Recu¨¦rdalo a otros
El Real estrena una versi¨®n contempor¨¢nea de la ¨®pera infantil 'Brundib¨¢r', de Hans Kr¨¢sa

Piensa Claus Guth en la relectura hist¨®rico-pol¨ªtica que hace de la obra que Parsifal alerta para que nunca pudiera llegar a nacer un Brundib¨¢r. Pero algo fall¨®, porque ambas comparten escenario ¨Cpor la tarde-noche una, en sesiones matinales la otra¨C durante este mes en el Teatro Real. El supuesto mes¨ªas surgido de la Primera Guerra Mundial result¨® ser el Abadd¨®n, el ¨¢ngel exterminador de la Segunda. Atr¨¢s qued¨® el aprendizaje de la compasi¨®n, que en alem¨¢n (Mitleid) transmite exactamente la misma idea que nuestro antepasado etimol¨®gico latino (cum patior): la experiencia vivida en primera persona de ¡°sufrir con¡± el otro. Sin embargo, el verbo pas¨® a conjugarse de manera cruelmente distinta y se deform¨® para ¡°hacer sufrir al¡± otro hasta el punto de acabar con ¨¦l, matarlo, exterminarlo.
Que hab¨ªa lugar para la m¨²sica en medio del horror de los campos de prisioneros y de concentraci¨®n nazis lo sabemos, entre otros muchos ejemplos, por el Cuarteto para el fin del tiempo, de Olivier Messiaen, o por la orquesta femenina liderada por la violinista Alma Ros¨¦ en Auschwitz-Birkenau. Que puede hacerse prender la llama del juego y el humor en la negrura del infierno es la raz¨®n de ser de La vita ¨¨ bella, de Roberto Benigni. La ¨®pera para ni?os Brundib¨¢r, de Hans Kr¨¢sa, participa de ambos mundos y es uno de los frutos m¨¢s conocidos de esa gran cortina de humo que fue el gueto o campo de concentraci¨®n de Terez¨ªn, presentado por los nazis como un espacio de convivencia y de creaci¨®n art¨ªstica, cuando en realidad muchos de sus internos bien mor¨ªan all¨ª por las p¨¦simas condiciones de salubridad y nutrici¨®n, bien part¨ªan hacinados en trenes sin retorno hacia lugares de nombres hoy espeluznantes como Treblinka o Auschwitz.
BRUNDIB?R
M¨²sica de Hans Kr¨¢sa. Coro y solistas de los Peque?os Cantores de la ORCAM. Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid. Direcci¨®n musical: Jordi Franc¨¦s. Direcci¨®n esc¨¦nica: Susana G¨®mez. Teatro Real, hasta el 24 de abril.
Aunque compuesta originalmente en Praga en 1938, Kr¨¢sa reinstrument¨® Brundib¨¢r a fin de que pudiera interpretarse con los modestos medios de Terez¨ªn y varios fragmentos forman parte del infamante documental propagand¨ªstico realizado por los nazis en junio de 1944 (Kr¨¢sa morir¨ªa cinco meses despu¨¦s en Auschwitz) y titulado El F¨¹hrer regala una ciudad a los jud¨ªos. En el campo, sin embargo, todos vieron a una figura aleg¨®rica de Hitler en el malvado organillero, convertido en una especie de showman televisivo en la producci¨®n del Teatro Real, cuya mayor virtud es la excelente prestaci¨®n del coro y los solistas infantiles preparados por Ana Gonz¨¢lez: tantas dosis de buena afinaci¨®n no son nada frecuentes. Deber¨ªa haberse apostado, en cambio, por un cantante de mayor fuste y empaque vocal para el papel protagonista y, aunque la orquesta toca muy bien, la obra se beneficiar¨ªa de una direcci¨®n que imprimiera m¨¢s contrastes y acentuara los perfiles r¨ªtmicos de la obra, interpretada, con muy buen criterio, en una biensonante adaptaci¨®n espa?ola.
Hasta Madrid ha venido Dagmar Lieblov¨¢, superviviente de Terez¨ªn, para rememorar aquellos horrores y advertir contra nuevas barbaries cometidas por ¡°la bajeza humana¡±, haciendo as¨ª suyo el verso de Cernuda: ¡°Recu¨¦rdalo t¨² y recu¨¦rdalo a otros¡±. Este Brundib¨¢r no debe sonarnos, por tanto, a cosa pasada, pueril o innecesaria, porque todo vuelve, con mejores y peores variaciones. ?O acaso se escriben y representan ¨®peras que alivien y distraigan del sufrimiento aqu¨ª, a nuestro lado, en los infrahumanos campamentos de refugiados actuales?
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