Mi beb¨¦ tiene un estigma

Una opera prima, en clave de comedia c¨®mica, que pasa de puntillas sobre un par de temas jugosos: el abismo que se abre en la pareja ante la acogida opuesta que cada uno de sus miembros dispensa a su primer beb¨¦, marcado por una singularidad disparatada (que no revelar¨¦, aunque hacerlo no destripar¨ªa la funci¨®n, pues su jovenc¨ªsima autora descubre tal dato a las primeras de cambio), y el estigma como destino de qui¨¦n lo sufre. Mar¨ªa G¨®mez-Comino podr¨ªa haber tejido el tapiz humor¨ªstico que alfombra su comedia sobre un fondo de personajes mejor observados, que desgranaran los chistes m¨¢s jocosos entre reacciones serias de sus interlocutores, pero ha preferido disparar en salvas tan generosas como amables su humor pr¨®digo, para solaz de un p¨²blico joven ¨¢vido de distracci¨®n.

En Pantone361 hay un par de hechos ins¨®litos que parecen sacados de La hierba roja, un ramillete de situaciones jocosas bien planteadas, una cascada de chistes a la que convendr¨ªa ponerle filtro, una escenograf¨ªa povera tan atractiva como pr¨¢ctica, de Pepe Arag¨®n, y unas interpretaciones resolutas, entre las cuales destaco la de Aida Villar, por la verdad con la que aborda el personaje de la madre, planteamiento que contrasta vigorosamente con la liviandad de la escritura. Miguel Valent¨ªn e In¨¦s S¨¢nchez tienen gracia en cada uno de los personajes secundarios: ¨¦l, sin andar busc¨¢ndola, y ella, yendo a por todas siempre, como cuando imita la verborrea de Antonio Ozores, con m¨¢s gracia. Fernando Jim¨¦nez baila eficazmente con el protagonista menos agradecido. En s¨ªntesis, una comedia sin complicaciones a la que le vendr¨ªa bien una dosis de poes¨ªa mihuriana o de mala leche neilsimoniana, cosas ambas que llegan con la edad.