Caos y exigencia
Su alt¨ªsimo nivel de exigencia solo era superado por su imprevisibilidad y por los repentinos cambios de planes
Tristeza. Mucha tristeza. Y luego rabia. Estas son las dos primeras sensaciones que me han abordado tras recibir la noticia de la repentina muerte de Prince. Tristeza por motivos obvios. Y mucha rabia que produce el pensar que con tanto artista mediocre que hay en el mundo de la m¨²sica, tiene que morir el mayor de sus genios a tan temprana edad. Aunque su legado es inmenso, su desaparici¨®n nos deja sin su talento para el presente y el futuro, el mundo de la m¨²sica se ha quedado hu¨¦rfano con su muerte.
Fui el promotor de Prince en los ¨²ltimos tres conciertos que ofreci¨® en Espa?a a finales de 1998 y estuve a punto de volver a traerle a Barcelona para ofrecer dos conciertos ac¨²sticos en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona el pasado mes de diciembre (la gira europea se cancel¨® tras la tr¨¢gica matanza en la sala Bataclan de Par¨ªs). En estos dos conciertos, que al final no llegaron a nuestro pa¨ªs, las negociaciones eran un caos total. Veinte a?os despu¨¦s de que Doctor Music lo trajera a Espa?a, el funcionamiento en el particular mundo de Prince segu¨ªa siendo el mismo.
Su alt¨ªsimo nivel de exigencia solo era superado por su imprevisibilidad y por los repentinos cambios de planes que rodeaban todo lo que hac¨ªa, hasta el punto de que organizar sus conciertos era totalmente insoportable. Pero era Prince y cuando luego tomaba el escenario entend¨ªas que un genio de tal calibre ¡ªalguien ¡°de otra galaxia¡±¡ª no pod¨ªa tener una mente normal y por lo tanto su manera de funcionar en la vida cotidiana tambi¨¦n ten¨ªa que ser la propia de un extraterrestre. Pero val¨ªa la pena. Yo siempre he pensado que la cantidad de dolores de cabeza que un promotor o m¨¢nager puede soportar por parte de un artista ha de ser directamente proporcional a su talento. Y el talento de Prince rozaba lo infinito.
Podr¨ªa contar muchas an¨¦cdotas, pero siento que ahora no es el momento. Tan solo quiero a?adir que, en mis m¨¢s de treinta y cinco a?os como promotor de conciertos, jam¨¢s he conocido ni visto a nadie como Prince. Si la m¨²sica moderna tuviese un Dios, sin duda seria Prince.
Babelia
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