Cien d¨ªas sin gobierno
Cien d¨ªas ya sin gobierno. Relativamente, puesto que el que ejerce en funciones sigue decidiendo por su cuenta. Contra los refugiados, por ejemplo. La situaci¨®n es tan an¨®mala que hay gentes del cine que dicen tener soluci¨®n a los problemas para organizar un gobierno y, medio en broma, se postulan para ponerse manos a la obra. De hecho, dicen, ya han resuelto entuertos en ocasiones pasadas. As¨ª fue, por ejemplo, en la Expo de Sevilla del 92 en relaci¨®n a alg¨²n pabell¨®n que no lograba reproducir el efecto m¨¢gico deseado. Llegaron los del cine y con sus subterfugios lo hicieron. Y es que los del cine conocen los trucos de los efectos especiales y tienen a?os de experiencia en organizar complicadas coproducciones internacionales sorteando caminos espinosos hasta llegar a acuerdos; cada pa¨ªs pretende imponer su criterio para que la pel¨ªcula parezca solo suya y no de sus socios. Finalmente se acaba llegando a un consenso y las pel¨ªculas, de sangres mezcladas de madres y padres muy dispares, adquieren una forma sorprendente. ?C¨®mo no van a tener los del cine capacidad para adoctrinar a nuestros pol¨ªticos para que lleguen a pactos similares? Lo consiguen, seg¨²n dicen de s¨ª mismos, con una ¡°mezcla de astucia, capacidad de improvisaci¨®n, contacto con la calle, picaresca y hasta golfer¨ªa¡±¡ Pues eso: que los pol¨ªticos espa?oles apliquen los mismos criterios de la industria cinematogr¨¢fica por los que ¡°cuando un productor tiene un proyecto que excede sus posibilidades econ¨®micas o las que su mercado le puede facilitar, recurre a una coproducci¨®n. Como si dij¨¦ramos, para conseguir los votos que le faltan¡±.
Este peregrino s¨ªmil entre partidos pol¨ªticos y coproductores de cine forma parte de las propuestas que un colectivo de cineastas autodenominado Furtivos exponen con periodicidad en las redes sociales. Hay veces que son proyectos ingeniosos, aunque l¨²gubres cuando hablan del mundo del cine que es el que conocen, por ello tambi¨¦n saben que much¨ªsimas coproducciones acaban siendo simples h¨ªbridos sin sustancia, ni carne ni pescado. En definitiva, y a pesar de sus contradicciones, lo que pretenden estos cineastas es llamar la atenci¨®n sobre la incapacidad de los pol¨ªticos espa?oles actuales para entenderse. Claro que no menor incapacidad que la de los propios cineastas a la hora de unificar criterios frente a las decisiones gubernamentales referidas al cine o a la celebraci¨®n de ese Congreso por el que muchos suspiran pero ninguno pone en marcha.
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