro castellanomanchego de la posguerra, que al cabo componen un tapiz tr¨¢gico acorde con la condici¨®n del labrador y con la dureza imperativa de su entorno. Lejos del costumbrismo huero, el espect¨¢culo tiene la pulsi¨®n po¨¦tica del lenguaje marquiniano y lorquiano, sentida y delineada aqu¨ª desde adentro, pues la autora se crio en Sotodosos (Guadalajara), lugar hoy con menos de una veintena de habitantes censados.
Sostenido con verdad y vigor por su int¨¦rprete, que encarna a la protagonista en tres edades (ni?ez, adolescencia y madurez), dando saltos de una a otra sin soluci¨®n de continuidad y en di¨¢logo permanente con parientes y vecinos, El hueco transmite querencia antropol¨®gica y un o¨ªdo exquisito para el lenguaje coloquial, tan apegado al territorio y tan exacto como las faenas, rituales y emociones a las que se refiere. Quien conozca Castilla-La Mancha, reconocer¨¢ su m¨²sica y su cadencia en cada parlamento, y quien no, descubrir¨¢ en su versi¨®n genuina un lenguaje que nos ha llegado horriblemente deformado por las parodias cinematogr¨¢ficas del paleto o reelaborado por los chicos de Muchachada Nui.
El hueco
Autora e int¨¦rprete: Lidia Palazuelos. Director: Antonio Ponce. Luz: Germ¨¢n Collado.
Madrid. Teatro Off de La Latina, 24 de marzo y todos los jueves de abril. Sala El Montacargas, 31 de marzo y 1 y 2 de abril.
La escritura dram¨¢tica es fina y deja huecos de sentido que el espectador debe de rellenar, no sin dificultad, y la direcci¨®n de Antonio Ponce, invisible pero atenta. El resultado pone de relieve que en el teatro nacional, m¨¢s all¨¢ de la comedia urbana y del andalucismo jerezano, resta una vasta terra incognita.
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