Respeto
Lo que ocurri¨® el jueves en la sala Pen¨¦lope de Madrid durante la presentaci¨®n de la nueva gira del grupo murciano MClan fue una total falta de respeto
Hoy toca imaginar. Se imaginan, por ejemplo, que su empresa les invita a la premiere de la nueva temporada de una serie de gran audiencia. O que les brinda la oportunidad de asistir al estreno de una pel¨ªcula dirigida por un director de renombre. O al teatro, o a la ¨®pera. Una vez hecho este ejercicio de imaginaci¨®n seguro que ustedes han disfrutado de una velada de lo m¨¢s entretenida. Y seguro que se han sentido como un afortunado que ha podido vivir la emoci¨®n de ser uno de los primeros en disfrutar del espect¨¢culo en cuesti¨®n. O no, han salido defraudados de la sala porque se esperaban otra cosa. Ya sea de una forma u otra, seguro que han estado atentos a todo lo que ocurr¨ªa y, al final, han dado su humilde opini¨®n aplaudiendo, silbando o mostrando su indiferencia.
Lo que no cabe en cabeza humana es ir a un espect¨¢culo de este tipo para no hacerle ni pu?etero caso y, sobre todo, molestar a sus compa?eros y a los propios artistas. Eso se llama falta de respeto. Y eso es lo que ocurri¨® el jueves en la sala Pen¨¦lope de Madrid durante la presentaci¨®n de la nueva gira del grupo murciano MClan.
Una conocid¨ªsima marca de cerveza es la patrocinadora de esta gira, titulada Desarmados, y organiz¨® un concierto solo para la prensa y sus invitados. Ya se dejaba entrever cierta frialdad al entrar porque hab¨ªa demasiados trajes y corbatas para ser un concierto de rock (por muy ac¨²stico que fuese). La salida de Carlos Tarque (vocalista) y Ricardo Ruip¨¦rez (guitarra y coros) al escenario no fue precisamente la m¨¢s calurosa. Tan solo algunos aplausos y la indiferencia de un p¨²blico que por lo visto no estaba all¨ª para escuchar, sino para hablar, para hablar de sus cosas.
Ni tan siquiera las repetidas alusiones de Carlos Tarque al ruido ambiente que les llegaba por los pinganillos lograron hacer mella en unos invitados m¨¢s preocupados en las relaciones p¨²blicas (muchos estaban incluso de espaldas al escenario ri¨¦ndose a carcajada limpia) y en comer jam¨®n que en escuchar a uno de los veteranos grupos del rock nacional. A esto se le llama falta de respeto o, simplemente, falta de educaci¨®n ante unos artistas que hacen lo que saben (y muy bien por cierto) y tambi¨¦n hacia otra parte del p¨²blico que s¨ª quer¨ªa disfrutar de MClan. Por qu¨¦ no se quedar¨ªan a sus casas o en el bar de la esquina, nadie les hubiese echado de menos.
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