Mick Jagger, a los cubanos: ¡°Las cosas est¨¢n cambiando, ?no?¡±
The Rolling Stones ponen su sello de rock&roll al deshielo de la isla con un concierto inolvidable
Media hora antes de que Mick Jagger saliese al escenario con cientos de miles de cubanos euf¨®ricos ante el concierto que sell¨® la apertura cultural de Cuba al mundo y del mundo a Cuba, Edelix Fonseca, profesor de ajedrez de 54 a?os, beb¨ªa ron con caf¨¦ tumbado en el pasto y recordaba: "Cuando yo era un adolescente en los a?os 70, me gustaba llevar el pelo como nos tocaba a los negros en esa ¨¦poca, como lo llevaron Jimi Hendrix y Angela Davis. Pero en el colegio no lo permit¨ªan y yo lo escond¨ªa con peinados extra?os para mantener el pelo largo". Fonseca fuma una calada de un cigarro y prosigue.
"Yo sufr¨ª eso, y sin embargo, con el tiempo, me di cuenta de que tambi¨¦n ten¨ªa que ver con que el sistema nuestro reaccionaba de manera antinatural por todas las presiones a las que estaba sometido el pa¨ªs. Y ahora me alegro, me siento feliz de que llegue este momento en que las cosas empiezan a ser naturales, como siempre debieron ser, y de estar aqu¨ª echado en el c¨¦sped esperando a que aparezcan los Rolling con mi vieja bandera cubana en el morral. Nunca imagin¨¦ vivir esto". Sonr¨ªe, fuma otra calada, bebe otro trago de ron.
En efecto, a las 20.38, se escuch¨®: "Ladies and gentlemen, the Rolling Stones!" y el cantante de la lengua m¨¢s famosa de la historia del rock&roll, junto a sus inseparables compa?eros de arrugas Keith Richards, Ronnie Wood y Charlie Watts, apareci¨® ante Cuba para cantarle a una nueva era. Fonseca, el ajedrecista paciente que quer¨ªa llevar el cabello a lo afro, abri¨® su mochila, sac¨® una videoc¨¢mara anal¨®gica de los a?os noventa y se puso a grabar.
Con el ambiente electrizado en una noche de clima paradis¨ªaco, Jagger salud¨® con unas cuantas d¨¦cadas de retraso a sus fieles de la isla, "Hola Habana, ?buenas noches mi gente de Cuba!", y el pueblo atron¨® en un grito hist¨®rico de satisfacci¨®n. Unos minutos m¨¢s tarde, antes de dedicarle Angie a los "cubanos rom¨¢nticos", antes de hacerles retumbar las tripas con Paint It Black, el vocalista con cintura de lagartija dijo en un espa?ol macarr¨®nico: "Sabemos que a?os atr¨¢s era dif¨ªcil escuchar nuestra m¨²sica, pero aqu¨ª estamos tocando para ustedes en su linda tierra. Pienso que los tiempos est¨¢n cambiando. Es verdad, ?no?".
Entre el p¨²blico, Henry, habanero de 44 a?os, disfrutando el show con una camiseta del Reino Unido, refrendaba sus palabras: "Es la verdad. Aunque yo soy de los Beatles te puedo decir que ya me puedo morir tranquilo despu¨¦s de ver en directo a estos hombres. No s¨¦ c¨®mo expres¨¢rtelo. Uno tiene que haber nacido aqu¨ª para sentir lo que es esto. Es un sue?o, aunque parezca muy sobado decirlo. Solo te puedo responder eso: que es un sue?o hecho realidad".
"Con lo que he disfrutado hasta ahora se me ha curado toda la nostalgia de no haber podido verlos nunca en mi vida"
En ese momento Keith Richards estaba cantando un solo de blues, y Edelix Fonseca hab¨ªa cambiado los cigarrillos por un puro que se consum¨ªa lentamente al ritmo que marcaba la voz del guitarrista pirata.
En el memorable concierto de cierre de la gira latinoamericana de los Stones, el Ol¨¦ Tour, de entrada gratuita, los adjetivos no se agotaban en boca de los cubanos que abarrotaron el campo de juegos de la Ciudad Deportiva de La Habana. "Excelente, fascinante, excepcional, ¨²nico, incre¨ªble, genial, cool, inolvidable, traumatizante, impresionante, necesario, ?de pinga!".
Con la misma energ¨ªa que hubieran desplegado hace cinco d¨¦cadas, los intemporales Stones cruzaron su segunda hora de concierto con Brown Sugar, Jagger enarbolando la bandera cubana. Cuando la termin¨® dijo "Muchas gracias", pero nadie se cre¨ªa que se fuera sin cantar la canci¨®n que toda Cuba quer¨ªa escuchar. Y aunque as¨ª fuera, Ana Mar¨ªa de la Rocha, de 60 a?os, cuya hija se estar¨ªa "muriendo de envidia" en Madrid, dec¨ªa que ya nadie le pod¨ªa quitar lo bailado. "Con lo que he disfrutado hasta ahora se me ha curado toda la nostalgia de no haber podido verlos nunca en mi vida".
Pero no. No pod¨ªa ser. A las 22.40, la voz de los Stones pregunt¨® a Cuba si estaba lista para escucharla. Y Cuba estaba lista. En la noche c¨¢lida de La Habana, Wood y Richards rasgaron con sus guitarras los m¨ªticos, inconfundibles, vibrantes primeros acordes de su himno a la eterna juventud, Satisfaction.
Todos los calificativos quedaron justificados. Tambi¨¦n estos otros cazados entre la muchedumbre: "Fabuloso, emocionante, hermoso, inesperado, inigualable, wonderful". Otro asistente pidi¨® que en vez de una, se le dejase usar tres palabras: "Nos lo merecemos".
?Y qui¨¦n pag¨® el concierto?
Durante estos d¨ªas se ha especulado mucho sobre qui¨¦n ha pagado el concierto gratuito los Rolling Stones en La Habana. Fuentes pr¨®ximas al Gobierno de Ra¨²l Castro siempre han reiterado que los principales gastos corr¨ªan a cargo de la propia banda. No est¨¢ Cuba para un desembolso que se calcula cercano a los 6,2 millones de euros para cubrir un montaje que ha movilizado a m¨¢s de 350 personas, decenas de contenedores y un avi¨®n.
Al final, la propia banda brit¨¢nica ha dado alguna pista en su web. En ella dice: "Este evento est¨¢ siendo posible gracias a la beneficencia de la Fundashon Bon Intenshon en nombre de la isla de Curazao. La Fundashon Bon Intenshon inicia y apoya proyectos de caridad internacional en las esferas de la educaci¨®n, el deporte, la alfabetizaci¨®n cultural, la salud y el turismo, as¨ª como otros intentos por mitigar el impacto de la pobreza general".
Detr¨¢s de esa fundaci¨®n est¨¢ el empresario Gregory Elias, promotor de un festival de jazz en Curazao y presidente de United Trust, una importante asesor¨ªa del para¨ªso fiscal caribe?o.
Babelia
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